Santilli negocia con los gobernadores fondos y deuda a cambio de votos para las reformasPor Pedro Lacour
La "nueva etapa de diálogo" que el Gobierno promociona desde la victoria legislativa ya entró en zona de prueba. Bajo la tutela del jefe de Gabinete, Manuel Adorni, Diego Santilli acelera sus reuniones con gobernadores -este lunes fue el turno de Leandro Zdero (Chaco) y Alberto Weretilneck (Río Negro)- para asegurar los votos que necesita Javier Milei para el Presupuesto 2026, la pieza central del plan económico que el oficialismo quiere blindar antes de fin de año. A partir de ahí, dice la Casa Rosada, deberían destrabarse las reformas "de segunda generación": laboral, fiscal y penal. Pero cada encuentro deja un mismo subtexto: hay buena voluntad política, pero falta financiamiento.
El ministro del Interior escucha pedidos, toma nota, promete caminos posibles. En los papeles, su misión es ordenar la conversación con las provincias. En la práctica, su margen está condicionado por un límite que nadie en Balcarce 50 disimula: la caja no está en Interior, sino en Economía. Y la maneja, de forma directa y personal, Luis "Toto" Caputo, guardián del equilibrio fiscal y único habilitado para firmar recursos para los gobernadores. "Con Santilli es todo diálogo, sí, pero el cheque lo firman en otro lado", resumió un funcionario provincial.
Hasta ahora, Santilli ya conversó con al menos una docena de mandatarios, entre los que se encuentran el tucumano Osvaldo Jaldo, el entrerriano Rogelio Frigerio, el cordobés Martín Llaryora, el mendocino Alfredo Cornejo, el sanjuanino Marcelo Orrego, el puntano Claudio Poggi (vía telefónica), además del radical Zdero. El jefe de Gobierno porteño Jorge Macri, en tanto, le llevó directamente a Caputo su reclamo por la deuda de coparticipación. Con el resto de los gobernadores que saludaron a Milei tras el triunfo electoral del 26 de octubre, la conversación está abierta por WhatsApp y llamadas: faltan las definiciones.
Algo que no pasó desapercibido este lunes fue el paso de Raúl Jalil por la Casa Rosada. Según pudo saber elDiarioAR, el gobernador de Catamarca -que ya se había reunido con Santilli hace dos semanas- mantuvo un encuentro reservado con la secretaria Legal y Técnica, María Ibarzabal, para avanzar en el punteo técnico del traspaso de Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD), un activo estratégico para la provincia. El encuentro se leyó como un gesto de alineamiento político: Jalil está a punto de consumar la salida de los cuatro diputados catamarqueños del bloque de Unión por la Patria para formar una bancada propia que facilitaría la agenda legislativa del oficialismo. Toma y daca.
Demandas incumplidas
Los mandatarios provinciales repiten un menú estable de demandas. Financiamiento para obras e infraestructura, con la expectativa de que Nación habilite avales para que las provincias puedan tomar deuda, aprovechando el riesgo país en baja. El gesto inicial fue para Mendoza: US$75 millones del BID para obras de agua potable. El resto está en la bandeja del Ministerio de Economía. También reclaman que se regularice la deuda previsional con las cajas no transferidas: alrededor de $5 billones que la ANSES les debe a 13 distritos. Y piden discutir la nueva distribución del impuesto a los combustibles y de los ATN.
"Buscar consenso no es ser escribanía", advirtió un mandatario norteño a elDiarioAR. Nadie quiere validar reformas a ciegas. La "modernización laboral", como el oficialismo rebautizó su proyecto, apenas se discute en términos generales. "Hay mucha foto y poca letra", ironizó otro gobernador que ya se sentó con Santilli y Adorni.
En ese contexto sobrevuela un precedente que nadie olvida: Guillermo Francos se fue de la Jefatura de Gabinete sin conseguir un solo acuerdo estructural con las provincias. Santilli llega empujado por la mesa chica política que conducen Karina Milei y los primos Menem para rearmar puentes. Pero todos saben lo que saben los gobernadores: el que decide cuánta plata se libera, cuándo y para quién, es Caputo. "Si Economía no acompaña, esto es solo una ronda de cortesía", deslizó, por su parte, un asesor provincial involucrado en la negociación.
Hasta ahora, el Gobierno mantiene afuera de la agenda de negociación a Axel Kicillof (Buenos Aires), Gildo Insfrán (Formosa), Ricardo Quintela (La Rioja) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego), los cuatro mandatarios que no firmaron el Pacto de Mayo.
La exclusión es política, pero puede volverse parlamentaria: en el Senado sigue sin sobrarle nada al mileísmo. Patricia Bullrich, futura jefa del bloque oficialista en la Cámara Alta, les confirmó a sus pares que la reforma laboral ingresará por la mesa de entrada de ese cuerpo y buscará media sanción entre el 10 y el 31 de diciembre. La todavía ministra de Seguridad deberá conseguir al menos 17 votos extra para lograr su cometido.
Pero mientras el oficialismo pide paciencia, las provincias responden con urgencia. Los gobernadores aducen necesitar resultados ya debido a que en varias jurisdicciones la recaudación no alcanza para esquivar el rojo fiscal. Si no hay un flujo real de fondos, las promesas se vuelven papel mojado.
Y ahí aparece la tensión central. El Gobierno aspira a que el Presupuesto 2026 ordene la política y marque el inicio de la recuperación económica. Los mandatarios invierten la ecuación: primero los recursos, después los votos. "¿Qué reformas quieren que aprobemos si no tenemos con qué pagar los sueldos?", se preguntan cerca de los mandatarios. La frase sintetiza la ecuación que sobrevuela todas las reuniones: si no hay plata, no hay reformas.
Es que la negociación federal no es un trámite administrativo: es la prueba que definirá si el mileísmo transforma su victoria electoral en poder efectivo. Santilli puede tender puentes. Pero la gobernabilidad, en la Argentina, la garantiza la caja. Y en la caja, hoy, solo manda Caputo.
Fuente: elDiarioAr
Por Pedro Lacour
La "nueva etapa de diálogo" que el Gobierno promociona desde la victoria legislativa ya entró en zona de prueba. Bajo la tutela del jefe de Gabinete, Manuel Adorni, Diego Santilli acelera sus reuniones con gobernadores -este lunes fue el turno de Leandro Zdero (Chaco) y Alberto Weretilneck (Río Negro)- para asegurar los votos que necesita Javier Milei para el Presupuesto 2026, la pieza central del plan económico que el oficialismo quiere blindar antes de fin de año. A partir de ahí, dice la Casa Rosada, deberían destrabarse las reformas "de segunda generación": laboral, fiscal y penal. Pero cada encuentro deja un mismo subtexto: hay buena voluntad política, pero falta financiamiento.
El ministro del Interior escucha pedidos, toma nota, promete caminos posibles. En los papeles, su misión es ordenar la conversación con las provincias. En la práctica, su margen está condicionado por un límite que nadie en Balcarce 50 disimula: la caja no está en Interior, sino en Economía. Y la maneja, de forma directa y personal, Luis "Toto" Caputo, guardián del equilibrio fiscal y único habilitado para firmar recursos para los gobernadores. "Con Santilli es todo diálogo, sí, pero el cheque lo firman en otro lado", resumió un funcionario provincial.
Hasta ahora, Santilli ya conversó con al menos una docena de mandatarios, entre los que se encuentran el tucumano Osvaldo Jaldo, el entrerriano Rogelio Frigerio, el cordobés Martín Llaryora, el mendocino Alfredo Cornejo, el sanjuanino Marcelo Orrego, el puntano Claudio Poggi (vía telefónica), además del radical Zdero. El jefe de Gobierno porteño Jorge Macri, en tanto, le llevó directamente a Caputo su reclamo por la deuda de coparticipación. Con el resto de los gobernadores que saludaron a Milei tras el triunfo electoral del 26 de octubre, la conversación está abierta por WhatsApp y llamadas: faltan las definiciones.
Algo que no pasó desapercibido este lunes fue el paso de Raúl Jalil por la Casa Rosada. Según pudo saber elDiarioAR, el gobernador de Catamarca -que ya se había reunido con Santilli hace dos semanas- mantuvo un encuentro reservado con la secretaria Legal y Técnica, María Ibarzabal, para avanzar en el punteo técnico del traspaso de Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD), un activo estratégico para la provincia. El encuentro se leyó como un gesto de alineamiento político: Jalil está a punto de consumar la salida de los cuatro diputados catamarqueños del bloque de Unión por la Patria para formar una bancada propia que facilitaría la agenda legislativa del oficialismo. Toma y daca.
Demandas incumplidas
Los mandatarios provinciales repiten un menú estable de demandas. Financiamiento para obras e infraestructura, con la expectativa de que Nación habilite avales para que las provincias puedan tomar deuda, aprovechando el riesgo país en baja. El gesto inicial fue para Mendoza: US$75 millones del BID para obras de agua potable. El resto está en la bandeja del Ministerio de Economía. También reclaman que se regularice la deuda previsional con las cajas no transferidas: alrededor de $5 billones que la ANSES les debe a 13 distritos. Y piden discutir la nueva distribución del impuesto a los combustibles y de los ATN.
"Buscar consenso no es ser escribanía", advirtió un mandatario norteño a elDiarioAR. Nadie quiere validar reformas a ciegas. La "modernización laboral", como el oficialismo rebautizó su proyecto, apenas se discute en términos generales. "Hay mucha foto y poca letra", ironizó otro gobernador que ya se sentó con Santilli y Adorni.
En ese contexto sobrevuela un precedente que nadie olvida: Guillermo Francos se fue de la Jefatura de Gabinete sin conseguir un solo acuerdo estructural con las provincias. Santilli llega empujado por la mesa chica política que conducen Karina Milei y los primos Menem para rearmar puentes. Pero todos saben lo que saben los gobernadores: el que decide cuánta plata se libera, cuándo y para quién, es Caputo. "Si Economía no acompaña, esto es solo una ronda de cortesía", deslizó, por su parte, un asesor provincial involucrado en la negociación.
Hasta ahora, el Gobierno mantiene afuera de la agenda de negociación a Axel Kicillof (Buenos Aires), Gildo Insfrán (Formosa), Ricardo Quintela (La Rioja) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego), los cuatro mandatarios que no firmaron el Pacto de Mayo.
La exclusión es política, pero puede volverse parlamentaria: en el Senado sigue sin sobrarle nada al mileísmo. Patricia Bullrich, futura jefa del bloque oficialista en la Cámara Alta, les confirmó a sus pares que la reforma laboral ingresará por la mesa de entrada de ese cuerpo y buscará media sanción entre el 10 y el 31 de diciembre. La todavía ministra de Seguridad deberá conseguir al menos 17 votos extra para lograr su cometido.
Pero mientras el oficialismo pide paciencia, las provincias responden con urgencia. Los gobernadores aducen necesitar resultados ya debido a que en varias jurisdicciones la recaudación no alcanza para esquivar el rojo fiscal. Si no hay un flujo real de fondos, las promesas se vuelven papel mojado.
Y ahí aparece la tensión central. El Gobierno aspira a que el Presupuesto 2026 ordene la política y marque el inicio de la recuperación económica. Los mandatarios invierten la ecuación: primero los recursos, después los votos. "¿Qué reformas quieren que aprobemos si no tenemos con qué pagar los sueldos?", se preguntan cerca de los mandatarios. La frase sintetiza la ecuación que sobrevuela todas las reuniones: si no hay plata, no hay reformas.
Es que la negociación federal no es un trámite administrativo: es la prueba que definirá si el mileísmo transforma su victoria electoral en poder efectivo. Santilli puede tender puentes. Pero la gobernabilidad, en la Argentina, la garantiza la caja. Y en la caja, hoy, solo manda Caputo.
Fuente: elDiarioAr

