Era 19 de noviembre de 1975, luego del Rodrigazo. Al peronismo en el poder ya no le alcanza con reprimir selectivamente a la vanguardia con la Triple A, por lo que pasan a realizar operaciones en común con los militares.
Aquí contamos la experiencia de los obreros de la mina de hierro de HIPASAM en Sierra Grande, una historia que culmina con la represión de aquel 19 de noviembre, en una operación que fue una verdadera antesala del golpe.
A 50 años de esa experiencia, entrevistamos a Natali Narvaez, docente universitaria, Magister en Historia y que como becaria de CONICET viene realizando una profunda investigación sobre la experiencia obrera minera en un período crucial de la historia nacional.
La Izquierda Diario (LID) : La represión a los mineros del 19 de noviembre de 1975 es el punto quiebre de un proceso de experiencia obrera bajo el gobierno peronista. ¿Cómo llegamos a ese punto? ¿Qué elementos de la huelga -las demandas, la duración, la relación con la empresa, el Estado y el sindicato- ayudan a entender por qué ese conflicto terminó en una represión tan brutal?
Mineros en una de las jornadas de protesta de la huelga de noviembre del '75.
Natali Narvaez : Sí, la represión del 19 de noviembre de 1975 no solo es el punto máximo de una tensión que se venía viviendo en Sierra Grande, sino en el sur del país y en todo el territorio nacional. Es una huelga que se había iniciado hacia 42 días con un petitorio de 14 puntos que contemplaban desde cuestiones de salubridad así como el mejoramiento en las viviendas, en la recomposición salarial y el cumplimiento del laudo ministerial dispuesto por el Ministerio de Trabajo, que la empresa no acataba [una medida que por el convenio minero significaba aumentar casi un 100% el sueldo de los obreros, NdR]. Esos 14 puntos contenían un montón de demandas, pero terminan exigiendo un único punto a la empresa y al Estado: la no represalia a los trabajadores y que no haya despidos. O sea que en esos 42 día de lucha y de tensión, los 14 puntos que se llevan adelante y que finalizan con uno solo dan cuenta del nivel de radicalidad, en primer lugar de la lucha contemplada durante esos días, así como también de la postura ofensiva que ya se venía leyendo por parte de los trabajadores en relación al Estado y a su política represiva.
Entonces sí es el punto máximo de un proceso que culmina con la represión pero que el estado venía de alguna manera estableciendo un montón de prácticas violentas para con los trabajadores. Yo creo que la lectura, digamos, del no pago del laudo ministerial durante casi todo el año 75 es un buen punto para leer: la lucha podría haberse iniciado antes de octubre del 75, los mineros tuvieron demasiada paciencia porque la ofensiva ya venía aplicándose hacía mucho tiempo contra los trabajadores. Y en esa ofensiva no solo fue el Estado y la empresa quienes colaboraron, sino también su sindicato (AOMA, NdR), quien desde el año ´73 venía teniendo una postura bastante entregacionista y de no acompañamiento a los reclamos de los obreros. Cada vez que los obreros se organizaban y disputaban un poco de poder, digamos, les organizaban asambleas con conducciones paralelas, rompían aparatosamente algunas huelgas. En definitiva, digamos, sí, fue el punto máximo de un proceso de confrontación que se inicia ya desde el comienzo de 1975.
LID - Comentás la huelga de 1973, eran momentos donde el peronismo impulsaba el Pacto Social. Me gustaría preguntarte sobre dos aspectos: ¿Cómo fueron construyendo los reclamos, qué debates se dieron entre los trabajadores sobre las formas de luchas y las acciones? Y por otro lado, me gustaría que comentes como fue la relación con la conducción nacional de AOMA-CGT: ¿qué rasgos de democracia obrera o de autoorganización aparecieron en este proceso?
Natali Narvaez : Te los voy a responder juntos porque la huelga del '73 tuvo reclamos muy claros, entre los cuales se levantó una reivindicación histórica de la lucha del movimiento obrero en el sur del país: la declaración de insalubridad del trabajo en mina y la reducción de la jornada laboral de 8 a 6 horas. Esa es una conquista histórica que los mineros obtienen con la huelga del '73. Pero esa conquista también les va a generar algunas disputas al interior de la organización gremial.
¿Por qué? Primero porque, en ese momento, la empresa -Hipasam- era una empresa minera que recién estaba iniciando su actividad. Recordemos que Hipasam se crea en 1969 y que, entre 1969 y 1972, se desarrolla una serie de acuerdos y tensiones entre organismos estatales, empresas nacionales y capitales internacionales para llevar adelante el proyecto: negociaciones con el Banco de Desarrollo, con firmas extranjeras, etc. Todo ese proceso transcurre hasta que finalmente el control queda en manos de la Dirección General de Fabricaciones Militares, que es quien impulsa el proyecto y pone en marcha la explotación.
Actividad de solidaridad y difusión de la huelga organizada por la Multisectorial.
Ahora bien, la huelga del '73, al conseguir esta reivindicación histórica dentro del esquema del Pacto Social impulsado por el peronismo, fue leída dentro de las organizaciones obreras como una respuesta en contra de Perón. Es decir, hacerle un reclamo tan contundente al peronismo -cuando las centrales burocráticas habían aceptado el acuerdo del Pacto Social- era interpretado como un desafío a ese proyecto.
Sin embargo, los mineros, en más de una ocasión, señalaron que ellos no estaban en contra del Pacto Social. En el armado de las conducciones gremiales regionales, uno puede leer que esta constante calificación que recaía sobre ellos -la idea de que eran opositores al Pacto Social- les jugó en contra. Les jugó en contra porque pararse desde ese lugar no les permitía negociar otras cuestiones, principalmente con la empresa y con el apoyo del sindicato a nivel nacional. Esto hizo que estuvieran permanentemente bajo sospecha de una posible intervención de la conducción nacional y que, en cada elección de la comisión directiva regional, tuvieran que diseñar estrategias junto con otras organizaciones políticas.
Así, vemos una comisión directiva en 1973 integrada por sectores cercanos a la izquierda: el Partido Comunista, el PRT, la Juventud Peronista. Y vemos, en cambio, una conducción regional en 1975 liderada por militantes del Partido Justicialista. ¿A qué se debe ese cambio en la composición de las nuevas comisiones directivas? Bueno, a una serie de acuerdos estratégicos entre las organizaciones políticas para poder llevar adelante sus reclamos sin ser interpretados como un desafío a las políticas del Pacto Social.
Hacerle un reclamo tan contundente al peronismo -cuando las centrales burocráticas habían aceptado el acuerdo del Pacto Social- era interpretado como un desafío a ese proyecto
Como decían los obreros: había que evitar que la empresa o la burocracia nacional pensaran "que la comisión directiva de acá está llena de zurdos". Entonces, las distintas organizaciones fueron moldeando alianzas y acuerdos para poder mantenerse de pie en un proceso de aislamiento, sin acompañamiento de su central obrera nacional y con tensiones fuertes con la empresa. Se trataba de quitarle argumentos a quienes pretendían intervenirlos, descalificarlos o encuadrarlos dentro de los lineamientos políticos oficiales. Era una estrategia para resistir los embates y, sobre todo, para poder negociar. Aunque, como vemos después, eso no alcanzó.
LID : El petitorio de 1975 era mucho más amplio -no solo salarial, sino también por vivienda, salud y participación obrera-. ¿Podría interpretarse como un intento de los mineros de ampliar su poder dentro de la empresa, en un momento en que el Estado buscaba disciplinar al conjunto del movimiento obrero? Porque se evidencia que hay un salto en los reclamos cuando se exige por ejemplo que las autoridades máximas de HIPASAM residan en el propio Sierra Grande.
Natali Narvaez : La huelga del '75 puede leerse como un intento de los mineros de ampliar su poder dentro de la empresa. Como te decía al comienzo, el petitorio del '75 duplica las exigencias de la huelga del '73 y entre ellas aparece algo muy significativo: la participación obrera en el directorio de Hipasam a través de un representante sindical.
Los trabajadores pedían que un representante regional de AOMA Sierra Grande participara en las decisiones de la empresa que se tomaban en las reuniones del directorio. Esa demanda expresa, por un lado, la desconfianza hacia quienes integraban el directorio -en buena medida oficiales militares- y, por otro, la necesidad de tener capacidad de presión en Buenos Aires, donde se tomaban las decisiones centrales.
El petitorio del '75 duplica las exigencias de la huelga del '73 y entre ellas aparece algo muy significativo: la participación obrera en el directorio de Hipasam
Recordemos que el directorio sesionaba cada 15 o 30 días en Buenos Aires. Y si uno revisa esas actas, se ve que, entre el orden del día, la circulación de información, las discusiones y las decisiones finales, todo se dilataba muchísimo. Una cosa era construir un nuevo espacio para la empresa, y otra muy distinta era la demora permanente en cuestiones concretas, como la aplicación del laudo ministerial para el incremento salarial.
Entonces, frente a esa desconfianza y frente a la presión constante de los militares que integraban el directorio -quienes muchas veces se negaban a acatar las políticas salariales del Estado nacional-, los mineros incluyeron entre los puntos centrales del petitorio de 1975 la participación de un trabajador en las reuniones del directorio.
Creo que eso no llegó a concretarse justamente porque después vino la represión. Pero, si uno hace una lectura en perspectiva, sobre todo comparando con las huelgas de los años '90, aparece un patrón característico de Hipasam -y, en general, de muchas empresas patagónicas, empresas alejadas de los centros de decisión o en economías de enclave-: los obreros buscan tener algún tipo de incidencia directa en las decisiones de la empresa. Eso tiene que ver, precisamente, con todas estas desventajas estructurales: el distanciamiento geográfico, la dependencia del Estado, la presencia militar en la conducción, la falta de información y la desconfianza hacia las direcciones. En los '90, por ejemplo, en el conflicto previo al cierre, los trabajadores también pidieron participar de las decisiones empresariales. Y eso, me parece, está directamente relacionado con esta historia previa.
LID : ¿Qué papel tuvieron las mujeres y de conjunto la comunidad durante esos días de huelga y toma? ¿Hubo experiencias de organización de Comisión de Mujeres o alguna forma de acompañamiento social o la lucha quedaba concentrada en los trabajadores?
Natali Narvaez : En las fuentes que consultamos, las mujeres aparecen con mucha fuerza en el expediente judicial de la huelga de 1975. A diferencia de los años '90 -cuando las mujeres cortaron la ruta y tuvieron una visibilidad mediática mayor-, en 1975 su presencia se registra sobre todo en la causa judicial por lesa humanidad iniciada en 2018, donde varias denunciaron haber sido detenidas primero en la comisaría de Sierra Grande y luego trasladadas a la unidad penitenciaria de Bahía Blanca.
Estas mujeres eran parte del personal profesional de HIPASAM del sector de sanidad, área administrativa y también del sector administrativo. Porque si bien la tradición minera latinoamericana dice que "las mujeres no entran a la mina", sí trabajaban en los servicios que rodeaban al socavón. Durante la huelga participaron en las asambleas de su sector, redactaron actas, facilitaron sus casas como lugares de reunión y acompañaron activamente el conflicto.
También aparecen en las actas de allanamiento de la causa 678/1975 [el expediente judicial con el cual los militantes pudieron intervenir con la represión, NdR]. Cuando los militares iniciaron la represión el 19 de noviembre, ya venían con una causa armada amparada en la Ley de Seguridad Nacional y necesitaban "pruebas" para justificar la acusación de acción subversiva. En esos allanamientos -donde solo secuestraron libros, planos y documentos sin relación con esas supuestas actividades subversivas- las personas presentes eran mujeres y niños, mientras los mineros estaban detenidos.
Si bien la tradición minera latinoamericana dice que "las mujeres no entran a la mina", sí trabajaban en los servicios que rodeaban al socavón
Respecto a la comunidad, el pueblo acompañó masivamente los 42 días de huelga. La Cámara de Comercio, sindicatos, el sector profesional y funcionarios locales participaron del Congreso Multisectorial, convocado cuando la huelga ya había sido declarada ilegal y AOMA Nacional pedía levantarla. Ese congreso brindó apoyo político, social y fondo de huelga, y fue decisivo para sostener un conflicto tan prolongado y aislado geográficamente.
En cambio, la CGT provincial, como central, no apoyó formalmente la huelga; solo algunos delegados -como Rubén Perdomo- se acercaron a expresar solidaridad. Los mineros, mediante comunicado, pidieron un plenario general a los secretarios generales de la CGT, que no respondió. Según la pesquisa que pudimos hacer, hicieron un plenario después de la represión cuando ya estaban todos detenidos.
LID : La represión del V Cuerpo del Ejército marcó un quiebre profundo. En retrospectiva, ¿crees que la derrota de 1975 en Sierra Grande fue resultado de un aislamiento local -la falta de coordinación con otras luchas obreras- o que se trató de una ofensiva general del Estado para desarticular a toda una generación de trabajadores combativos?
Natali Narvaez : Creo que la represión del V Cuerpo forma parte de una estrategia del Estado para desarticular a una generación de trabajadores combativos, un proceso que se venía dando a partir del ´69 con el Cordobazo y que luego, con la dictadura del '76, se convertiría en un plan sistemático de exterminio y de terror contra la clase trabajadora.
La represión en Sierra Grande marca un quiebre profundo porque instala de manera explícita el terror en la comunidad y funciona como un ensayo general de un sistema represivo embrionario que ya estaba operando en distintos puntos del país -Tucumán con el Operativo Independencia, Villa Constitución, entre otros lugares donde la clase obrera venía ejerciendo poder- mucho antes del golpe de 1976. Allí vemos la continuidad entre la etapa previa y la dictadura: el objetivo de desterrar la organización obrera ya estaba presente.
La represión en Sierra Grande marca un quiebre profundo porque instala de manera explícita el terror en la comunidad y funciona como un ensayo general de un sistema represivo embrionario
El impacto fue duradero. Aunque la represión ocurrió el 19 de noviembre de 1975, no se encuentra una nueva organización sindical en la mina hasta fines de los años '80. Esa década sin organización muestra el efecto profundo del terror instaurado en 1975. De hecho, todavía persiste en algunos relatos la idea de que "algo habrán hecho" los obreros, lo cual tiene que ver con que ese terror no se pudo revertir durante muchos años.
Recién a partir de 2018, con el juicio por delitos de lesa humanidad, las denuncias de ex trabajadores y trabajadoras, y el trabajo colectivo del Archivo por la Memoria, la universidad y distintos sectores, comienza a revertirse esa narrativa y a desmontarse el miedo impuesto desde 1975.
LID : Al mirar hacia atrás, las huelgas del '73 y del '75 podrían verse como dos momentos de un mismo proceso: ascenso y conquista de una gran autonomía en las acciones y organización obrera y luego una decisiva fase represiva del estado. Desde tu experiencia como investigadora, ¿crees que en esas luchas había elementos de una conciencia política como clase trabajadora que pudiera haber ido más allá de lo reivindicativo por una lado y cuestionado políticamente al peronismo ya en el poder?
Natali Narvaez : Sí, podríamos decir que forman parte de un mismo proceso de organización de la clase obrera. Una clase obrera incipiente en la región, con poca tradición sindical previa, conformada por trabajadores en muchos casos recientemente urbanizados. Esa clase obrera incipiente consigue una autonomía respecto de su central sindical nacional, y es justamente esa autonomía, producto también de la acción de distintas organizaciones políticas, la que permite pensar en una continuidad entre ambas experiencias.
De hecho, los obreros presentan la huelga del '73 como "la escuela de la lucha del '75": allí emprenden por primera vez un petitorio, conquistan algunas reivindicaciones y comienzan a desarrollar elementos de conciencia política más allá de lo meramente reivindicativo. Eso se ve claramente en la conformación de las comisiones directivas.
También considero que la oposición al peronismo en 1973 da cuenta de un nivel de conciencia importante, en un contexto donde la mayoría de la clase obrera acompañaba ese proyecto -con las "no huelgas"- y donde la conducción nacional de AOMA hacía lo mismo.
La oposición al peronismo en 1973 da cuenta de un nivel de conciencia importante, en un contexto donde la mayoría de la clase obrera acompañaba ese proyecto
Así que, sin duda, para mí el proceso del '73 está ligado al del '75. Es justamente esa continuidad la que les permitió llevar adelante huelgas con las características que tuvieron: radicales, combativas, y con un fuerte componente de organización obrera. Los dos momentos son parte de un mismo proceso.