El primer juicio por delitos de lesa humanidad que va llegando a su fin en Comodoro Rivadavia pone en superficie el ocultamiento de los viejos altos mandos y cuadros medios militares sobre el accionar de un plan sistemático represivo e ilegal que concretaron durante la última dictadura cívico-militar. En la Patagonia Austral las Fuerzas Armadas gozan de un elevado reconocimiento social por el significado y el profundo sentimiento que tiene la guerra de Malvinas en la región. Los militares son valorados, especialmente los soldados conscriptos, por su participación en el conflicto bélico por la soberanía contra los ingleses; pero el avance de la Causa 8008 pone en primer plano el rol represivo concretado al mismo tiempo durante el terrorismo de Estado. En medio del intento por hacer avanzar el "negacionismo", la sociedad chubutense y patagónica debe asumir esta contradicción como propia, asimilarla y aprender que la historia militar también tuvo una arista vinculada a las detenciones ilegales, las torturas, las violaciones y las desapariciones. El nuevo jefe del Ejército -general Oscar Santiago Zarich-, que pasó por Comodoro y Sarmiento, tiene la oportunidad histórica en democracia de abrir todos los archivos de la dictadura para que se avance hacia la "memoria, verdad y justicia".
Primer juicio por lesa humanidad y la sociedad comodorense
"Memoria, verdad y justicia" son los tres pilares fundamentales que la sociedad comodorense y patagónica deben asumir como propios para conseguir que las heridas abiertas con el golpe militar de 1976 vayan cicatrizando casi 50 años más tarde.
La Causa 8008 que investiga parte los delitos de lesa humanidad cometidos en Comodoro Rivadavia y la Patagonia Sur se transforma en una bisagra histórica sobre lo sucedido desde meses antes del 24 de marzo de 1976 y los años posteriores con las violaciones a los derechos humanos.
Más allá del fallo del Tribunal Oral Federal que se conocería en el arranque de la segunda quincena de diciembre, el primer juicio por lesa humanidad dejará muchas aristas sin resolver, otras víctimas que escuchar y muchos responsables por enjuiciar; una variedad de elementos que deberían encaminarse a nuevas etapas de otros juzgamientos que se deriven de la Causa 8008.
La etapa que se abrió en la historia de la ciudad y la región golpean de lleno a la memoria y el conocimiento del conjunto de la sociedad comodorense, especialmente sobre esa histórica frase que asegura que "acá no pasó nada".
La dictadura pasó en Comodoro y en la Patagonia Austral, al igual que en resto del país, y tuvo una intensidad planificada, profunda y sádica como la que se vivió en míticos lugares como la ESMA, los de Campo de Mayo, el Olimpo, el Vesubio o el de Automotores Orletti entre tantos otros distribuidos en todo la Argentina.
En Comodoro no solamente hubo detenciones ilegales, sesiones de torturas y violaciones de habitantes de la ciudad, sino que además otros detenidos fueron trasladados desde otras ciudades para ser interrogados por los integrantes de la Inteligencia militar.
La cobertura mediática del juicio por la Causa 8008 fue escasa, tanto a nivel local como nacional, y las audiencias se desarrollaron casi sin que la sociedad comodorense se enterarse.
El Tribunal Oral Federal pecó de apegado a los estrados y no posibilitó que los testimonios pudiesen seguirse en vivo por internet por cualquiera que quisiera verlos; eso también alejó a una prensa local que no se abocó -por falta de profundidad, por línea editorial o por pereza simplificadora- a la cobertura del juicio.
A pesar del fuerte impacto que está generando la crisis laboral y económica, zambullirse en la historia y sus páginas más tristes es un derecho, una necesidad y una obligación para que se inscriban en piedra las enseñanzas del pasado junto la necesidad de justicia del presente y el futuro.
Los ministerios de Educación de Chubut y de Santa Cruz deberían exigirse instrumentar planes de estudio que expliquen, muestren y enseñen a los estudiantes de todos los niveles los alcances y consecuencias de la dictadura en la región; para que no suceda como con la Patagonia Rebelde y las huelgas de los peones rurales fusilados que quedaron en el ostracismo hasta que el periodista y escritor Osvaldo Bayer les dio vida "a los caídos por la livertá".
La Patagonia Austral vivió en carne propia la guerra de Malvinas, con un profundo sentimiento de soberanía sobre las islas usurpadas. Casi todos tienen o escucharon alguna anécdota del conflicto armado de 1982, pero sobre el accionar de la dictadura pocos recuerdan o hablan de lo sucedido durante el terrorismo de Estado.
Esta es una deuda pendiente que los comodorenses y los patagónicos deberán saldar consigo mismos y para lograrlo era necesario que se avanzara con este juicio de la Causa 8008, ahora habrá que recuperar y crear una memoria colectiva que no olvide y haga propia esta otra cara de los militares y las fuerzas de seguridad en la región.
El plan sistemático del terrorismo de Estado
Una de las aristas que se vienen desarrollando desde 1985, con el juicio a las Juntas que concluyó justamente un 9 de diciembre hace 40 años atrás, se vincula la afirmación que el terrorismo de Estado fue un plan sistemático elaborado por las Fuerzas Armadas para "luchar contra la subversión" y al mismo tiempo exterminar a una generación que idealizaba al socialismo como la solución a los problemas del país.
Este plan militar se basó esencialmente en etapas: capturar ilegalmente a los sospechosos; trasladarlos a unidades militares; interrogarlos bajo torturas; someterlos a condiciones inhumanas para que se quiebren; concretar todas estas acciones de manera clandestina; y dar absoluta libertad a los cuadros militares medios para decidieran la suerte de los secuestrados.
En el juicio por la Causa 8008 quedó expresado con meridiana claridad que en Comodoro Rivadavia se llevó a cabo ese plan sistemático en todas sus facetas, pero además se agregó el rol que jugó la pata civil del entramado y que aquel entonces estuvo corporizado en la figura del juez Omar Delfor Garzonio que concretó desde el Juzgado Federal de Rawson una estrecha colaboración con los militares.
Garzonio supo en el mismo momento de los hechos que los detenidos eran torturados y ultrajados, pero nada hizo para investigarlo o evitarlo. Aunque la judicial no fue la única colaboración, sino que también se sumaron algunos representantes de la Iglesia -muchas veces corporizada en la figura de los capellanes de las fuerzas- y otros estamentos del establishment político, sindical y social que sabiendo lo que sucedía nada hicieron para impedirlo.
Pero el plan sistemático no se inició con el golpe del 24 de marzo de 1976, sino que tuvo sus antecedentes el gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón y del agente de policía y ministro de Bienestar Social José López Rega.
El fiscal Norberto Bellver lo describió con contundencia en la elevación a juicio que efectuó en el año 2017 de la Causa 8008.
El CCD en la totalidad de la Unidad Militar
Una treintena de víctimas expusieron sus padecimientos con detenciones ilegales, torturas, violaciones y hasta la desaparición de uno de los involucrados. Todos coincidieron en que estuvieron detenidos en la unidad militar de Kilómetro 11 y la gran mayoría señaló con extrema precisión y lujo de detalles que estuvieron alojados en el Centro Clandestino de Detención conocido como "Las Casitas", localizado a 1.500 metros del ingreso al Regimiento de Infantería Mecanizado 8 "General O'Higgins" (RI8).
En su alegato de la semana pasada, el fiscal federal Teodoro Nürnberg expresó con firmeza que "lo que existe es una coincidencia total y absoluta de que estaban en una unidad militar de Comodoro Rivadavia por la que pasaban aviones".
Nürnberg, en base a las investigaciones efectuadas junto al equipo de la Unidad Fiscal -conformado por Analía Ruíz, Florencia Monella y Andrea Whitty- fue más allá y agregó que "desde enero de 1976 existieron en Comodoro Rivadavia, no un CCD sino varios CCD utilizados bajo el control operacional militar. A saber: la sede de la Policía Federal Argentina sobre calle Rivadavia casi Chacabuco; la delegación local de la Prefectura Naval Argentina; el Regimiento 8 de Infantería; el Batallón Logístico IX; la Compañía de Mantenimiento 181; las comisarías locales que prestaban colaboración para una detención provisoria de las personas detenidas ilegalmente".
Si bien los militares imputados intentaron a lo largo de todo el desarrollo de la causa negar la existencia del CCD -destruyendo el edificio donde se alojó a los detenidos- o desviar la atención plantando otras hipótesis, buscando la complicidad de las capuchas y vendas que los detenidos tenían en sus ojos, la existencia de otros testigos sin vendas -como los policías de Santa Cruz y dos conscriptos- fue lapidaria para disipar cualquier duda que se quiso instalar a lo largo de los años.
Los jefes militares y el ocultamiento
Las investigaciones judiciales revelaron quiénes fueron los jefes militares que actuaron desde 1976 hasta el final de la dictadura en 1983, partiendo de las Juntas Militares de la dictadura hasta los jefes locales en Comodoro Rivadavia.
Ellos son los máximos responsables por las detenciones ilegales, las torturas, las violaciones y las desapariciones en Comodoro Rivadavia, pero también deben inscribirse en la lista a los oficiales y suboficiales que fueron sus subalternos.
Los jefes del Destacamento de Inteligencia 183 cumplieron un rol clave en la señalización de las víctimas para su detención y muchos testigos mencionaron que sus torturadores e interrogadores habrían sido posiblemente miembros de la Inteligencia militar, incluyendo posiblemente a los del tristemente célebre Batallón 601 de Villa Martelli. Uno de esos jefes fue Alcides Juvenal Pozzi.
Unos pocos están siendo llevados a juicio en esta Causa 8008 y lamentablemente el paso del tiempo ha posibilitado que ninguno haya tenido que sentarse en el banquillo de los acusados por los delitos cometidos.
V Cuerpo de Ejército
Los jefes en la Subzona 53
Brigada de Infantería IX: Cristino Nicolaides, Arturo Amador Corbetta, Rafael Benjamín de Piano, Osvaldo Jorge García, Carlos María Filips y Américo Daher.
RI 8: Jorge Alberto Chanfreau, Juan Ramón Mabragaña, Heriberto Justo Auel y Ernesto Alejandro Repossi.
No se debe olvidar que durante el terrorismo de Estado un total de doce personas integraron la Junta Militar durante la dictadura. Por el Ejército: Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Cristino Nicolaides. Por la Marina: Emilio Eduardo Massera, Armando Lambruschini, Jorge Anaya y Rubén Oscar Franco. Por la Fuerza Aérea: Orlando Ramón Agosti, Omar Graffigna, Basilio Lami Dozo y Augusto Jorge Hughes.
No todos cumplieron la misma función y posiblemente las responsabilidades sean diferentes durante el proceso militar, pero todos ellos deben dar explicaciones en los tribunales por el accionar militar o por el ocultamiento de lo sucedido.
Esa impunidad lograda tras casi 50 años de los hechos no solamente la consiguieron ocultando y negando pruebas, sino que durante casi 20 años los juicios de la verdad se vieron interrumpidos por los alzamientos carapintadas y las leyes de Obediencia Debida y Puntos Final que los propios gobiernos constitucionales de Raúl Alfonsín y Carlos Saúl Menem les otorgaron a los militares involucrados.
Los actuales jefes militares en Comodoro Rivadavia tenían alrededor de 10 años cuando fue el golpe dictatorial. Es indudable que a ellos no se les puede adjudicar la responsabilidad de lo sucedido en los años de plomo de la Argentina, pero sí son responsables de mantener y desarrollar unas Fuerzas Armadas alineadas con la democracia y rechazar con contundencia el negacionismo que busca la impunidad de los condenados y los acusados, porque de lo contrario se convertirán en cómplices por ocultamiento de los años más negros del país.
El profundo sentimiento malvinero
Comodoro Rivadavia y todo el extremo sur de la Patagonia hasta Tierra del Fuego posee un profundo y extendido sentimiento de cercanía con las islas Malvinas, la guerra de 1982 y con los soldados conscriptos que fueron llevados a participar del conflicto bélico.
La soberanía argentina sobre las islas es una huella que ha quedado grabada a fuego y enormes recuerdos que aún hoy persisten latentes entre los patagónicos. Todos los 2 de abril se recuerda con vívida emoción el inicio de la guerra y las vicisitudes que se atravesaron por aquellos años de apagones, múltiples muestras de solidaridad y abrazos a los soldados que volvieron de las islas ocultados por los mandos militares tras la derrota.
En la Patagonia Austral la Guerra de Malvinas no fue un relato, sino que se sintió en carne propia y ese sentimiento se transmitió de generación en generación hasta la actualidad; es por eso que los uniformes militares son vistos como un simbolismo de heroicidad que muchos tuvieron durante el conflicto bélico.
La "Sección Olvidada" del Cuerpo de Libertos del RI 8.
Comodoro fue una de las principales bases de operaciones durante el combate contra los ingleses. Unidades militares del RI 8 y del RI 25 de Sarmiento grabaron a fuego páginas de gloria escritas en Malvinas.
Efectivos del RI 8 fueron trasladados al Teatro de Operaciones Malvinas para instalarse en Bahía Fox, en el sur de la Isla Gran Malvina, para hacerse cargo de la defensa de dicho puerto. Los del RI 25 desembarcaron en San Carlos y fueron protagonistas de la defensa de Darwin.
Sus hazañas militares son recordadas con orgullo en los museos que ambas unidades poseen en Comodoro y Sarmiento.
Museo Histórico del Regimiento de Infantería Mecanizada 8 "Fortín de Chacabuco".
Lo que la mayoría de la sociedad patagónica desconoce y debe asimilar, incluyendo a las propias tropas y jefes militares de la actualidad, es que el heroísmo malvinero no se mancha por las atrocidades cometidas por la dictadura militar; aunque tampoco puede ignorarse y olvidarse que las detenciones ilegales, las torturas, las violaciones y las desapariciones también existieron en Comodoro y la región.
Para muestra se dice que basta con un botón. Un ex conscripto que hizo la colimba en Comodoro Rivadavia en 1976 planifica viajar a la ciudad y visitar el RI 8 porque allí tiene enormes recuerdos de su paso por la unidad militar.
Aunque no pudo estar en la Guerra de Malvinas porque no fue convocado su sentimiento malvinero es inmenso hasta el punto de haber pintado un mural en el paredón de su casa en el barrio bonaerense de Munro.
Él asegura no saber nada ni haber oído que en esa misma unidad militar, que lo emociona hasta las lágrimas por Malvinas, se produjeron crímenes de lesa humanidad que están siendo juzgados en la actualidad. La dualidad lo invade, pero le cuesta una enormidad asociar ambos procesos que fueron, son y serán parte de la verdad histórica.
Lograr esa nueva síntesis de verdad histórica es un desafío planteado más allá del fallo que se conocerá por la Causa 8008.
El negacionismo y la ola libertaria
Reconstruir la "memoria, verdad y justicia" es una deuda social para Comodoro y la región, más aún en tiempos de la avanzada "negacionista" que busca borrar el terrorismo de Estado y pretende que sus responsables no sean juzgados o los que ya tienen condenas sean beneficiados con cáceles VIP y presiones domiciliarias.
La "batalla cultural" en este terreno no es nueva, data desde el mismísimo momento en que regresó la democracia al país y se potenció al extremo desde el juicio a las juntas, pero tras casi 20 años de impunidad con las leyes que beneficiaron a los militares se encendió nuevamente la llama de la disputa negacionista.
La teoría de los demonios volvió a tomar fuerza con conceptos que van desde "no son 30 mil" hasta el "queremos la verdad completa", los pañuelos negros y otros sectores de la sociedad, donde los libertarios tienen un fuerte arraigo, exigen impunidad para los militares represores condenados y quieren borrar de los libros de historia el proceso dictatorial que tiñó de sangre y dolor a la Argentina.
Zarich: De Comodoro a los altos mandos
Como todo tiene que ver con todo, casualmente mientras se desarrolla el juicio por lesa humanidad en Comodoro Rivadavia se produjo el nombramiento del general Oscar Santiago Zarich como nuevo jefe del Ejército en reemplazo del general Carlos Presti, que fue elegido por el presidente Javier Milei nuevo ministro de Defensa.
Zarich cumplió recientemente funciones en Comodoro como jefe de la IX Brigada y anteriormente había sido jefe del RI 25 de Sarmiento. Frente a su nombramiento autoridades políticas saludaron su traslado a los altos mandos nacionales.
General Oscar Santiago Zarich.
El intendente comodorense Othar Macharashvili felicitó a Zarich y dijo "estoy convencido de que llevará adelante una gran tarea por nuestro país, como ya lo hizo en nuestra ciudad cuando estuvo al frente de la IX Brigada Mecanizada, donde dejó una marca de trabajo responsable y con fuerte compromiso con la comunidad".
No fue el único que saludó el ascenso de Zarich. La diputada porteña de La Libertad Avanza, Lucia Montenegro, que encabezó en 2023 un acto negacionista con Victoria Villarruel en la Legislatura, lo felicitó en sus redes y lo consideró su "amigo".
La legisladora Montenegro, que también quedó involucrada en las irregularidades de la campaña presidencial y el narco escándalo que tiene como protagonista a José Luis Espert, tiene una amplia gama de actividades "negacionistas" entre las que se incluye el homenaje a los militares que participaron del Operativo Independencia en Tucumán durante el año 1975.
Zarich y la legisladora libertaria Lucia Montenegro.
Más allá de que Zarich coincida o no con los pensamientos de Montenegro, que niegan el terrorismo de Estado, el nuevo jefe del Ejército tiene la oportunidad de provocar un quiebre en las Fuerzas Armadas y demostrar su espíritu democrático abriendo -como máximo jefe militar- los archivos en tiempos de la dictadura para que se conozca todo lo sucedido durante el terrorismo, a la vez que se sepa qué pasó con los desaparecidos.
Zarich sabe y seguramente siente Malvinas en las entrañas, lo debe haber vivenciado con más intensidad en sus pasos por Comodoro Rivadavia y Sarmiento; pero también sabe del juicio de lesa humanidad que se desarrolla en la Patagonia y tiene una oportunidad histórica de romper todos los candados del ocultamiento para que se avance en democracia hacia la "memoria, verdad y justicia". Si lo hará o no, sólo el tiempo develará la incógnita.