Patagonia

Esteban Bayer: "Cuando Alterio pasó de ser un hombre malo a un ser humano"

 Por Esteban Bayer

Plena filmación de la película La Patagonia Rebelde, aquella que fue definida entonces como "la película más valiente del cine argentino".

El director, Héctor Olivera, el productor, Fernando Ayala, y el guionista, mi padre Osvaldo Bayer, habían convocado a los mejores actores del momento. Entre ellos Héctor Alterio, encarnando el papel del máximo fusilador, el teniente coronel Héctor Benigno Varela.

Entre las primeras escenas que se filmaron en los escenarios originales patagónicos de la masacre del ejército contra los peones rurales en huelga, figuraba el fusilamiento de Facón Grande, genialmente interpretado por Federico Luppi, por orden de Varela (Alterio).

Una experiencia inédita para mi y mi hermana Ana (eramos unos pibes). Estar presentes en el rodaje, semanas enteras compartiendo todos los días con el equipo de filmación y sobre todo con los actores. Horas enteras de espera hasta que se preparaban las escenas, el vestuario, los actores, los extras, la cámara, la luz del cielo, los peinados. Recuerdos inolvidables. Como el de salir a cabalgar sólo con Luppi por le meseta patagónica de la estación Tehuelches, porque se quería preparar mentalmente para la memorable escena de su fusilamiento. "Pibe, sabés andar a caballo?", me preguntó. Yo, que nunca me había subido a un pony, le dije que si, no me la iba a perder.

El único que hasta ese momento era una persona inaccesible era Alterio. A la mañana se ponía el uniforme de comandante militar, actitud que mantenía todo el día. Era intratable. Era, en nuestros ojos, un hombre antipático, malo.

Después me di cuenta que era porque había asumido por completo el rol de militar fusilador. En esas semanas él no fue Alterio, fue un oficial del ejército argentino que iba a matar a centenares de humildes seres humanos inocentes, cumpliendo los deseos y las órdenes de los estancieros, de un gobierno constitucional que se doblegó a los intereses de los latifundistas.

Pero un día cambió. El militar no, pero sí Alterio.

En medio de la nada patagónica de principios de los años 70, en aquellos tiempos por supuesto sin internet, ni celular, ni ninguna posibilidad de comunicación, sonó el único teléfono que había en toda la zona. El de la estación de tren, que en aquel entonces aún funcionaba. Llamada para Alterio. Fue, atendió, habló y se transformó. Se sacó la chaqueta militar, sonrió a carcajadas con una alegría inigualable. Le habían informado que había nacido su hija Malena.

Ahí, el actor Héctor Alterio se convirtió en un ser humano..

Tal vez por eso, una hija nuestra se llama Malena.

Fuente: Página 12