Pedro Saborido: "Estamos viviendo la tiranía del entretenimiento"El humorista y escritor reflexiona sobre la idea de felicidad, su implicancia individual y social, a la vez que analiza cómo la necesidad de entretener se impuso a la reflexión.
Por Emanuel Respighi
Saborido maneja a la perfección un combo que reúne humor y buenas ideas. (SANDRA CARTASSO )
Un peculiar DJ que a través de la música busca darle felicidad a la gente, pero esconde una extraña y eficaz forma de control social. Una remera con el rostro del Che estampado y una con la de Evita discuten sobre las consecuencias sociales-políticas de la búsqueda de la felicidad. Una "cajita feliz" de una cadena de hamburguesas que por escuchar a Leonardo Favio sindicalizó a sus compañeras para dejar de ser "combo" y pasar a ser "comunidad". Una persecución policial a Jorge Luis Borges por haber confesado en su poema "El remordimiento" que cometió el peor de los pecados que un hombre puede cometer: no haber sido feliz. Una compositora, autora teatral y actriz de obras infantiles llamada María Elena Wof Dei que expone cómo la felicidad vivida desde la candidez y la inocencia puede rozar la estupidez sin un Estado que la garantice.
Estos son solo algunos de los relatos absurdos y grotescos que forman parte de Una historia de la felicidad (publicado por Planeta), el nuevo libro con el que Pedro Saborido intenta -siempre desde el humor y la reflexión- analizar la idea de la felicidad y todo lo que la rodea. Y, por supuesto, fracasa en el intento pero entretiene al lector que se sumerge en sus páginas.
La de Saborido parece ya una tarea titánica, casi una misión imposible cuando se sienta a escribir. Es que el humorista y escritor no parece andarse con chiquitas y se le anima a temas imposibles de resolver en un libro. Desde la publicación de Una historia del fútbol, pasando por otro sobre el peronismo, uno más sobre el Conurbano y hasta uno sobre la vida en el capitalismo, el creador de Peter Capusotto y sus videos se le animó al "amor" y ahora se entrega a analizar la idea de felicidad. Todas temáticas de las que se han escrito toneladas de páginas, con miradas y definiciones infinitas y siempre incompletas, pero a las que pocas veces se le entraron desde la risa y las ideas. Un combo que Saborido maneja a la perfección, con sabiduría, humor popular y reflexiones tan certeras como alejadas de todo designio aleccionador.
"Quise hablar sobre la felicidad porque es un tema amplio, que tiene infinitos lugares por donde subirse y por donde encontrarla", le cuenta Saborido a Página/12. "Hay tantas felicidades como personas en el mundo. Hay cosas que a muchos les parecerían que representan la felicidad, pero que un sommelier de felicidades les diría que no lo son. Entonces, empecé a preguntar cuándo la gente sentía que era feliz. Y hay cosas que son maravillosas, la felicidad puede ser un estado permanente o un momento".
-¿Puede la felicidad ser un estado que se mantiene en el tiempo? Uno la asociaría más a un momento.
-El estado de ser feliz incluiría un montón de cosas, porque una permanencia en determinado nivel indicaría que vos podés serlo aún ocupándote de tus problemas o solucionándolos, o teniendo momentos donde la felicidad sería como un promedio. Cuando le pregunto a la gente por la felicidad termina siempre asociada a momentos. Se estableció que la felicidad es algo efímero, y que por eso también se hace más deseable. Borges decía que buscar la serenidad le parecía una ambición más razonable buscar la felicidad, porque era una meta más alcanzable. Pensaba que la felicidad eran momentos casi imposibles, era un deseo que solo a veces se alanzaba... La felicidad se construye, a veces uno sufre para poder ser feliz un momento, tiene como una construcción meritocrática. Incluso, uno a veces supone que después de determinadas cosas llega la felicidad y está no aparece ni en pedo. Puede ser sentirse aliviado, al solucionar un quilombo. O sea, al final aparece como ese momento en el que podés suspender el mundo.
-La felicidad como estado permanente es un deseo inalcanzable. ¿O acaso conocés a alguien que viva feliz en forma constante?
-No conozco a uno así. Pero también la ignorancia puede hacerte llegar a la felicidad. En el paraíso parece que estaba todo bien hasta que conocieron la sabiduría, según La biblia. Entonces, podés llegar a sospechar también, si la felicidad tiene que ver con la ignorancia. Y quizás tiene que ver con la capacidad de poder ignorar. O sea: sos feliz en ese momento en el que no estás pensando, ignorando los problemas, incluso a la muerte. Pero las prepagas viven aunque vos te hagas el distraído. La incertidumbre siempre es una máquina de infelicidad. Las historias que escribo son incompletas. La felicidad puede aparecer en momentos trascendentales o en situaciones cotidianas como comerte un choripán o gritar un gol. Hay un momento de eternidad que sentís cuando sos feliz, de cierta plenitud, que te hace en ese instante centro el mundo, incluso eterno...
-¿Creés que hay algo del inconsciente que opera en ese estado? Cuando uno toma conciencia de que es feliz ese sentimiento desaparece.
-La felicidad es tan jodida que se convierte en un problema. El problema es que vos automáticamente tomando cierta conciencia de eso, y como una manera de especular, querés retener el momento. Uno quiere que la felicidad dure para siempre. Saber que no va a ser eterna, te mete en un problema en el marote. Deseaste tanto ese momento, que cuando sos consciente de que lo querés atesorar para siempre, terminás por aniquilar ese instante de felicidad.
-El absurdo de época es querer atesorar la felicidad a través de la filmación de alguna situación con el teléfono móvil, una acción que incluso hace que no se disfrute ese momento.
-Es la obsesión de querer retener un recuerdo. Para muchos, grabarlo o sacarle una foto es lo más parecido a eternizarlo. O porque querés contárselo a alguien, porque también pasa que la sensación de felicidad puede ser más grande aún al compartirla. En esa pulsión de compartir le sacás una foto a un bife que te estás por comer, que te va a hacer feliz. Y decís, "mirá este plato, no puede ser..." Y para el que lo ve desde su casa u oficina en alguna red social no es más que un cacho de carne... En el libro traté no de hablar sobre la felicidad conceptualmente para llegar a una definición universal, sino de esas formas de felicidad que se van encontrando en distintos casos. Incluso, la felicidad del otro puede ser la infelicidad de uno.
-¿Tiene ética la felicidad?
-La felicidad no tiene ética ni moral. Un tipo puede ser feliz echando gente. Puede disfrutar de eso. Puede ser una perversión, pero el tipo la siente como una felicidad. Por eso lo quiere volver a hacer. Y, por el contrario, Leonardo Favio nos dice que "no se puede ser feliz en soledad" y uno se queda pensando. Y quizás tenga razón. ¿Por qué? Porque nos pasa muchas veces que te encontrás con alguien y le preguntás cómo está y te responde que está bien, pero que el resto de la gente está mal... Inmediatamente, vuelve plural la pregunta y la respuesta. Hay un mandato de que la felicidad sea en comunidad pero al que no todos adscriben. Es muy difícil ponerse de acuerdo. La felicidad es causante de división mas que de unión. No a todos nos hacen felices las mismas cosas. Hay mucha gente a partir de los resultados de las últimas elecciones presidenciales es feliz. Hay gente que está contenta. Hay un montón de gente que la está pasando mal con este gobierno, pero hay otro montón de gente que es feliz. ¿Cómo puede ser, entonces?
La felicidad como disputa social
-Este gobierno, por ejemplo, muchas veces parece gozar de los despidos o el cierre de empresas.
-Sí, porque siente que es lo que tienen que hacer y es su misión. Y entonces se sienten "felices" porque se creen valientes por hacer lo que hacen. No creo que gocen con que se sufra. Gozan con que van hacia una supuesta eficiencia. Porque responden a una épica donde hay algo que no les importa, que es el otro al que convierten en víctima. Siempre, cualquier cosa que avance va a hacerlo contra algo o alguien. Cuando alguien crece, otro pierde. Cuando un empresario gana, otro pierde. Hay que entender que la felicidad es una disputa. ¿Cómo voy a ser feliz yo? Ganando. Bueno, ¿ganando a qué? ¿Y a quién? A otro... No hay manera.
-Suena fea la felicidad en esos términos...
-Y sí... No conozco una manera en que vos puedas ganar sin que otro pierda. Alguien puede decir que es feliz con determinada mujer, a la vez quizás hay otro tipo infeliz porque vos te quedaste con esa mujer que él ama. Siempre podríamos encontrar una historia en donde tu felicidad tiene que ver con que alguien sacrifica la suya. En una fiesta hay proletarios de la felicidad del otro. Hay un montón de gente que trabaja hasta las 6 de la mañana, que no sale un sábado, que está en el salón de fiestas a las puteadas, sirviendo canapés para que vos seas feliz. No digo que la felicidad siempre va a ser la infelicidad del otro, pero hay que tener cuidado y entender que la felicidad colectiva puede ser la infelicidad del otro. Como durante el peronismo la felicidad del pueblo resultaba ser la infelicidad de sectores burgueses y oligárquicos, que no eran felices porque tenían que pagarle más a los trabajadores.
-¿Se puede pensar que la idea de felicidad, entonces, es una disputa en la sociedad?
-Por ese momento de ganarle al otro, de imponer tu proyecto y de imponer tus formas. Vos sos feliz en tu normalidad, no en la del otro. Y si vos imponés lo tuyo, vas a ser feliz. Y siempre hay algún otro que no. Hay un resultadismo asociado a la felicidad, aún cuando uno podría ser feliz soltando, no ganando y reconociéndolo, pero parece que no está bien eso. Puede haber una felicidad en el hecho de mandar todo a la mierda, reconocer la derrota y no hacerse más problemas. Puede pasar, pero no suele ocurrir y quedamos atrapados. De hecho, uno quiere terminar la vida diciendo "fui feliz". Y... no sé cuántas horas uno es feliz, pero seguro muchas menos de las que trabajamos y muchas menos de las que estamos sufriendo o padeciendo. ¿Vos sentís que la gente tiene sexo y es feliz?
-Se puede pensar que en ese momento hay cierta felicidad.
-Perfecto. ¿Y cuánto hablamos de sexo? ¿Y cuánto tiempo suponemos que queremos estar teniendo sexo? Al contrario, la angustia de no tener sexo en este momento ocupa más tiempo que el momento de tenerlo. En realidad, comparado, tenés más horas mirando televisión que teniendo sexo en la vida, que es algo maravilloso. Y uno se puede preguntar cómo podemos ser tan pelotudos... Por eso, precisamente, hablamos tanto de que queremos tener sexo porque es lo que menos hacemos con respecto a un montón de otras actividades.
-Por lo general, en los medios se habla más de guerras y se muestra más el horror de la sociedad, que del amor o informar sobre las buenas noticias.
-Uno ve escenas de descuartizamiento casi interrumpidamente, mientras que una película pornográfica -que tiene más que ver con cómo naciste vos- causa horror. Es una discusión que está siempre ligada a qué nos hacemos los boludos mientras vamos viviendo. ¿Por qué atrae más un político que se zarpa besando la teta a su novia? Porque la indignación también es una forma de entretenimiento. El tipo que es más serio, sea del sector que sea, resulta aburrido. El aburrimiento se ha convertido en un pecado. Está muy mal visto ser aburrido. No es para tanto... Creo que hay un triunfo del entretenimiento que es peligroso.
-¿Por qué peligroso?
-Porque te hace evaluar las cuestiones no en función de la efectividad que tiene algo, sino de lo entretenido que es. Y de pronto, una persona que hace 6 horas de cola para ver un recital de un grupo de música que le gusta, no sabe si va a hacer 6 horas de cola para que lo atienda el dentista... ¡Obvio que está mal hacer 6 horas de cola para ir al médico! Pero para otras cosas parece que no está mal, pero sí para cuestiones de tu salud. Resulta que atenderse es un problema que te querés sacar encima. En cambio, el entretenimiento es la ausencia de los problemas, el momento en el que los negás. Pero se supone que el entretenimiento es eso que está "entre las cosas". Entretenerse era lo que hacíamos cuando no teníamos nada que hacer. En cambio, ahora dejamos de hacer muchas cosas para entretenernos. ¿Cuánto entretenimiento es proactivo y cuánto es pasivo, simplemente mirar, suspenderte y no hacer nada?
-¿Y esa lógica se trasladó también a la política?
-Sí, hay una lógica de la política que es la del entretenimiento. Todos van a reproducir aquello que llama la atención. ¿Cuándo vemos escenas del Parlamento húngaro? Cuando alguien le pegó una piña a otro... o si tal parlamentario le metió un matafuego en el ojete a otro. Si no, no te enterás si sacaron una ley que está buenísima... Todos estamos viviendo la tiranía del entretenimiento. Hay gente que quiere que nos entretengamos todo el tiempo. Y no es de ahora... Viene del "pan y circo"... El aparato del entretenimiento romano era grande. O los griegos, con el teatro.... Lo que vemos ahora es la hipermultiplicación del entretenimiento. Las redes, la televisión, las pantallas, hacen que vivamos un momento que nos parece que se nos fue de las manos. Creo que se va a equilibrar en algún momento.
-El gobierno libertario parece encauzar muy bien esa cultura, prometiendo que para el bienestar futuro hay que sacrificarse ahora.
-Lo que pasa es que es una promesa y la promesa funciona cuando alguien la cree. Si no, no hay promesa. Y todos necesitamos creer, pero necesitamos algo que en un momento nos lleve a un lugar. Nos movemos de promesa en promesa... Y se instala esa idea de que tal cosa "había que hacerla", que "no había alternativa..." Y con esas máximas hacen cualquier cosa... ¡Y no sé si había que hacerlo!
-¿Cree que el peronismo, en las últimas elecciones, no prometió un futuro propio y por eso no logró atraer a la mayoría de los argentinos?
-No sé... Primero que es una diferencia exigua con La Libertad Avanza. No es que el peronismo sacó 3% de votos. El tema es a quién le cree ese 30% de la sociedad menos ideologizada. Es un escenario de tercios: el peronismo, LLA con 5, 6, 7 puntos más y después un tercio que tal vez no cree en nada, que entonces no lo seduce ir a votar... Hay quienes putean por ir a votar un par de veces cada dos años...
-Justamente, ir a votar a algunos les provoca felicidad y a otros rechazo.
-Pero es gente que va a laburar todos los días... ¿no pueden ir cada 2 años un par de veces a votar? Y tal vez te responden que laburar les da un beneficio y votar no porque no cambia nada... Creen que el voto es inútil. Bueno, cada uno tiene su idea de la felicidad, su idea de lo que sirve y lo que no... El tema es cómo vos coordinás todo ese coro de neurosis. El campeonato mundial que ganó la selección argentina en Qatar ordenó todas las neurosis al mismo tiempo y parece que todos podemos ser felices a partir de algo en lo que estamos de acuerdo: que está bueno que Argentina salga campeón. Ni el asado le da felicidad a todos, porque hay gente que prefiere comer verduras... Hasta la Navidad genera infelicidad y bardo... Siempre es un quilombo ponerse de acuerdo.
El humor como herramienta
-En Una historia de la felicidad, así como en los libros anteriores, abordaste distintos temas a partir de relatos, cuentos, reflexiones y hasta posibles conclusiones con el humor atravesando todo. ¿El humor cruza tu vida cotidiana tanto como en la laboral?
-No, no, el humor es un trabajo. Me divierto, hago chistes, pero no...
-¿No forma parte de tu ADN diario?
-No, no. Es un laburo, lo hago y es una cuestión neurótica que encontré dónde meterla. Bueno, se me ocurren estupideces y las comparto, ¿por qué no hacer algo que a los demás les hace bien? Yo también me cuestiono lo que escribo o hago. Me pregunto: "¿esto que estoy escribiendo para qué mierda sirve?" Y, bueno, sirve para que un tipo relaje un cacho. Y uno puede decir que si alguien relaja, no lucha y entonces es parte de la evasión. Ah, quizás sea parte de la evasión, como los bufones o el carnaval. No siento que el humor sea tan importante.
-¿No? ¿Hay bufones que sirven para distraer y otros para mostrar desnudo al rey?
-Sí, pero hay un montón de cosas más importantes que el humor. Uno acompaña los procesos, ayuda. Me parece que el humor es eso, no es una solución, es algo que te acompaña en la solución, que te permite tomar distancia o respirar. No digo que sea poca cosa, pero...
-¿No cree en el humor como transformador de la sociedad? Muchas veces desde el género se llega a abrir ojos mucho más profundamente que a través de un debate político.
-No lo sé. No estaría funcionando, en este caso... O en todo caso funciona el humor de otros... Es una herramienta: no tiene en sí un sentido. Puede ser humor de hijo de puta, puede ser humor de un psicópata... El bullying es humor, haciendo sufrir a alguien. No le quito importancia, pero no quiero ponerlo en un lugar al que después se le exija respuestas que no tiene. Te tenés que operar la vejiga y no lo solucionás desde el humor, sino desde un tipo que estudió medicina, con enfermeras, con un hospital desinfectado... Si yo no tengo trabajo, por más humor que ponga... En todo caso, me acompañará en ver cómo consigo la solución. Por eso hay que tener cuidado con eso de que el humor transforma la sociedad. La revista Humor en la dictadura acompañó un proceso, ayudó, pero no creo que la dictadura haya caído por tres chistes.
-¿Qué le produce que se utilicen fragmentos de Peter Capusotto y sus videos como escenas que adelantaron el presente?
-Está bueno... Es lindo porque se renueva, da la sensación de que tu trabajo sigue gustando, es un poco una caricia a la vanidad.
-Claro, pero con Diego Capusotto crearon un mundo de fantasía, absurdo, grotesco, hilarante, sarcástico, que de repente se refleja en la realidad actual como hecho.
-Pero simplemente porque el humor absurdo es la combinación de una determinada cantidad de elementos de la realidad, que los colocás de tal manera que se convierten en absurdo. Como se parte de una realidad para deformarla o llevarla al extremo, puede que en un momento aquello tome una forma parecida a eso que vos pensaste como ficción. ¿Por qué? Porque vos lo construiste con pedazos de realidad. Y de pronto la realidad argentina se acomoda de una manera que decís, "che, esto parece de Capusotto....". No es que uno anticipa algo, sino que construye escenas futuras de una realidad que va dando indicios de que puede ser posible aquello que en ese momento causa gracia.
Fuente: Página/12
El humorista y escritor reflexiona sobre la idea de felicidad, su implicancia individual y social, a la vez que analiza cómo la necesidad de entretener se impuso a la reflexión.
Por Emanuel Respighi
Saborido maneja a la perfección un combo que reúne humor y buenas ideas. (SANDRA CARTASSO )
Un peculiar DJ que a través de la música busca darle felicidad a la gente, pero esconde una extraña y eficaz forma de control social. Una remera con el rostro del Che estampado y una con la de Evita discuten sobre las consecuencias sociales-políticas de la búsqueda de la felicidad. Una "cajita feliz" de una cadena de hamburguesas que por escuchar a Leonardo Favio sindicalizó a sus compañeras para dejar de ser "combo" y pasar a ser "comunidad". Una persecución policial a Jorge Luis Borges por haber confesado en su poema "El remordimiento" que cometió el peor de los pecados que un hombre puede cometer: no haber sido feliz. Una compositora, autora teatral y actriz de obras infantiles llamada María Elena Wof Dei que expone cómo la felicidad vivida desde la candidez y la inocencia puede rozar la estupidez sin un Estado que la garantice.
Estos son solo algunos de los relatos absurdos y grotescos que forman parte de Una historia de la felicidad (publicado por Planeta), el nuevo libro con el que Pedro Saborido intenta -siempre desde el humor y la reflexión- analizar la idea de la felicidad y todo lo que la rodea. Y, por supuesto, fracasa en el intento pero entretiene al lector que se sumerge en sus páginas.
La de Saborido parece ya una tarea titánica, casi una misión imposible cuando se sienta a escribir. Es que el humorista y escritor no parece andarse con chiquitas y se le anima a temas imposibles de resolver en un libro. Desde la publicación de Una historia del fútbol, pasando por otro sobre el peronismo, uno más sobre el Conurbano y hasta uno sobre la vida en el capitalismo, el creador de Peter Capusotto y sus videos se le animó al "amor" y ahora se entrega a analizar la idea de felicidad. Todas temáticas de las que se han escrito toneladas de páginas, con miradas y definiciones infinitas y siempre incompletas, pero a las que pocas veces se le entraron desde la risa y las ideas. Un combo que Saborido maneja a la perfección, con sabiduría, humor popular y reflexiones tan certeras como alejadas de todo designio aleccionador.
"Quise hablar sobre la felicidad porque es un tema amplio, que tiene infinitos lugares por donde subirse y por donde encontrarla", le cuenta Saborido a Página/12. "Hay tantas felicidades como personas en el mundo. Hay cosas que a muchos les parecerían que representan la felicidad, pero que un sommelier de felicidades les diría que no lo son. Entonces, empecé a preguntar cuándo la gente sentía que era feliz. Y hay cosas que son maravillosas, la felicidad puede ser un estado permanente o un momento".
-¿Puede la felicidad ser un estado que se mantiene en el tiempo? Uno la asociaría más a un momento.
-El estado de ser feliz incluiría un montón de cosas, porque una permanencia en determinado nivel indicaría que vos podés serlo aún ocupándote de tus problemas o solucionándolos, o teniendo momentos donde la felicidad sería como un promedio. Cuando le pregunto a la gente por la felicidad termina siempre asociada a momentos. Se estableció que la felicidad es algo efímero, y que por eso también se hace más deseable. Borges decía que buscar la serenidad le parecía una ambición más razonable buscar la felicidad, porque era una meta más alcanzable. Pensaba que la felicidad eran momentos casi imposibles, era un deseo que solo a veces se alanzaba... La felicidad se construye, a veces uno sufre para poder ser feliz un momento, tiene como una construcción meritocrática. Incluso, uno a veces supone que después de determinadas cosas llega la felicidad y está no aparece ni en pedo. Puede ser sentirse aliviado, al solucionar un quilombo. O sea, al final aparece como ese momento en el que podés suspender el mundo.
-La felicidad como estado permanente es un deseo inalcanzable. ¿O acaso conocés a alguien que viva feliz en forma constante?
-No conozco a uno así. Pero también la ignorancia puede hacerte llegar a la felicidad. En el paraíso parece que estaba todo bien hasta que conocieron la sabiduría, según La biblia. Entonces, podés llegar a sospechar también, si la felicidad tiene que ver con la ignorancia. Y quizás tiene que ver con la capacidad de poder ignorar. O sea: sos feliz en ese momento en el que no estás pensando, ignorando los problemas, incluso a la muerte. Pero las prepagas viven aunque vos te hagas el distraído. La incertidumbre siempre es una máquina de infelicidad. Las historias que escribo son incompletas. La felicidad puede aparecer en momentos trascendentales o en situaciones cotidianas como comerte un choripán o gritar un gol. Hay un momento de eternidad que sentís cuando sos feliz, de cierta plenitud, que te hace en ese instante centro el mundo, incluso eterno...
-¿Creés que hay algo del inconsciente que opera en ese estado? Cuando uno toma conciencia de que es feliz ese sentimiento desaparece.
-La felicidad es tan jodida que se convierte en un problema. El problema es que vos automáticamente tomando cierta conciencia de eso, y como una manera de especular, querés retener el momento. Uno quiere que la felicidad dure para siempre. Saber que no va a ser eterna, te mete en un problema en el marote. Deseaste tanto ese momento, que cuando sos consciente de que lo querés atesorar para siempre, terminás por aniquilar ese instante de felicidad.
-El absurdo de época es querer atesorar la felicidad a través de la filmación de alguna situación con el teléfono móvil, una acción que incluso hace que no se disfrute ese momento.
-Es la obsesión de querer retener un recuerdo. Para muchos, grabarlo o sacarle una foto es lo más parecido a eternizarlo. O porque querés contárselo a alguien, porque también pasa que la sensación de felicidad puede ser más grande aún al compartirla. En esa pulsión de compartir le sacás una foto a un bife que te estás por comer, que te va a hacer feliz. Y decís, "mirá este plato, no puede ser..." Y para el que lo ve desde su casa u oficina en alguna red social no es más que un cacho de carne... En el libro traté no de hablar sobre la felicidad conceptualmente para llegar a una definición universal, sino de esas formas de felicidad que se van encontrando en distintos casos. Incluso, la felicidad del otro puede ser la infelicidad de uno.
-¿Tiene ética la felicidad?
-La felicidad no tiene ética ni moral. Un tipo puede ser feliz echando gente. Puede disfrutar de eso. Puede ser una perversión, pero el tipo la siente como una felicidad. Por eso lo quiere volver a hacer. Y, por el contrario, Leonardo Favio nos dice que "no se puede ser feliz en soledad" y uno se queda pensando. Y quizás tenga razón. ¿Por qué? Porque nos pasa muchas veces que te encontrás con alguien y le preguntás cómo está y te responde que está bien, pero que el resto de la gente está mal... Inmediatamente, vuelve plural la pregunta y la respuesta. Hay un mandato de que la felicidad sea en comunidad pero al que no todos adscriben. Es muy difícil ponerse de acuerdo. La felicidad es causante de división mas que de unión. No a todos nos hacen felices las mismas cosas. Hay mucha gente a partir de los resultados de las últimas elecciones presidenciales es feliz. Hay gente que está contenta. Hay un montón de gente que la está pasando mal con este gobierno, pero hay otro montón de gente que es feliz. ¿Cómo puede ser, entonces?
La felicidad como disputa social
-Este gobierno, por ejemplo, muchas veces parece gozar de los despidos o el cierre de empresas.
-Sí, porque siente que es lo que tienen que hacer y es su misión. Y entonces se sienten "felices" porque se creen valientes por hacer lo que hacen. No creo que gocen con que se sufra. Gozan con que van hacia una supuesta eficiencia. Porque responden a una épica donde hay algo que no les importa, que es el otro al que convierten en víctima. Siempre, cualquier cosa que avance va a hacerlo contra algo o alguien. Cuando alguien crece, otro pierde. Cuando un empresario gana, otro pierde. Hay que entender que la felicidad es una disputa. ¿Cómo voy a ser feliz yo? Ganando. Bueno, ¿ganando a qué? ¿Y a quién? A otro... No hay manera.
-Suena fea la felicidad en esos términos...
-Y sí... No conozco una manera en que vos puedas ganar sin que otro pierda. Alguien puede decir que es feliz con determinada mujer, a la vez quizás hay otro tipo infeliz porque vos te quedaste con esa mujer que él ama. Siempre podríamos encontrar una historia en donde tu felicidad tiene que ver con que alguien sacrifica la suya. En una fiesta hay proletarios de la felicidad del otro. Hay un montón de gente que trabaja hasta las 6 de la mañana, que no sale un sábado, que está en el salón de fiestas a las puteadas, sirviendo canapés para que vos seas feliz. No digo que la felicidad siempre va a ser la infelicidad del otro, pero hay que tener cuidado y entender que la felicidad colectiva puede ser la infelicidad del otro. Como durante el peronismo la felicidad del pueblo resultaba ser la infelicidad de sectores burgueses y oligárquicos, que no eran felices porque tenían que pagarle más a los trabajadores.
-¿Se puede pensar que la idea de felicidad, entonces, es una disputa en la sociedad?
-Por ese momento de ganarle al otro, de imponer tu proyecto y de imponer tus formas. Vos sos feliz en tu normalidad, no en la del otro. Y si vos imponés lo tuyo, vas a ser feliz. Y siempre hay algún otro que no. Hay un resultadismo asociado a la felicidad, aún cuando uno podría ser feliz soltando, no ganando y reconociéndolo, pero parece que no está bien eso. Puede haber una felicidad en el hecho de mandar todo a la mierda, reconocer la derrota y no hacerse más problemas. Puede pasar, pero no suele ocurrir y quedamos atrapados. De hecho, uno quiere terminar la vida diciendo "fui feliz". Y... no sé cuántas horas uno es feliz, pero seguro muchas menos de las que trabajamos y muchas menos de las que estamos sufriendo o padeciendo. ¿Vos sentís que la gente tiene sexo y es feliz?
-Se puede pensar que en ese momento hay cierta felicidad.
-Perfecto. ¿Y cuánto hablamos de sexo? ¿Y cuánto tiempo suponemos que queremos estar teniendo sexo? Al contrario, la angustia de no tener sexo en este momento ocupa más tiempo que el momento de tenerlo. En realidad, comparado, tenés más horas mirando televisión que teniendo sexo en la vida, que es algo maravilloso. Y uno se puede preguntar cómo podemos ser tan pelotudos... Por eso, precisamente, hablamos tanto de que queremos tener sexo porque es lo que menos hacemos con respecto a un montón de otras actividades.
-Por lo general, en los medios se habla más de guerras y se muestra más el horror de la sociedad, que del amor o informar sobre las buenas noticias.
-Uno ve escenas de descuartizamiento casi interrumpidamente, mientras que una película pornográfica -que tiene más que ver con cómo naciste vos- causa horror. Es una discusión que está siempre ligada a qué nos hacemos los boludos mientras vamos viviendo. ¿Por qué atrae más un político que se zarpa besando la teta a su novia? Porque la indignación también es una forma de entretenimiento. El tipo que es más serio, sea del sector que sea, resulta aburrido. El aburrimiento se ha convertido en un pecado. Está muy mal visto ser aburrido. No es para tanto... Creo que hay un triunfo del entretenimiento que es peligroso.
-¿Por qué peligroso?
-Porque te hace evaluar las cuestiones no en función de la efectividad que tiene algo, sino de lo entretenido que es. Y de pronto, una persona que hace 6 horas de cola para ver un recital de un grupo de música que le gusta, no sabe si va a hacer 6 horas de cola para que lo atienda el dentista... ¡Obvio que está mal hacer 6 horas de cola para ir al médico! Pero para otras cosas parece que no está mal, pero sí para cuestiones de tu salud. Resulta que atenderse es un problema que te querés sacar encima. En cambio, el entretenimiento es la ausencia de los problemas, el momento en el que los negás. Pero se supone que el entretenimiento es eso que está "entre las cosas". Entretenerse era lo que hacíamos cuando no teníamos nada que hacer. En cambio, ahora dejamos de hacer muchas cosas para entretenernos. ¿Cuánto entretenimiento es proactivo y cuánto es pasivo, simplemente mirar, suspenderte y no hacer nada?
-¿Y esa lógica se trasladó también a la política?
-Sí, hay una lógica de la política que es la del entretenimiento. Todos van a reproducir aquello que llama la atención. ¿Cuándo vemos escenas del Parlamento húngaro? Cuando alguien le pegó una piña a otro... o si tal parlamentario le metió un matafuego en el ojete a otro. Si no, no te enterás si sacaron una ley que está buenísima... Todos estamos viviendo la tiranía del entretenimiento. Hay gente que quiere que nos entretengamos todo el tiempo. Y no es de ahora... Viene del "pan y circo"... El aparato del entretenimiento romano era grande. O los griegos, con el teatro.... Lo que vemos ahora es la hipermultiplicación del entretenimiento. Las redes, la televisión, las pantallas, hacen que vivamos un momento que nos parece que se nos fue de las manos. Creo que se va a equilibrar en algún momento.
-El gobierno libertario parece encauzar muy bien esa cultura, prometiendo que para el bienestar futuro hay que sacrificarse ahora.
-Lo que pasa es que es una promesa y la promesa funciona cuando alguien la cree. Si no, no hay promesa. Y todos necesitamos creer, pero necesitamos algo que en un momento nos lleve a un lugar. Nos movemos de promesa en promesa... Y se instala esa idea de que tal cosa "había que hacerla", que "no había alternativa..." Y con esas máximas hacen cualquier cosa... ¡Y no sé si había que hacerlo!
-¿Cree que el peronismo, en las últimas elecciones, no prometió un futuro propio y por eso no logró atraer a la mayoría de los argentinos?
-No sé... Primero que es una diferencia exigua con La Libertad Avanza. No es que el peronismo sacó 3% de votos. El tema es a quién le cree ese 30% de la sociedad menos ideologizada. Es un escenario de tercios: el peronismo, LLA con 5, 6, 7 puntos más y después un tercio que tal vez no cree en nada, que entonces no lo seduce ir a votar... Hay quienes putean por ir a votar un par de veces cada dos años...
-Justamente, ir a votar a algunos les provoca felicidad y a otros rechazo.
-Pero es gente que va a laburar todos los días... ¿no pueden ir cada 2 años un par de veces a votar? Y tal vez te responden que laburar les da un beneficio y votar no porque no cambia nada... Creen que el voto es inútil. Bueno, cada uno tiene su idea de la felicidad, su idea de lo que sirve y lo que no... El tema es cómo vos coordinás todo ese coro de neurosis. El campeonato mundial que ganó la selección argentina en Qatar ordenó todas las neurosis al mismo tiempo y parece que todos podemos ser felices a partir de algo en lo que estamos de acuerdo: que está bueno que Argentina salga campeón. Ni el asado le da felicidad a todos, porque hay gente que prefiere comer verduras... Hasta la Navidad genera infelicidad y bardo... Siempre es un quilombo ponerse de acuerdo.
El humor como herramienta
-En Una historia de la felicidad, así como en los libros anteriores, abordaste distintos temas a partir de relatos, cuentos, reflexiones y hasta posibles conclusiones con el humor atravesando todo. ¿El humor cruza tu vida cotidiana tanto como en la laboral?
-No, no, el humor es un trabajo. Me divierto, hago chistes, pero no...
-¿No forma parte de tu ADN diario?
-No, no. Es un laburo, lo hago y es una cuestión neurótica que encontré dónde meterla. Bueno, se me ocurren estupideces y las comparto, ¿por qué no hacer algo que a los demás les hace bien? Yo también me cuestiono lo que escribo o hago. Me pregunto: "¿esto que estoy escribiendo para qué mierda sirve?" Y, bueno, sirve para que un tipo relaje un cacho. Y uno puede decir que si alguien relaja, no lucha y entonces es parte de la evasión. Ah, quizás sea parte de la evasión, como los bufones o el carnaval. No siento que el humor sea tan importante.
-¿No? ¿Hay bufones que sirven para distraer y otros para mostrar desnudo al rey?
-Sí, pero hay un montón de cosas más importantes que el humor. Uno acompaña los procesos, ayuda. Me parece que el humor es eso, no es una solución, es algo que te acompaña en la solución, que te permite tomar distancia o respirar. No digo que sea poca cosa, pero...
-¿No cree en el humor como transformador de la sociedad? Muchas veces desde el género se llega a abrir ojos mucho más profundamente que a través de un debate político.
-No lo sé. No estaría funcionando, en este caso... O en todo caso funciona el humor de otros... Es una herramienta: no tiene en sí un sentido. Puede ser humor de hijo de puta, puede ser humor de un psicópata... El bullying es humor, haciendo sufrir a alguien. No le quito importancia, pero no quiero ponerlo en un lugar al que después se le exija respuestas que no tiene. Te tenés que operar la vejiga y no lo solucionás desde el humor, sino desde un tipo que estudió medicina, con enfermeras, con un hospital desinfectado... Si yo no tengo trabajo, por más humor que ponga... En todo caso, me acompañará en ver cómo consigo la solución. Por eso hay que tener cuidado con eso de que el humor transforma la sociedad. La revista Humor en la dictadura acompañó un proceso, ayudó, pero no creo que la dictadura haya caído por tres chistes.
-¿Qué le produce que se utilicen fragmentos de Peter Capusotto y sus videos como escenas que adelantaron el presente?
-Está bueno... Es lindo porque se renueva, da la sensación de que tu trabajo sigue gustando, es un poco una caricia a la vanidad.
-Claro, pero con Diego Capusotto crearon un mundo de fantasía, absurdo, grotesco, hilarante, sarcástico, que de repente se refleja en la realidad actual como hecho.
-Pero simplemente porque el humor absurdo es la combinación de una determinada cantidad de elementos de la realidad, que los colocás de tal manera que se convierten en absurdo. Como se parte de una realidad para deformarla o llevarla al extremo, puede que en un momento aquello tome una forma parecida a eso que vos pensaste como ficción. ¿Por qué? Porque vos lo construiste con pedazos de realidad. Y de pronto la realidad argentina se acomoda de una manera que decís, "che, esto parece de Capusotto....". No es que uno anticipa algo, sino que construye escenas futuras de una realidad que va dando indicios de que puede ser posible aquello que en ese momento causa gracia.
Fuente: Página/12

