Verano y fuego en la Patagonia: "La situación de la temporada es compleja, el sistema se va a saturar otra vez"Tras un año marcado por los incendios forestales, los gobiernos de Chubut y Río Negro decretaron la Emergencia Ignea en la región cordillerana. No obstante, las políticas nacionales y provinciales todavía se enfocan más en la respuesta ante la urgencia que en la prevención. Y en medio del ajuste de las políticas de combate contra el fuego, se profundiza la precarización de los trabajadores de Parques Nacionales, especialmente los brigadistas, que son el primer eslabón de lucha contra el fuego. Las condiciones climáticas agravan el escenario con tendencias a la sequía y las altas temperaturas. En este escenario, los incendios de las últimas semanas en Chubut y Rio Negro avizoran un verano patagónico extremadamente complejo.
El clima agrava riesgo de incendios
Mientras la Patagonia ingresa a la temporada de incendios ya se registran dos episodios que evidencian un escenario climático complejo. Los últimos veranos estuvieron caracterizados por múltiples focos en Río Negro y Chubut que llevaron a una eventual saturación del sistema de respuesta. Las condiciones climáticas de este año para la zona patagónica indican un alto riesgo de incendios debido a la combinación de varios elementos: veranos cálidos y secos, bajas precipitaciones, vientos persistentes y sequías prolongadas.
El 1° de diciembre se produjo un incendio en la zona conocida como Loma de la Cancha, ubicada en la reserva provincial El Turbio (Chubut), tras la caída de un rayo. El foco continúa activo después de una semana y se despliega un intenso operativo con más de 100 personas, entre combatientes y personal de apoyo, medios aéreos, unidades móviles y equipos de agua disponibles. De acuerdo al último informe técnico emitido por el Servicio Provincial de Manejo del Fuego el incendio forestal afectó vegetación, concretamente matorrales, arbustos y bosque nativo, además de unas mínimas construcciones. Según señalaron desde la Brigada de Incendios Forestales de Lago Puelo, el fuego avanza en una zona de difícil acceso, con terreno escarpado y gran cantidad de combustible en pie, remanente del incendio del 2015, lo que dificulta las tareas en el lugar.
El pasado 7 de diciembre por la madrugada se desató otro incendio, esta vez en el Refugio Cerro Motoco, ubicado en el límite sur del Area Natural Protegida Río Azul-Lago Escondido. El fuego habría comenzado por un desperfecto en un caño. Bomberos Voluntarios y combatientes del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) dieron respuesta rápidamente y evacuaron a cinco personas. El refugio, sin embargo, quedó completamente consumido por las llamas.
Los hechos se producen en un momento de alto riesgo de incendios en la zona patagónica. Si bien el factor humano es la causa principal de los incendios, estos son agravados por otras circunstancias vinculadas a las políticas de manejo del fuego y a las condiciones ambientales. Según el Informe Nacional de Peligro de Incendios de Vegetación del Sistema Nacional de Manejo del Fuego este año las lluvias recientes no alcanzan para revertir el déficit hídrico ni compensar la escasa nieve caída durante el invierno, lo que incrementa la inflamabilidad durante toda la temporada.
Según precisa el informe, las precipitaciones fueron deficitarias sobre Patagonia, especialmente en el noroeste de la región. Salvo algunas excepciones puntuales, las condiciones generales se mantienen por debajo de los valores normales. Tanto el centro y norte de la Patagonia como el extremo sur de la región se encuentran bajo alguna categoría de sequía. En el centro y norte se advierte, además, una mayor disponibilidad de combustible fino, lo que acrecienta el riesgo de incendios. A ello se suma una proyección de altas temperaturas en toda la Patagonia, que en algunas regiones registran valores superiores a los normales.
La combinación de altas temperaturas, baja humedad y vegetación seca resulta en un combo de extremo riesgo para la generación de incendios, por lo que se espera una temporada especialmente compleja.
Emergencia Ígnea
El 11 de noviembre el Gobierno de Chubut declaró el Estado de Emergencia Ígnea en la zona cordillerana, una medida que rige hasta el mes de abril del 2026. El decreto plantea la prohibición para hacer fuego en espacios públicos y lugares que no estén específicamente habilitados así como el endurecimiento de medidas de seguridad, prevención y vigilancia en complejos turísticos. Además, autoriza al secretario de Bosques a realizar contrataciones de forma directa para solventar gastos eventuales ocasionados por incendios y al Ministerio de Economía a modificar y/o incrementar presupuesto en este sentido. Con medidas similares, el Gobierno de Río Negro hizo lo suyo a través del Decreto 1104/25 que declara la Emergencia Ígnea en todo el territorio por el plazo de un año.
El decreto chubutense, si bien reconoce el escenario de complejidad de la región, no establece medidas concretas de prevención y presupuesto. Según Hernán Mondino -brigadista de Los Alerces y delegado de ATE- "falta una política de incendios integral", una deficiencia que ya viene de Nación. "Estamos despedazados: los más cercanos a nosotros son los del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, y está en un Ministerio. Parques está en otro Ministerio".
"Pero me parece que la línea general es cuál es la política de incendios, si es solo una cuestión de respuesta o también se trabaja más seriamente en la prevención, que eso tiene que ver no solo con la charla a los chicos de cuarto grado, sino que hay una situación más cultural de informar", agrega. También hace referencia al crecimiento demográfico de las localidades de la Comarca Andina y la necesidad de reforzar la prevención y concientización. Sostiene que en la actualidad la política de incendios "no abarca todo eso" sino que "hay una cuestión más de respuesta, de poder resolver algo cuando ya está desatado, pero no está todo lo anterior que habría que hacer en función de prepararse para situaciones que van a ser graves".
El brigadista advirtió que "la situación objetiva está marcada así: la seguía lo que va a hacer es que cualquier persona, un laburante con una amoladora por ejemplo, pueda producir un incendio". "No es solo el asado, el fogón mal apagado, me parece que hay cuestiones más complejas que los sistemas no llegamos a abordar en profundidad, y eso tiene que ver con comunicación y recursos", subrayó.
En relación a la declaración de la Emergencia Ignea, opinó que tiene más que ver "con posturas políticas de activación, de mostrar un hacer" aunque también está ligada a un componente económico "de que haya disponibilidad de fondos para mover en el marco del ajuste que tienen todas las provincias y que tienen Nación; me parece que un poco es el fin de esa declaración".
Combatir los incendios en medio de la precarización
Al complejo escenario de cambio climático y falta de prevención se suma la precarización de los trabajadores. El caso puntual de los brigadistas, que son el primer eslabón de respuesta a los incendios, está signado por la inestabilidad laboral. Mondino expresó que no hay novedades en torno a los reclamos -que incluyen la extensión de contratos, el llamado a paritarias y la incorporación de un mayor número de brigadistas- y que crece "la ansiedad de tener alguna definición distinta a lo que venimos teniendo".
La capacidad de sostener estrategias de prevención a largo plazo se dificulta en tanto se precarizan los empleos: este año la Administración de Parques Nacionales acortó el plazo de los contratos de brigadistas, que en la mayoría de las provincias no supera los tres meses. Mondino señala que el Gobierno nacional dispuso una serie de evaluaciones para habilitar la contratación anual, pero hasta el momento sólo se aplicó en la zona del AMBA: "Y el resto de las provincias quedamos desamparados de esa evaluación que permitía una contratación anual. El mismo Gobierno, al no aplicarlo en el resto de las provincias, un poco se agarra de esa situación para renovarnos los contratos cada tres meses".
"El reclamo que sigue fuerte, por lo menos, es volver a esa contratación anual. En el camino de la estabilidad, si comparamos la actividad con el resto de los trabajos, queda bastante precaria.
Te falta la jubilación, te falta sueldo, te falta estabilidad, te faltan un montón de cuestiones que en parte es lo que hace que los compañeros se terminan yendo. La verdad no hay cambios, no hay conversaciones que permitan ver que va a tener algún giro positivo", agregó.
A la fecha, el sueldo inicial de un brigadista en la Patagonia ronda los $850.000, una cifra que no alcanza a cubrir la canasta básica de la región y que obliga a muchos trabajadores a depender de otro empleo. La merma paulatina de brigadistas en el país no sólo responde a los despidos que se llevaron a cabo en el último año sino a la renuncia de muchos trabajadores para los cuales la actividad se vuelve insostenible.
En este marco, Mondino señaló que actualmente están reclamando algún tipo de bono hasta que se logre la apertura de paritarias o una revalorización del salario más concreta: "La necesidad de plata es urgente, nosotros calculamos que el bono debería ser en el orden de los $500.000 que es lo que más o menos nos equipara con el resto de los servicios y que permitiría a lo mejor que los compañeros de las categorías que recién ingresan tengan un salario más acorde. Los planteos tienen que ver con buscarle alguna vuelta, alguna proposición distinta, pero la situación de fondo no cambia".
A pesar de las dificultades del pluriempleo, es una tendencia creciente: "Hay gente que tiene dos laburos, pero esa situación también cambia porque hay compañeros, por ejemplo, que en función de la disponibilidad tampoco atienden dos laburos, te quedás acá, pero porque te llaman en cualquier momento, porque el incendio puede salir a cualquier hora, porque llegás a cualquier hora a tu casa y no podés cumplir con otra obligación más que con esta. Esa situación en verano también se siente. Siempre fue un poco así, hay mucha cultura de hacer changas en invierno y en verano se cortan, pero ahora es como un poco más necesario, poder tener los dos laburos que permitan complementar los salarios".
La precarización y la falta de políticas concretas inciden negativamente en la capacidad de respuesta de los trabajadores: "Hablando un poco sobre cuestiones de los riesgos, son como las propias vulnerabilidades que tiene el sistema a partir de la falta de las políticas públicas, de no cuidar a los equipos que intervenimos. Eso genera situaciones de cuestión de seguridad porque, por ejemplo, hay compañeros que tienen dos laburos y hoy tenés un tipo cansado".
"El otro día subimos acá a un incendio en el Parque y llegar hasta el incendio mismo tomó prácticamente todo el día, ahí se empiezan a unir como todo más integral, cayó en un rayo, el rayo cayó en una zona lejana, no había helicóptero. Y el acceso es a pie. Entonces, empezás a entrar a lugares de difícil acceso y eso a lo mejor te lleva todo el día y es un desgaste enorme", ejemplifica.
La temporada que se viene
Frente a las condiciones climáticas, presupuestarias y laborales, Mondino avizora una temporada compleja: "La situación de la temporada en sí es compleja, se están dando incendios por rayos que marcan esa tendencia de las tormentas que antes a lo mejor no estaban con tanta frecuencia, el cambio climático, la sequía y el nivel de respuesta está desfinanciado".
"No partimos de un sistema óptimo", afirmó, y aunque señaló que en la Patagonia, si bien hay acciones de coordinación y cuestiones operativas, faltan recursos concretos. "Esas situaciones empiezan a modificar y yo creo que ahora estuvieron contenidas, porque estamos saliendo del invierno, y si bien hay sequía, hay algo de humedad, a medida que va a pasar el verano una tormenta así puede dejar algo bastante grande", advierte.
A ello se suma el bajo número de brigadistas, que entre despidos y renuncias por las condiciones salariales, es poco más de la mitad del plantel necesario. Actualmente contabilizan unos 340 brigadistas en los Parques Nacionales de todo el país pero, según los cálculos de los trabajadores, el mínimo ideal serían alrededor de 700. La situación climática que se avecina requiere, en este sentido, fortalecer tanto el recurso humano y técnico.
El territorio patagónico viene sufriendo la combinación del ajuste, los cambios climáticos y las políticas deficientes: entre octubre de 2023 y marzo del 2024 los incendios forestales afectaron 7.747 hectáreas en la región de los Bosques Andino Patagónicos, según un informe de Greenpeace. De ese total, el 90% del área forestal quemada corresponde a Chubut, donde fueron afectadas 6.985 hectáreas. Le siguen Río Negro (425 hectáreas), Neuquén (233) y Santa Cruz (114).
Greenpeace advirtió sobre las consecuencias de la destrucción de bosques y la falta de acciones para mitigar los efectos del cambio climático. "Teniendo en cuenta que se estima que el 95% de los incendios forestales se inician por causas humanas, es fundamental un mayor trabajo en prevención y un aumento considerable de brigadistas e infraestructura para el combate temprano al fuego, tanto a nivel provincial como nacional. Por otra parte, resulta evidente que las multas no son suficientes para desalentar tanto a los desmontes como a los incendios, por lo que consideramos que en forma urgente se debe prohibir y penalizar la destrucción de bosques nativos", enfatizan desde la ONG.
Las condiciones climáticas se agravan, escasea el recurso técnico y el sostenimiento queda en manos de los trabajadores, fuertemente precarizados tras un año de desguace de los distintos organismos públicos de combate contra el fuego. "La visión que tenemos, en ese sentido, es que se va a volver a saturar el sistema", adelanta Mondino, escenario idéntico al que se vivió durante el verano pasado: "Parques saturó su sistema el año pasado, movió todo lo que había que mover. No había donde sacar un brigadista y este año la tendencia es un poco la misma".
"Si bien pueden estar garantizadas cuestiones mínimas, de ataque inicial -y están garantizadas hasta ahí nomás, porque hay problemáticas de logística, infraestructura y móviles- en algo grande me parece que va que va a costar mucho contenerlo en función de la temporada que vemos todos los servicios, todos vemos que va a estar difícil el verano", concluye.
Tras un año marcado por los incendios forestales, los gobiernos de Chubut y Río Negro decretaron la Emergencia Ignea en la región cordillerana. No obstante, las políticas nacionales y provinciales todavía se enfocan más en la respuesta ante la urgencia que en la prevención. Y en medio del ajuste de las políticas de combate contra el fuego, se profundiza la precarización de los trabajadores de Parques Nacionales, especialmente los brigadistas, que son el primer eslabón de lucha contra el fuego. Las condiciones climáticas agravan el escenario con tendencias a la sequía y las altas temperaturas. En este escenario, los incendios de las últimas semanas en Chubut y Rio Negro avizoran un verano patagónico extremadamente complejo.
El clima agrava riesgo de incendios
Mientras la Patagonia ingresa a la temporada de incendios ya se registran dos episodios que evidencian un escenario climático complejo. Los últimos veranos estuvieron caracterizados por múltiples focos en Río Negro y Chubut que llevaron a una eventual saturación del sistema de respuesta. Las condiciones climáticas de este año para la zona patagónica indican un alto riesgo de incendios debido a la combinación de varios elementos: veranos cálidos y secos, bajas precipitaciones, vientos persistentes y sequías prolongadas.
El 1° de diciembre se produjo un incendio en la zona conocida como Loma de la Cancha, ubicada en la reserva provincial El Turbio (Chubut), tras la caída de un rayo. El foco continúa activo después de una semana y se despliega un intenso operativo con más de 100 personas, entre combatientes y personal de apoyo, medios aéreos, unidades móviles y equipos de agua disponibles. De acuerdo al último informe técnico emitido por el Servicio Provincial de Manejo del Fuego el incendio forestal afectó vegetación, concretamente matorrales, arbustos y bosque nativo, además de unas mínimas construcciones. Según señalaron desde la Brigada de Incendios Forestales de Lago Puelo, el fuego avanza en una zona de difícil acceso, con terreno escarpado y gran cantidad de combustible en pie, remanente del incendio del 2015, lo que dificulta las tareas en el lugar.
El pasado 7 de diciembre por la madrugada se desató otro incendio, esta vez en el Refugio Cerro Motoco, ubicado en el límite sur del Area Natural Protegida Río Azul-Lago Escondido. El fuego habría comenzado por un desperfecto en un caño. Bomberos Voluntarios y combatientes del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) dieron respuesta rápidamente y evacuaron a cinco personas. El refugio, sin embargo, quedó completamente consumido por las llamas.
Los hechos se producen en un momento de alto riesgo de incendios en la zona patagónica. Si bien el factor humano es la causa principal de los incendios, estos son agravados por otras circunstancias vinculadas a las políticas de manejo del fuego y a las condiciones ambientales. Según el Informe Nacional de Peligro de Incendios de Vegetación del Sistema Nacional de Manejo del Fuego este año las lluvias recientes no alcanzan para revertir el déficit hídrico ni compensar la escasa nieve caída durante el invierno, lo que incrementa la inflamabilidad durante toda la temporada.
Según precisa el informe, las precipitaciones fueron deficitarias sobre Patagonia, especialmente en el noroeste de la región. Salvo algunas excepciones puntuales, las condiciones generales se mantienen por debajo de los valores normales. Tanto el centro y norte de la Patagonia como el extremo sur de la región se encuentran bajo alguna categoría de sequía. En el centro y norte se advierte, además, una mayor disponibilidad de combustible fino, lo que acrecienta el riesgo de incendios. A ello se suma una proyección de altas temperaturas en toda la Patagonia, que en algunas regiones registran valores superiores a los normales.
La combinación de altas temperaturas, baja humedad y vegetación seca resulta en un combo de extremo riesgo para la generación de incendios, por lo que se espera una temporada especialmente compleja.
Emergencia Ígnea
El 11 de noviembre el Gobierno de Chubut declaró el Estado de Emergencia Ígnea en la zona cordillerana, una medida que rige hasta el mes de abril del 2026. El decreto plantea la prohibición para hacer fuego en espacios públicos y lugares que no estén específicamente habilitados así como el endurecimiento de medidas de seguridad, prevención y vigilancia en complejos turísticos. Además, autoriza al secretario de Bosques a realizar contrataciones de forma directa para solventar gastos eventuales ocasionados por incendios y al Ministerio de Economía a modificar y/o incrementar presupuesto en este sentido. Con medidas similares, el Gobierno de Río Negro hizo lo suyo a través del Decreto 1104/25 que declara la Emergencia Ígnea en todo el territorio por el plazo de un año.
El decreto chubutense, si bien reconoce el escenario de complejidad de la región, no establece medidas concretas de prevención y presupuesto. Según Hernán Mondino -brigadista de Los Alerces y delegado de ATE- "falta una política de incendios integral", una deficiencia que ya viene de Nación. "Estamos despedazados: los más cercanos a nosotros son los del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, y está en un Ministerio. Parques está en otro Ministerio".
"Pero me parece que la línea general es cuál es la política de incendios, si es solo una cuestión de respuesta o también se trabaja más seriamente en la prevención, que eso tiene que ver no solo con la charla a los chicos de cuarto grado, sino que hay una situación más cultural de informar", agrega. También hace referencia al crecimiento demográfico de las localidades de la Comarca Andina y la necesidad de reforzar la prevención y concientización. Sostiene que en la actualidad la política de incendios "no abarca todo eso" sino que "hay una cuestión más de respuesta, de poder resolver algo cuando ya está desatado, pero no está todo lo anterior que habría que hacer en función de prepararse para situaciones que van a ser graves".
El brigadista advirtió que "la situación objetiva está marcada así: la seguía lo que va a hacer es que cualquier persona, un laburante con una amoladora por ejemplo, pueda producir un incendio". "No es solo el asado, el fogón mal apagado, me parece que hay cuestiones más complejas que los sistemas no llegamos a abordar en profundidad, y eso tiene que ver con comunicación y recursos", subrayó.
En relación a la declaración de la Emergencia Ignea, opinó que tiene más que ver "con posturas políticas de activación, de mostrar un hacer" aunque también está ligada a un componente económico "de que haya disponibilidad de fondos para mover en el marco del ajuste que tienen todas las provincias y que tienen Nación; me parece que un poco es el fin de esa declaración".
Combatir los incendios en medio de la precarización
Al complejo escenario de cambio climático y falta de prevención se suma la precarización de los trabajadores. El caso puntual de los brigadistas, que son el primer eslabón de respuesta a los incendios, está signado por la inestabilidad laboral. Mondino expresó que no hay novedades en torno a los reclamos -que incluyen la extensión de contratos, el llamado a paritarias y la incorporación de un mayor número de brigadistas- y que crece "la ansiedad de tener alguna definición distinta a lo que venimos teniendo".
La capacidad de sostener estrategias de prevención a largo plazo se dificulta en tanto se precarizan los empleos: este año la Administración de Parques Nacionales acortó el plazo de los contratos de brigadistas, que en la mayoría de las provincias no supera los tres meses. Mondino señala que el Gobierno nacional dispuso una serie de evaluaciones para habilitar la contratación anual, pero hasta el momento sólo se aplicó en la zona del AMBA: "Y el resto de las provincias quedamos desamparados de esa evaluación que permitía una contratación anual. El mismo Gobierno, al no aplicarlo en el resto de las provincias, un poco se agarra de esa situación para renovarnos los contratos cada tres meses".
"El reclamo que sigue fuerte, por lo menos, es volver a esa contratación anual. En el camino de la estabilidad, si comparamos la actividad con el resto de los trabajos, queda bastante precaria.
Te falta la jubilación, te falta sueldo, te falta estabilidad, te faltan un montón de cuestiones que en parte es lo que hace que los compañeros se terminan yendo. La verdad no hay cambios, no hay conversaciones que permitan ver que va a tener algún giro positivo", agregó.
A la fecha, el sueldo inicial de un brigadista en la Patagonia ronda los $850.000, una cifra que no alcanza a cubrir la canasta básica de la región y que obliga a muchos trabajadores a depender de otro empleo. La merma paulatina de brigadistas en el país no sólo responde a los despidos que se llevaron a cabo en el último año sino a la renuncia de muchos trabajadores para los cuales la actividad se vuelve insostenible.
En este marco, Mondino señaló que actualmente están reclamando algún tipo de bono hasta que se logre la apertura de paritarias o una revalorización del salario más concreta: "La necesidad de plata es urgente, nosotros calculamos que el bono debería ser en el orden de los $500.000 que es lo que más o menos nos equipara con el resto de los servicios y que permitiría a lo mejor que los compañeros de las categorías que recién ingresan tengan un salario más acorde. Los planteos tienen que ver con buscarle alguna vuelta, alguna proposición distinta, pero la situación de fondo no cambia".
A pesar de las dificultades del pluriempleo, es una tendencia creciente: "Hay gente que tiene dos laburos, pero esa situación también cambia porque hay compañeros, por ejemplo, que en función de la disponibilidad tampoco atienden dos laburos, te quedás acá, pero porque te llaman en cualquier momento, porque el incendio puede salir a cualquier hora, porque llegás a cualquier hora a tu casa y no podés cumplir con otra obligación más que con esta. Esa situación en verano también se siente. Siempre fue un poco así, hay mucha cultura de hacer changas en invierno y en verano se cortan, pero ahora es como un poco más necesario, poder tener los dos laburos que permitan complementar los salarios".
La precarización y la falta de políticas concretas inciden negativamente en la capacidad de respuesta de los trabajadores: "Hablando un poco sobre cuestiones de los riesgos, son como las propias vulnerabilidades que tiene el sistema a partir de la falta de las políticas públicas, de no cuidar a los equipos que intervenimos. Eso genera situaciones de cuestión de seguridad porque, por ejemplo, hay compañeros que tienen dos laburos y hoy tenés un tipo cansado".
"El otro día subimos acá a un incendio en el Parque y llegar hasta el incendio mismo tomó prácticamente todo el día, ahí se empiezan a unir como todo más integral, cayó en un rayo, el rayo cayó en una zona lejana, no había helicóptero. Y el acceso es a pie. Entonces, empezás a entrar a lugares de difícil acceso y eso a lo mejor te lleva todo el día y es un desgaste enorme", ejemplifica.
La temporada que se viene
Frente a las condiciones climáticas, presupuestarias y laborales, Mondino avizora una temporada compleja: "La situación de la temporada en sí es compleja, se están dando incendios por rayos que marcan esa tendencia de las tormentas que antes a lo mejor no estaban con tanta frecuencia, el cambio climático, la sequía y el nivel de respuesta está desfinanciado".
"No partimos de un sistema óptimo", afirmó, y aunque señaló que en la Patagonia, si bien hay acciones de coordinación y cuestiones operativas, faltan recursos concretos. "Esas situaciones empiezan a modificar y yo creo que ahora estuvieron contenidas, porque estamos saliendo del invierno, y si bien hay sequía, hay algo de humedad, a medida que va a pasar el verano una tormenta así puede dejar algo bastante grande", advierte.
A ello se suma el bajo número de brigadistas, que entre despidos y renuncias por las condiciones salariales, es poco más de la mitad del plantel necesario. Actualmente contabilizan unos 340 brigadistas en los Parques Nacionales de todo el país pero, según los cálculos de los trabajadores, el mínimo ideal serían alrededor de 700. La situación climática que se avecina requiere, en este sentido, fortalecer tanto el recurso humano y técnico.
El territorio patagónico viene sufriendo la combinación del ajuste, los cambios climáticos y las políticas deficientes: entre octubre de 2023 y marzo del 2024 los incendios forestales afectaron 7.747 hectáreas en la región de los Bosques Andino Patagónicos, según un informe de Greenpeace. De ese total, el 90% del área forestal quemada corresponde a Chubut, donde fueron afectadas 6.985 hectáreas. Le siguen Río Negro (425 hectáreas), Neuquén (233) y Santa Cruz (114).
Greenpeace advirtió sobre las consecuencias de la destrucción de bosques y la falta de acciones para mitigar los efectos del cambio climático. "Teniendo en cuenta que se estima que el 95% de los incendios forestales se inician por causas humanas, es fundamental un mayor trabajo en prevención y un aumento considerable de brigadistas e infraestructura para el combate temprano al fuego, tanto a nivel provincial como nacional. Por otra parte, resulta evidente que las multas no son suficientes para desalentar tanto a los desmontes como a los incendios, por lo que consideramos que en forma urgente se debe prohibir y penalizar la destrucción de bosques nativos", enfatizan desde la ONG.
Las condiciones climáticas se agravan, escasea el recurso técnico y el sostenimiento queda en manos de los trabajadores, fuertemente precarizados tras un año de desguace de los distintos organismos públicos de combate contra el fuego. "La visión que tenemos, en ese sentido, es que se va a volver a saturar el sistema", adelanta Mondino, escenario idéntico al que se vivió durante el verano pasado: "Parques saturó su sistema el año pasado, movió todo lo que había que mover. No había donde sacar un brigadista y este año la tendencia es un poco la misma".
"Si bien pueden estar garantizadas cuestiones mínimas, de ataque inicial -y están garantizadas hasta ahí nomás, porque hay problemáticas de logística, infraestructura y móviles- en algo grande me parece que va que va a costar mucho contenerlo en función de la temporada que vemos todos los servicios, todos vemos que va a estar difícil el verano", concluye.

