La Patagonia Rebelde desde la literatura y para tiempos de negacionismoPor Ernesto Zippo
Se cumplen 104 años de la Patagonia Rebelde, aquella gran huelga que puso patas para arriba el orden establecido en Santa Cruz. En tiempos del discurso negacionista que pretende instalar La Libertad Avanza, se puede recurrir a diferentes herramientas para seguir reivindicando a nuestros mártires. Una de esas herramientas es la literatura.
En diciembre de 1921, la huelga en Santa Cruz estaba concluyendo con fusilamientos masivos de peones rurales a cargo del Ejército Argentino. Aquellos sucesos se pueden abordar desde varios aspectos: desde la historia, a través de los imprescindibles cuatro volúmenes de Los Vengadores de la Patagonia Trágica que publicó Osvaldo Bayer entre 1972 y 1978, y luego, gracias a las y los historiadores e investigadores que sumaron más publicaciones sobre la revuelta de los peones rurales.
Pero también se puede recurrir a diferentes expresiones artísticas que rescatan lo ocurrido en la Patagonia Rebelde. Mencionaré varias obras importantes y luego me centraré en tres de ellas que merecen ser conocidas.
Desde el cine, se puede llegar a la célebre película La Patagonia Rebelde (1974), del director Héctor Olivera y con guion de Osvaldo Bayer. Otra película menos conocida es Flores Amarillas en la Ventana (1996), del director Víctor Jorge Ruíz. En el teatro, fue muy reconocida la obra Las Putas de San Julián (2013), del director Rubén Mosquera, con textos de Osvaldo Bayer.
Desde la música, se abordó a través del Quinteto Negro de La Boca y su álbum Tangos Libertarios (2014). Desde el rock, la banda punk de Río Gallegos Anti-Héroes publicó en 2015 el álbum Por La Liverta . En 2021, se lanzó en las plataformas digitales La Cantata de las Huelgas Patagónicas Volumen 1 y 2, con letra del periodista Mario Novak y música de Martín Leoz. Este mismo año 2025, se presentó " Soto. Homenaje a la Patagonia Rebelde ", con letras de Miguel Oliva y música de Mariano Díaz.
En la literatura podemos encontrar varias obras referidas e inspiradas en la huelga de 1921. Además de las reconocidas novelas Los Dueños de la Tierra (1953-1958), de David Viñas, y El Paso del Diablo (2004), del escritor chileno Pavel Oyarzún Díaz, existen otras a destacar en esta nota.
Desde la novela
La primera obra se llama "El ventisquero y la furia", del periodista Héctor Rodolfo "Lobo" Peña, publicada en 1984 por la Editorial Galerna. El Lobo Peña nació en Río Gallegos el 4 de agosto de 1938 y falleció el 17 de julio de 2003. Uno de los peones fusilados en la Estancia La Anita fue familiar suyo por parte de su madre, Julia Pantín. Se llamaba Ramón Pantín y tenía 17 años.
Su novela narra la vida del protagonista Hermenegildo Prosan, su esposa María Soledad y su sobrino Anselmo. Son pobladores que viven en las orillas del Lago Argentino y deben lidiar con la crecida de las aguas, producto del avance del glaciar "Ventisquero" Perito Moreno, que impide que el lago desemboque en el río Santa Cruz. Es una lucha casi imposible contra la naturaleza y Hermenegildo se niega a retirar su pequeño rancho y ceder al desafío que le impone la enorme masa de hielo. Mientras eso ocurre, Anselmo le pide a su tío que le cuente sobre la huelga de 1921, en la que fue testigo directo. Hermenegildo se niega a rememorar algo que vivió más de veinte años atrás, pero sin querer, su memoria regresa al pasado y decide contarle sobre la masacre que presenció junto a otros compañeros suyos. Claramente, en la novela, Hermenegildo se ubica en el bando de los huelguistas y así se desarrolla de manera muy certera la escritura de su autor.
La novela está descatalogada hace muchos años y fue una grata sorpresa saber de su existencia. El Lobo Peña recurre a elementos verosímiles para ambientar el tiempo y el espacio en que se desenvuelven los personajes. También agrega diálogos muy rigurosos sobre cómo hablaban aquellos peones de 1920-1921. Describe de manera magistral aquellos paisajes que Osvaldo Bayer supo catalogar como un "paraíso", pero también, un lugar muy hostil para vivir.
Desde la novela gráfica
La segunda obra es una novela gráfica con guiones de Pablo Baca e ilustraciones de Gustavo Camisay. Fue publicada por primera vez como "Palabras escritas en el viento" (2013), era el primer volumen que estaba inconcluso, hasta que en 2023 se lanzó el segundo volumen llamado "Cazando peones en las estepas". Ambos volúmenes eran muy difíciles de conseguir porque no estaban a la venta. Este año, y con ayuda de la Dirección General de Artes Gráficas del Gobierno de Santa Cruz, se lanzaron ambos volúmenes en una sola publicación, con el nombre "El cuaderno secreto de Soto".
La trama transcurre con el principal dirigente de la huelga de la Patagonia Rebelde, Antonio Soto, escribiendo un libro sobre sus memorias de la huelga de 1921. Soto decide plasmar en un cuaderno lo ocurrido en Santa Cruz. Lo hace ya grande y poco antes de fallecer (1963). Los textos de Baca transcurren en la vida de Soto desde que llega a Río Gallegos como tramoyista y se involucra en las luchas obreras. Junto al excelente trabajo del ilustrador Camisay, podemos recorrer, a través del líder de la Patagonia Rebelde, los sucesos de la huelga y sus últimos días en Punta Arenas. Soto siempre mantiene presente aquella masacre obrera y la novela gráfica te atrapa desde el principio. La edición es muy prolija y la calidad del libro es brillante. Un digno homenaje a Antonio Soto y a aquella rebelión rural.
Desde la poesía
La tercera y última obra literaria aborda la huelga desde otra mirada: la poesía. Liliana Ancalao es profesora en Letras y pertenece a la comunidad mapuche-tehuelche Ñankulawen. Ancalao se enfoca en visibilizar a los cientos de peones de origen mapuche, tehuelche, huiliche, selknam y kaweskar que fueron fusilados durante la huelga. La mayoría de aquellos peones que protagonizaron la revuelta eran originarios y, en los últimos años, comenzaron a visibilizarse para entender con más profundidad la composición de aquellos trabajadores del campo que incluso eran despojados de sus tierras y obligados a trabajar junto a otros trabajadores inmigrantes de Europa o de otras partes del país. Sus tierras fueron apropiadas por los genocidas durante la Conquista del Desierto (1878-1885) o la Ocupación de la Araucanía en Chile (1861-1883). Sin tierras, fueron obligados a trabajar como mano de obra barata en las estancias de la Patagonia chilena y argentina.
Liliana Ancalao recuerda que cuando leyó el libro de Bayer y especialmente el pliego de reivindicaciones elaborado por la Sociedad Obrera, le impactaron las demandas de aquellos peones. Junto a las imágenes que acompañan el libro Los Vengadores de la Patagonia Trágica, reconoció a muchos de sus hermanos originarios por sus rasgos indígenas y se inspiró para escribir un poema en homenaje a sus hermanos de la tierra y al resto de sus compañeros fusilados en 1921.
El poema lo publicó en 2020, en su poemario "Rokiñ, provisiones para el viaje".
La tarde del sábado para lavar la ropa
Entre los peones que cayeron fusilados en las huelgas rurales de 1920 y 1921, seguramente había hombres de los pueblos originarios que cuarenta años antes habían recorrido libres los territorios del sur
la tarde del sábado
para lavar la ropa
pedían
los peones
que ahora les llamaban así
a los empobrecidos
williches pikunches
ahonikenk shelknam
yagan kaweskar
y también
los kamollfunche
cuarenta años después
un rato de ser wentru pedían
aunque los alambrados
no les dijeron
no
a su pedido
siempre fueron afables
tampoco sí
a las ventanas de brisa
en el galpón cerrado
un suspiro limpio que ventile el pecho
y se lleve el olor de los corrales
lo desparrame
como el agua enjabonada
el sábado a la tarde
en el patio de la estancia
un respiro de aire
sin patrones
que ahora debían llamarle así
a los muy enriquecidos
no les dijeron no
los muy prolijos
hicieron venir a los milicos
y no les dieron
tiempo para lavar su cara y su cabello
que el agua corra hasta sus pies
el sábado a la tarde
para lavar sus calzoncillos
la camisa
la roña de los puños
la mugre del cuello
los sudores
de la espalda
salir del ciclo de la lana
por un rato
que la parición
que cortarles los huevitos a las crías
y la señal del patrón en las orejas.
que la pelada del ojo
que la esquila
que los fardos de lana trepándose
hasta el techo
no tuvieron
los bancos que pedían
para sentarse
descansar el cuerpo
armar el círculo de la conversa
y el silencio
y que en los puestos
esa distancia alambrada
en la inmensidad del latifundio
el hombre no esté solo
condenado a estar impar
eso pedían
a cambio de volver
a producirles las ganancias
y los ataron
como hacía cuarenta años
a sus parientes
allá por el Chubut
en el Corral de Sacamata
como a animales
los milicos obedientes
de los muy enriquecidos
no les dijeron no
tampoco sí
al sábado a la tarde
para volver a ser wentru
por un rato
para lavarse
bancos
velas
aire
no estar solos en los puestos
no más pedían
balas
les dieron
los milicos obedientes
primero los pusieron paraditos
y en fila
como los postes del alambre
a los peones que se habían atrevido
les apuntaron ahí
a la memoria
y fueron cayendo
las camisas con sangre
que ningún jabón refregará
el sábado a la tarde
y vuelve
a gotear el dolor
mierda
vuelve
Las obras artísticas son más vastas que las mencionadas en esta nota y tan solo nombré a algunas de ellas. Existen otras con un valor imprescindible para introducirse en la Patagonia Rebelde. Eso demuestra que las Huelgas Patagónicas siguen sobrevolando en el imaginario de cada lucha obrera o del pueblo pobre. Entonces, aunque intenten derribar el monumento de Osvaldo Bayer en Río Gallegos, o negar que los fusilamientos de 1921 fueran parte de un plan genocida de la clase dominante, siempre aquellos peones estarán presentes en la memoria de quienes los rescatamos del olvido y reivindicamos aquella revuelta que se atrevió a cuestionar la explotación injusta de los peones rurales de Santa Cruz.
Fuente: laizquierdadiario
Por Ernesto Zippo
Se cumplen 104 años de la Patagonia Rebelde, aquella gran huelga que puso patas para arriba el orden establecido en Santa Cruz. En tiempos del discurso negacionista que pretende instalar La Libertad Avanza, se puede recurrir a diferentes herramientas para seguir reivindicando a nuestros mártires. Una de esas herramientas es la literatura.
En diciembre de 1921, la huelga en Santa Cruz estaba concluyendo con fusilamientos masivos de peones rurales a cargo del Ejército Argentino. Aquellos sucesos se pueden abordar desde varios aspectos: desde la historia, a través de los imprescindibles cuatro volúmenes de Los Vengadores de la Patagonia Trágica que publicó Osvaldo Bayer entre 1972 y 1978, y luego, gracias a las y los historiadores e investigadores que sumaron más publicaciones sobre la revuelta de los peones rurales.
Pero también se puede recurrir a diferentes expresiones artísticas que rescatan lo ocurrido en la Patagonia Rebelde. Mencionaré varias obras importantes y luego me centraré en tres de ellas que merecen ser conocidas.
Desde el cine, se puede llegar a la célebre película La Patagonia Rebelde (1974), del director Héctor Olivera y con guion de Osvaldo Bayer. Otra película menos conocida es Flores Amarillas en la Ventana (1996), del director Víctor Jorge Ruíz. En el teatro, fue muy reconocida la obra Las Putas de San Julián (2013), del director Rubén Mosquera, con textos de Osvaldo Bayer.
Desde la música, se abordó a través del Quinteto Negro de La Boca y su álbum Tangos Libertarios (2014). Desde el rock, la banda punk de Río Gallegos Anti-Héroes publicó en 2015 el álbum Por La Liverta . En 2021, se lanzó en las plataformas digitales La Cantata de las Huelgas Patagónicas Volumen 1 y 2, con letra del periodista Mario Novak y música de Martín Leoz. Este mismo año 2025, se presentó " Soto. Homenaje a la Patagonia Rebelde ", con letras de Miguel Oliva y música de Mariano Díaz.
En la literatura podemos encontrar varias obras referidas e inspiradas en la huelga de 1921. Además de las reconocidas novelas Los Dueños de la Tierra (1953-1958), de David Viñas, y El Paso del Diablo (2004), del escritor chileno Pavel Oyarzún Díaz, existen otras a destacar en esta nota.
Desde la novela
La primera obra se llama "El ventisquero y la furia", del periodista Héctor Rodolfo "Lobo" Peña, publicada en 1984 por la Editorial Galerna. El Lobo Peña nació en Río Gallegos el 4 de agosto de 1938 y falleció el 17 de julio de 2003. Uno de los peones fusilados en la Estancia La Anita fue familiar suyo por parte de su madre, Julia Pantín. Se llamaba Ramón Pantín y tenía 17 años.
Su novela narra la vida del protagonista Hermenegildo Prosan, su esposa María Soledad y su sobrino Anselmo. Son pobladores que viven en las orillas del Lago Argentino y deben lidiar con la crecida de las aguas, producto del avance del glaciar "Ventisquero" Perito Moreno, que impide que el lago desemboque en el río Santa Cruz. Es una lucha casi imposible contra la naturaleza y Hermenegildo se niega a retirar su pequeño rancho y ceder al desafío que le impone la enorme masa de hielo. Mientras eso ocurre, Anselmo le pide a su tío que le cuente sobre la huelga de 1921, en la que fue testigo directo. Hermenegildo se niega a rememorar algo que vivió más de veinte años atrás, pero sin querer, su memoria regresa al pasado y decide contarle sobre la masacre que presenció junto a otros compañeros suyos. Claramente, en la novela, Hermenegildo se ubica en el bando de los huelguistas y así se desarrolla de manera muy certera la escritura de su autor.
La novela está descatalogada hace muchos años y fue una grata sorpresa saber de su existencia. El Lobo Peña recurre a elementos verosímiles para ambientar el tiempo y el espacio en que se desenvuelven los personajes. También agrega diálogos muy rigurosos sobre cómo hablaban aquellos peones de 1920-1921. Describe de manera magistral aquellos paisajes que Osvaldo Bayer supo catalogar como un "paraíso", pero también, un lugar muy hostil para vivir.
Desde la novela gráfica
La segunda obra es una novela gráfica con guiones de Pablo Baca e ilustraciones de Gustavo Camisay. Fue publicada por primera vez como "Palabras escritas en el viento" (2013), era el primer volumen que estaba inconcluso, hasta que en 2023 se lanzó el segundo volumen llamado "Cazando peones en las estepas". Ambos volúmenes eran muy difíciles de conseguir porque no estaban a la venta. Este año, y con ayuda de la Dirección General de Artes Gráficas del Gobierno de Santa Cruz, se lanzaron ambos volúmenes en una sola publicación, con el nombre "El cuaderno secreto de Soto".
La trama transcurre con el principal dirigente de la huelga de la Patagonia Rebelde, Antonio Soto, escribiendo un libro sobre sus memorias de la huelga de 1921. Soto decide plasmar en un cuaderno lo ocurrido en Santa Cruz. Lo hace ya grande y poco antes de fallecer (1963). Los textos de Baca transcurren en la vida de Soto desde que llega a Río Gallegos como tramoyista y se involucra en las luchas obreras. Junto al excelente trabajo del ilustrador Camisay, podemos recorrer, a través del líder de la Patagonia Rebelde, los sucesos de la huelga y sus últimos días en Punta Arenas. Soto siempre mantiene presente aquella masacre obrera y la novela gráfica te atrapa desde el principio. La edición es muy prolija y la calidad del libro es brillante. Un digno homenaje a Antonio Soto y a aquella rebelión rural.
Desde la poesía
La tercera y última obra literaria aborda la huelga desde otra mirada: la poesía. Liliana Ancalao es profesora en Letras y pertenece a la comunidad mapuche-tehuelche Ñankulawen. Ancalao se enfoca en visibilizar a los cientos de peones de origen mapuche, tehuelche, huiliche, selknam y kaweskar que fueron fusilados durante la huelga. La mayoría de aquellos peones que protagonizaron la revuelta eran originarios y, en los últimos años, comenzaron a visibilizarse para entender con más profundidad la composición de aquellos trabajadores del campo que incluso eran despojados de sus tierras y obligados a trabajar junto a otros trabajadores inmigrantes de Europa o de otras partes del país. Sus tierras fueron apropiadas por los genocidas durante la Conquista del Desierto (1878-1885) o la Ocupación de la Araucanía en Chile (1861-1883). Sin tierras, fueron obligados a trabajar como mano de obra barata en las estancias de la Patagonia chilena y argentina.
Liliana Ancalao recuerda que cuando leyó el libro de Bayer y especialmente el pliego de reivindicaciones elaborado por la Sociedad Obrera, le impactaron las demandas de aquellos peones. Junto a las imágenes que acompañan el libro Los Vengadores de la Patagonia Trágica, reconoció a muchos de sus hermanos originarios por sus rasgos indígenas y se inspiró para escribir un poema en homenaje a sus hermanos de la tierra y al resto de sus compañeros fusilados en 1921.
El poema lo publicó en 2020, en su poemario "Rokiñ, provisiones para el viaje".
La tarde del sábado para lavar la ropa
Entre los peones que cayeron fusilados en las huelgas rurales de 1920 y 1921, seguramente había hombres de los pueblos originarios que cuarenta años antes habían recorrido libres los territorios del sur
la tarde del sábado
para lavar la ropa
pedían
los peones
que ahora les llamaban así
a los empobrecidos
williches pikunches
ahonikenk shelknam
yagan kaweskar
y también
los kamollfunche
cuarenta años después
un rato de ser wentru pedían
aunque los alambrados
no les dijeron
no
a su pedido
siempre fueron afables
tampoco sí
a las ventanas de brisa
en el galpón cerrado
un suspiro limpio que ventile el pecho
y se lleve el olor de los corrales
lo desparrame
como el agua enjabonada
el sábado a la tarde
en el patio de la estancia
un respiro de aire
sin patrones
que ahora debían llamarle así
a los muy enriquecidos
no les dijeron no
los muy prolijos
hicieron venir a los milicos
y no les dieron
tiempo para lavar su cara y su cabello
que el agua corra hasta sus pies
el sábado a la tarde
para lavar sus calzoncillos
la camisa
la roña de los puños
la mugre del cuello
los sudores
de la espalda
salir del ciclo de la lana
por un rato
que la parición
que cortarles los huevitos a las crías
y la señal del patrón en las orejas.
que la pelada del ojo
que la esquila
que los fardos de lana trepándose
hasta el techo
no tuvieron
los bancos que pedían
para sentarse
descansar el cuerpo
armar el círculo de la conversa
y el silencio
y que en los puestos
esa distancia alambrada
en la inmensidad del latifundio
el hombre no esté solo
condenado a estar impar
eso pedían
a cambio de volver
a producirles las ganancias
y los ataron
como hacía cuarenta años
a sus parientes
allá por el Chubut
en el Corral de Sacamata
como a animales
los milicos obedientes
de los muy enriquecidos
no les dijeron no
tampoco sí
al sábado a la tarde
para volver a ser wentru
por un rato
para lavarse
bancos
velas
aire
no estar solos en los puestos
no más pedían
balas
les dieron
los milicos obedientes
primero los pusieron paraditos
y en fila
como los postes del alambre
a los peones que se habían atrevido
les apuntaron ahí
a la memoria
y fueron cayendo
las camisas con sangre
que ningún jabón refregará
el sábado a la tarde
y vuelve
a gotear el dolor
mierda
vuelve
Las obras artísticas son más vastas que las mencionadas en esta nota y tan solo nombré a algunas de ellas. Existen otras con un valor imprescindible para introducirse en la Patagonia Rebelde. Eso demuestra que las Huelgas Patagónicas siguen sobrevolando en el imaginario de cada lucha obrera o del pueblo pobre. Entonces, aunque intenten derribar el monumento de Osvaldo Bayer en Río Gallegos, o negar que los fusilamientos de 1921 fueran parte de un plan genocida de la clase dominante, siempre aquellos peones estarán presentes en la memoria de quienes los rescatamos del olvido y reivindicamos aquella revuelta que se atrevió a cuestionar la explotación injusta de los peones rurales de Santa Cruz.
Fuente: laizquierdadiario

