Moreno: "Hay un deterioro de la libertad de expresión; hoy hay una fuerte incidencia de la agenda institucional en los medios" Desde 2008 FOPEA (Foro de Periodismo Argentino) monitorea la libertad de expresión en Argentina, contabilizando anualmente las limitaciones al ejercicio de la actividad periodística, ya sean evidentes o sutiles. El 2025 se perfila como el año con mayor número de agresiones desde que inició el Monitoreo, con una característica propia de la coyuntura: el Presidente de la Nación y en general el poder político son los principales agresores. En diálogo con El Extremo Sur, la periodista chubutense y secretaria de FOPEA, Paula Moreno, habló de la situación del periodismo, atravesada por múltiples problemas en simultáneo y una paulatina degradación de la libertad de prensa.
"Hay un incremento muy marcado de la agresión dirigida al periodismo, pero encarnado en los periodistas, promovido por la principal figura institucional del país que es el Presidente de la Nación y sus sectores más próximos en términos de función pública y sectores afines ideológicos", sintetizó. Este año van contabilizando 264 casos en todo el país, un aumento cercano al 50% si se compara con el año anterior, en el que se registraron 179 casos.
Moreno habló de un escenario complejo para el periodismo, en el que se combinan distintas problemáticas de índole social, económica y propias del oficio. En relación a Chubut, subrayó que no se evidencia una situación de ataque a la libertad de prensa directa pero persisten otras problemáticas como la "presencia fuerte de pautas publicitarias en la dinámica de los medios" y la necesidad de revisar la Ley de Acceso a la Información Pública.
Otro elemento propio de la época es el rápido avance de las tecnologías y la centralidad de la esfera digital como escenario de los ataques, lo que representa un desafío debido a su ausencia de legislación: "En la Argentina no hay legislación. Las plataformas de por sí no tienen filtros propios, lejos de eso, cada vez han liberado más ese espacio y lo han puesto al servicio de lo que surja. Son espacios de consumo de uso público, pero terminan siendo empresas privadas. Entonces, ellos fijan sus propias reglas y es bastante difícil ahí quién se mete para discutirla de alguna forma".
Desde FOPEA vienen monitoreando la libertad de expresión en Argentina desde hace casi dos décadas. ¿Cuáles son los datos más relevantes de los últimos monitoreos? A primera vista, se ve un notable aumento de los ataques contra periodistas si se comparan las cifras con 2023 ó 2022.
En general lo que estamos viendo es un incremento importante y casi diría que el 2025 va a cerrar como el año de mayor cantidad de casos registrados desde la historia del monitoreo, que son 17 años. El año anterior que habíamos registrado el pico de casos fue el 2013, que es cuando se hizo la investigación de la ruta del dinero K, que está bastante asociado con eso porque buena parte de las afectaciones tenían que ver con periodistas de investigación asociados a ese tema. Pero ahora estamos por encima de ese número y creo que es lo que marca el momento. Nosotros hablamos no solo de la cantidad de casos, porque son hechos que además aglutinan diferentes cantidades de víctimas, un hecho puede tener varias víctimas y además hay otras situaciones que son bastante más difíciles de medir en número. Casos que hace tiempo no veíamos de esta manera, casos de intentos de censura, el tema de los audios de Karina Milei, por ejemplo, o hace muy poco tiempo un caso que nosotros clasificamos como un caso de censura en Tucumán por parte del Poder Judicial también. Son situaciones que hacía tiempo no se veían y que insisto que son de una gravedad institucional importante y que además es bastante difícil medir en números. Nosotros lo que hablamos a partir de todas estas situaciones es de un deterioro del ejercicio de la libertad de prensa y de libertad expresión en Argentina. Los números hablan de eso más que nosotros.
En los informes de los últimos años aparece el poder político como el principal agresor de los periodistas. ¿Se trata de una dinámica previa que se ha profundizado o de un cambio en la relación con el periodismo propio de la gestión libertaria?
Si tuviera que fijar dos temas concretos que se han dado en los últimos dos años diría que sí están asociados con la con la gestión de Javier Milei, hay como un cambio en el modo de ataque. La verdad es que en el kirchnerismo nosotros registramos casos diferentes y modos de ataque diferentes, no es que era la panacea. El kirchnerismo tenía algunas situaciones un poco más agraviantes hacia las empresas periodísticas, hacia medios de comunicación y lo que nosotros notamos en particular durante la gestión de Javier Milei es que, además de que hay un planteo hacia las empresas, en particular está mucho más direccionado en la agresión hacia el periodista, hacia la figura del periodista. Nosotros entendemos ahí que el problema es, efectivamente, el periodismo. Si tuviéramos que problematizar, el problema sería el periodismo, encarnado en la figura del periodista, no mucho más que el de la empresa periodística. Efectivamente, el dato que se da es que el Presidente de la Nación y gente próxima a la Presidencia de la Nación que pueden ser funcionarios o pueden ser sectores afines, tienen un protagonismo absoluto en el nivel de agresiones. Y por otra parte aparece ahí un escenario que en otros años no veíamos y tiene que ver con un reflejo de época que es el ámbito digital como principal escenario de esa agresión. Esos son como los datos concretos, un incremento muy marcado de la agresión dirigida al periodismo, pero encarnado en los periodistas, promovido por la principal figura institucional del país que es el Presidente de la Nación y sus sectores más próximos en términos de función pública y sectores afines ideológicos.
Mencionás la esfera digital como escenario donde se producen la violencia, y cada vez con más frecuencia. ¿Qué desafíos presenta esta dimensión para el seguimiento y la legislación sobre los ataques?
En la Argentina no hay legislación. En realidad, el único lugar del mundo donde hay legislación o algún tipo de regulación a las plataformas es Europa. Europa es un caso atípico en el mundo. También es cierto que nosotros tenemos situaciones muy particulares en Latinoamérica para pensar además en esquemas de regulación. No solamente el para qué de la regulación y promovido por quién. Si nosotros generáramos políticas de regulación también habría que ser muy cuidadosos en el para qué de esa regulación. Las plataformas de por sí no tienen filtros propios, lejos de eso, cada vez han liberado más ese espacio y lo han puesto al servicio de lo que surja. Es un terreno donde además hay bastante discusión sobre el terreno privado y público. Son espacios de consumo de uso público, pero terminan siendo empresas privadas. Entonces, ellos fijan sus propias reglas y es bastante difícil ahí quién se mete para discutirla de alguna forma. Ese es un terreno muy difícil. En cuanto al crecimiento de la violencia digital, la verdad es que no hay mucha discusión al respecto. Está claro que hay datos ciertos sobre el crecimiento y está claro que determinados sectores de poder lo utilizan como su propia cancha. El Presidente de la Nación el 1° de marzo del 2024, cuando abrió las sesiones del Congreso, dijo algo así como "vamos a dar la batalla de locales en el ámbito digital y de visitantes en los medios tradicionales." Y la verdad es que fue la manera más honesta de plantear lo que venía, porque era eso. Y tienen la estructura funcionando en ese sentido. Así que es muy difícil el ámbito de las plataformas y de las redes.
¿Perciben componentes misóginos en los ataques? ¿Hay una profundización de la violencia hacia mujeres y diversidades en el periodismo?
En nuestros relevamientos tomamos el dato general de ataques, sí hacemos una distinción por género. La mayor cantidad de casos que tenemos relevados no son contra mujeres, de hecho contra mujeres tenemos un 21% de agresiones y un 56% contra hombres. También es cierto que hay más hombres trabajando que mujeres. Entonces, eso también hay que leerlo en contexto. Sí en un principio sentimos y lo vimos muy especificado sobre el tono de reproche a las mujeres periodistas, difiere mucho el tono de reproche a los hombres periodistas, inicialmente sentimos que había una mirada especial ahí. La verdad es que después lo que vemos es que hay como un agravio por el agravio mismo. Sí creemos que hay una mirada muy masculinizada, un patrón muy masculinizado en el modo del agravio. Bueno, de hecho hasta las implicancias en términos sexuales constantes, los agravios tienen mucho de eso. Hay para hacer una lectura finita en ese sentido, pero bueno, los datos nuestros nos dicen que hay más hombres atacados que mujeres, pero insisto en este concepto: También hay más hombres que mujeres periodistas trabajando en escena.
En el monitoreo de 2023 dedicaste un apartado al ejercicio del periodismo en Chubut, y allí te referías a otras problemáticas que quedan por fuera de las cifras concretas pero que son igualmente relevantes, como la incidencia de la pauta publicitaria y la necesidad de revisar la Ley de Acceso a la Información Pública. ¿Cómo analizás el escenario provincial hoy?
Yo siento que esa situación persiste, la verdad es que Chubut no tiene una situación de ataque a la libertad de prensa directa o la libertad de expresión; y cuando digo directa es que no tenemos periodistas agraviados en la calle, no tenemos manifestaciones donde los periodistas no puedan cumplir sus tareas, no hay dificultad de acceso a los funcionarios públicos, pero hay otros problemas. Yo creo que la no clarificación de la distribución de pauta, del criterio de distribución de pauta publicitaria puede ser un problema. Eso nos pasa en todo el país. El tema de la incidencia de la pauta publicitaria en un esquema económico deprimido es lo que está de alguna manera marcando las agendas. A veces tiene que ver con presiones directas y a veces con presiones indirectas o situaciones hasta de autocensura en el propio ejercicio del periodismo. Pero la verdad es que sí hay una presencia fuerte de pautas publicitarias en la dinámica de los medios. Me parece que eso debería ser transparentado mejor. Yo lo he hablado personalmente con funcionarios provinciales. La provincia de Chubut, también hay que decirlo, es una de las pocas que publica la distribución de pauta publicitaria en el Boletín Oficial, pero lo que no está claro es cuál es el concepto de distribución, ¿por qué uno sí, por qué uno no, por qué una radio cobra por programa y no se cobra una publicidad en todo el medio? ¿Cuál es el concepto para que unos reciban determinada cantidad de dinero y otros reciban menos? ¿Cuáles son las reglas? ¿Cómo se meritúa esa distribución? Por ejemplo, ¿cuál es el volumen de contenidos locales? ¿Cuál es la situación en general de la empresa? No sé, temas que efectivamente podrían analizarse. En general en el país no se está haciendo, pero específicamente en Chubut, yo creo que además a nosotros eso nos genera un subregistro, porque ¿cómo constatas eso? Es muy difícil que un medio lo denuncie. Son situaciones que no son nuevas pero que me parece que se podría aportar algo más desde la visión de transparencia institucional para mejorarlo. Y lo de la Ley de Acceso a la Información Pública habría que activar más ese músculo, no solo para los periodistas, sino también para la ciudadanía en general. Me parece que es un tema que lo tenemos dormido, está la ley, pero no se usa mucho.
¿En Chubut ves la posibilidad de acceso a la información, de un diálogo fluido con funcionarios y, en última instancia, a la construcción de un periodismo más crítico?
Yo no he tenido gente que me diga que los funcionarios no le responden. Yo lo que no sé es si los periodistas estamos intentando comunicarnos o ir más a fondo en los temas que hoy son eje político, económico, y si estamos intentando ir un poco más allá del discurso oficial, honestamente. A mí me parece que hay una fuerte incidencia en la agenda institucional en los contenidos en general de los medios. Eso nos pasa a todos. También tiene que ver con las figuras y con los espacios de liderazgo. En este momento me parece que la figura de Torres puede ser una figura fuerte en términos de liderazgo y lo que hace Torres tiene bastante presencia. De todas maneras, siempre el periodismo puede escarbar un poco más. Es nuestra tarea. Puede y debe, diría, pero la verdad es que yo no he tenido reportes de que los funcionarios no respondan. Quizás lo haya y yo no lo conozco. De todas maneras, sí me parece que nosotros tenemos que agudizar un poco más la mirada sobre los temas relevantes más allá de la agenda que proponen los gobiernos, también con los municipales.
Hiciste referencia al número creciente de ataques contra la libertad de expresión, la incidencia de la pauta publicitaria, la rapidez del cambio tecnológico, a lo que se suma una constante precarización del oficio. ¿Cómo inciden todos estos factores en la práctica, y sobre todo, en la calidad periodística?
Esa es la clave del tema, porque el ecosistema de medios, la realidad de los medios de comunicación hoy tiene un conglomerado de problemas, un combo de problemas como antes no se había visto. Por una parte tenemos un crecimiento tecnológico que a veces nos cuesta seguir. Todavía tenemos dentro de las redacciones resistencias hasta generacionales. Tenemos una realidad tecnológica que nos obliga a actualizarnos todo el tiempo. Tenemos muy malos sueldos. Nadie vive o muy pocos viven con un solo sueldo en esta profesión y la gente no siempre lo conoce, con lo cual hay que seguir trabajando, por lo menos en dos trabajos, en dos tareas. Lo nuestro es un trabajo intelectual, trabajar en dos o tres lugares nos expone bastante más al error. No siempre tenemos cómo defendernos adecuadamente y a veces cuando nos tenemos que defender estamos muy solos. Sumado a esto tenemos el reproche social porque mucha gente no nos cree o necesita encasillarnos. Lejos de pensar en victimizarnos, la verdad es que lo que estoy haciendo no es nada más ni nada menos que una descripción de lo que hoy nos pasa todos los días cuando nos levantamos y tenemos que explicar además por qué seguimos eligiendo esta profesión. Es que es una situación, para mí, de las más complicadas que hemos atravesado. Yo tengo 30 años de profesión y no recuerdo haber tenido toda esta cantidad de situaciones juntas. No obstante, creo que en todos los casos responder con más y mejor periodismo sigue siendo la manera, aunque sea en la escala que podamos atenderlo, pero hacerlo bien. No estamos pensando que investigar es investigar Panamá Papers, sino muchas veces investigar lo próximo y contárselo a la gente de manera clara casi en términos explicativos, hacer un explicador más que una información o una investigación enorme, tiene mucha más incidencia para nuestra gente y puede modificar o puede asistir a un mejor espíritu crítico para los nuestros y eso me parece que ya es muy valioso. Y cumple con el objetivo que tenemos que tener. Creo que hay que bajar la escala y atender lo que podemos atender.
Desde 2008 FOPEA (Foro de Periodismo Argentino) monitorea la libertad de expresión en Argentina, contabilizando anualmente las limitaciones al ejercicio de la actividad periodística, ya sean evidentes o sutiles. El 2025 se perfila como el año con mayor número de agresiones desde que inició el Monitoreo, con una característica propia de la coyuntura: el Presidente de la Nación y en general el poder político son los principales agresores. En diálogo con El Extremo Sur, la periodista chubutense y secretaria de FOPEA, Paula Moreno, habló de la situación del periodismo, atravesada por múltiples problemas en simultáneo y una paulatina degradación de la libertad de prensa.
"Hay un incremento muy marcado de la agresión dirigida al periodismo, pero encarnado en los periodistas, promovido por la principal figura institucional del país que es el Presidente de la Nación y sus sectores más próximos en términos de función pública y sectores afines ideológicos", sintetizó. Este año van contabilizando 264 casos en todo el país, un aumento cercano al 50% si se compara con el año anterior, en el que se registraron 179 casos.
Moreno habló de un escenario complejo para el periodismo, en el que se combinan distintas problemáticas de índole social, económica y propias del oficio. En relación a Chubut, subrayó que no se evidencia una situación de ataque a la libertad de prensa directa pero persisten otras problemáticas como la "presencia fuerte de pautas publicitarias en la dinámica de los medios" y la necesidad de revisar la Ley de Acceso a la Información Pública.
Otro elemento propio de la época es el rápido avance de las tecnologías y la centralidad de la esfera digital como escenario de los ataques, lo que representa un desafío debido a su ausencia de legislación: "En la Argentina no hay legislación. Las plataformas de por sí no tienen filtros propios, lejos de eso, cada vez han liberado más ese espacio y lo han puesto al servicio de lo que surja. Son espacios de consumo de uso público, pero terminan siendo empresas privadas. Entonces, ellos fijan sus propias reglas y es bastante difícil ahí quién se mete para discutirla de alguna forma".
Desde FOPEA vienen monitoreando la libertad de expresión en Argentina desde hace casi dos décadas. ¿Cuáles son los datos más relevantes de los últimos monitoreos? A primera vista, se ve un notable aumento de los ataques contra periodistas si se comparan las cifras con 2023 ó 2022.
En general lo que estamos viendo es un incremento importante y casi diría que el 2025 va a cerrar como el año de mayor cantidad de casos registrados desde la historia del monitoreo, que son 17 años. El año anterior que habíamos registrado el pico de casos fue el 2013, que es cuando se hizo la investigación de la ruta del dinero K, que está bastante asociado con eso porque buena parte de las afectaciones tenían que ver con periodistas de investigación asociados a ese tema. Pero ahora estamos por encima de ese número y creo que es lo que marca el momento. Nosotros hablamos no solo de la cantidad de casos, porque son hechos que además aglutinan diferentes cantidades de víctimas, un hecho puede tener varias víctimas y además hay otras situaciones que son bastante más difíciles de medir en número. Casos que hace tiempo no veíamos de esta manera, casos de intentos de censura, el tema de los audios de Karina Milei, por ejemplo, o hace muy poco tiempo un caso que nosotros clasificamos como un caso de censura en Tucumán por parte del Poder Judicial también. Son situaciones que hacía tiempo no se veían y que insisto que son de una gravedad institucional importante y que además es bastante difícil medir en números. Nosotros lo que hablamos a partir de todas estas situaciones es de un deterioro del ejercicio de la libertad de prensa y de libertad expresión en Argentina. Los números hablan de eso más que nosotros.
En los informes de los últimos años aparece el poder político como el principal agresor de los periodistas. ¿Se trata de una dinámica previa que se ha profundizado o de un cambio en la relación con el periodismo propio de la gestión libertaria?
Si tuviera que fijar dos temas concretos que se han dado en los últimos dos años diría que sí están asociados con la con la gestión de Javier Milei, hay como un cambio en el modo de ataque. La verdad es que en el kirchnerismo nosotros registramos casos diferentes y modos de ataque diferentes, no es que era la panacea. El kirchnerismo tenía algunas situaciones un poco más agraviantes hacia las empresas periodísticas, hacia medios de comunicación y lo que nosotros notamos en particular durante la gestión de Javier Milei es que, además de que hay un planteo hacia las empresas, en particular está mucho más direccionado en la agresión hacia el periodista, hacia la figura del periodista. Nosotros entendemos ahí que el problema es, efectivamente, el periodismo. Si tuviéramos que problematizar, el problema sería el periodismo, encarnado en la figura del periodista, no mucho más que el de la empresa periodística. Efectivamente, el dato que se da es que el Presidente de la Nación y gente próxima a la Presidencia de la Nación que pueden ser funcionarios o pueden ser sectores afines, tienen un protagonismo absoluto en el nivel de agresiones. Y por otra parte aparece ahí un escenario que en otros años no veíamos y tiene que ver con un reflejo de época que es el ámbito digital como principal escenario de esa agresión. Esos son como los datos concretos, un incremento muy marcado de la agresión dirigida al periodismo, pero encarnado en los periodistas, promovido por la principal figura institucional del país que es el Presidente de la Nación y sus sectores más próximos en términos de función pública y sectores afines ideológicos.
Mencionás la esfera digital como escenario donde se producen la violencia, y cada vez con más frecuencia. ¿Qué desafíos presenta esta dimensión para el seguimiento y la legislación sobre los ataques?
En la Argentina no hay legislación. En realidad, el único lugar del mundo donde hay legislación o algún tipo de regulación a las plataformas es Europa. Europa es un caso atípico en el mundo. También es cierto que nosotros tenemos situaciones muy particulares en Latinoamérica para pensar además en esquemas de regulación. No solamente el para qué de la regulación y promovido por quién. Si nosotros generáramos políticas de regulación también habría que ser muy cuidadosos en el para qué de esa regulación. Las plataformas de por sí no tienen filtros propios, lejos de eso, cada vez han liberado más ese espacio y lo han puesto al servicio de lo que surja. Es un terreno donde además hay bastante discusión sobre el terreno privado y público. Son espacios de consumo de uso público, pero terminan siendo empresas privadas. Entonces, ellos fijan sus propias reglas y es bastante difícil ahí quién se mete para discutirla de alguna forma. Ese es un terreno muy difícil. En cuanto al crecimiento de la violencia digital, la verdad es que no hay mucha discusión al respecto. Está claro que hay datos ciertos sobre el crecimiento y está claro que determinados sectores de poder lo utilizan como su propia cancha. El Presidente de la Nación el 1° de marzo del 2024, cuando abrió las sesiones del Congreso, dijo algo así como "vamos a dar la batalla de locales en el ámbito digital y de visitantes en los medios tradicionales." Y la verdad es que fue la manera más honesta de plantear lo que venía, porque era eso. Y tienen la estructura funcionando en ese sentido. Así que es muy difícil el ámbito de las plataformas y de las redes.
¿Perciben componentes misóginos en los ataques? ¿Hay una profundización de la violencia hacia mujeres y diversidades en el periodismo?
En nuestros relevamientos tomamos el dato general de ataques, sí hacemos una distinción por género. La mayor cantidad de casos que tenemos relevados no son contra mujeres, de hecho contra mujeres tenemos un 21% de agresiones y un 56% contra hombres. También es cierto que hay más hombres trabajando que mujeres. Entonces, eso también hay que leerlo en contexto. Sí en un principio sentimos y lo vimos muy especificado sobre el tono de reproche a las mujeres periodistas, difiere mucho el tono de reproche a los hombres periodistas, inicialmente sentimos que había una mirada especial ahí. La verdad es que después lo que vemos es que hay como un agravio por el agravio mismo. Sí creemos que hay una mirada muy masculinizada, un patrón muy masculinizado en el modo del agravio. Bueno, de hecho hasta las implicancias en términos sexuales constantes, los agravios tienen mucho de eso. Hay para hacer una lectura finita en ese sentido, pero bueno, los datos nuestros nos dicen que hay más hombres atacados que mujeres, pero insisto en este concepto: También hay más hombres que mujeres periodistas trabajando en escena.
En el monitoreo de 2023 dedicaste un apartado al ejercicio del periodismo en Chubut, y allí te referías a otras problemáticas que quedan por fuera de las cifras concretas pero que son igualmente relevantes, como la incidencia de la pauta publicitaria y la necesidad de revisar la Ley de Acceso a la Información Pública. ¿Cómo analizás el escenario provincial hoy?
Yo siento que esa situación persiste, la verdad es que Chubut no tiene una situación de ataque a la libertad de prensa directa o la libertad de expresión; y cuando digo directa es que no tenemos periodistas agraviados en la calle, no tenemos manifestaciones donde los periodistas no puedan cumplir sus tareas, no hay dificultad de acceso a los funcionarios públicos, pero hay otros problemas. Yo creo que la no clarificación de la distribución de pauta, del criterio de distribución de pauta publicitaria puede ser un problema. Eso nos pasa en todo el país. El tema de la incidencia de la pauta publicitaria en un esquema económico deprimido es lo que está de alguna manera marcando las agendas. A veces tiene que ver con presiones directas y a veces con presiones indirectas o situaciones hasta de autocensura en el propio ejercicio del periodismo. Pero la verdad es que sí hay una presencia fuerte de pautas publicitarias en la dinámica de los medios. Me parece que eso debería ser transparentado mejor. Yo lo he hablado personalmente con funcionarios provinciales. La provincia de Chubut, también hay que decirlo, es una de las pocas que publica la distribución de pauta publicitaria en el Boletín Oficial, pero lo que no está claro es cuál es el concepto de distribución, ¿por qué uno sí, por qué uno no, por qué una radio cobra por programa y no se cobra una publicidad en todo el medio? ¿Cuál es el concepto para que unos reciban determinada cantidad de dinero y otros reciban menos? ¿Cuáles son las reglas? ¿Cómo se meritúa esa distribución? Por ejemplo, ¿cuál es el volumen de contenidos locales? ¿Cuál es la situación en general de la empresa? No sé, temas que efectivamente podrían analizarse. En general en el país no se está haciendo, pero específicamente en Chubut, yo creo que además a nosotros eso nos genera un subregistro, porque ¿cómo constatas eso? Es muy difícil que un medio lo denuncie. Son situaciones que no son nuevas pero que me parece que se podría aportar algo más desde la visión de transparencia institucional para mejorarlo. Y lo de la Ley de Acceso a la Información Pública habría que activar más ese músculo, no solo para los periodistas, sino también para la ciudadanía en general. Me parece que es un tema que lo tenemos dormido, está la ley, pero no se usa mucho.
¿En Chubut ves la posibilidad de acceso a la información, de un diálogo fluido con funcionarios y, en última instancia, a la construcción de un periodismo más crítico?
Yo no he tenido gente que me diga que los funcionarios no le responden. Yo lo que no sé es si los periodistas estamos intentando comunicarnos o ir más a fondo en los temas que hoy son eje político, económico, y si estamos intentando ir un poco más allá del discurso oficial, honestamente. A mí me parece que hay una fuerte incidencia en la agenda institucional en los contenidos en general de los medios. Eso nos pasa a todos. También tiene que ver con las figuras y con los espacios de liderazgo. En este momento me parece que la figura de Torres puede ser una figura fuerte en términos de liderazgo y lo que hace Torres tiene bastante presencia. De todas maneras, siempre el periodismo puede escarbar un poco más. Es nuestra tarea. Puede y debe, diría, pero la verdad es que yo no he tenido reportes de que los funcionarios no respondan. Quizás lo haya y yo no lo conozco. De todas maneras, sí me parece que nosotros tenemos que agudizar un poco más la mirada sobre los temas relevantes más allá de la agenda que proponen los gobiernos, también con los municipales.
Hiciste referencia al número creciente de ataques contra la libertad de expresión, la incidencia de la pauta publicitaria, la rapidez del cambio tecnológico, a lo que se suma una constante precarización del oficio. ¿Cómo inciden todos estos factores en la práctica, y sobre todo, en la calidad periodística?
Esa es la clave del tema, porque el ecosistema de medios, la realidad de los medios de comunicación hoy tiene un conglomerado de problemas, un combo de problemas como antes no se había visto. Por una parte tenemos un crecimiento tecnológico que a veces nos cuesta seguir. Todavía tenemos dentro de las redacciones resistencias hasta generacionales. Tenemos una realidad tecnológica que nos obliga a actualizarnos todo el tiempo. Tenemos muy malos sueldos. Nadie vive o muy pocos viven con un solo sueldo en esta profesión y la gente no siempre lo conoce, con lo cual hay que seguir trabajando, por lo menos en dos trabajos, en dos tareas. Lo nuestro es un trabajo intelectual, trabajar en dos o tres lugares nos expone bastante más al error. No siempre tenemos cómo defendernos adecuadamente y a veces cuando nos tenemos que defender estamos muy solos. Sumado a esto tenemos el reproche social porque mucha gente no nos cree o necesita encasillarnos. Lejos de pensar en victimizarnos, la verdad es que lo que estoy haciendo no es nada más ni nada menos que una descripción de lo que hoy nos pasa todos los días cuando nos levantamos y tenemos que explicar además por qué seguimos eligiendo esta profesión. Es que es una situación, para mí, de las más complicadas que hemos atravesado. Yo tengo 30 años de profesión y no recuerdo haber tenido toda esta cantidad de situaciones juntas. No obstante, creo que en todos los casos responder con más y mejor periodismo sigue siendo la manera, aunque sea en la escala que podamos atenderlo, pero hacerlo bien. No estamos pensando que investigar es investigar Panamá Papers, sino muchas veces investigar lo próximo y contárselo a la gente de manera clara casi en términos explicativos, hacer un explicador más que una información o una investigación enorme, tiene mucha más incidencia para nuestra gente y puede modificar o puede asistir a un mejor espíritu crítico para los nuestros y eso me parece que ya es muy valioso. Y cumple con el objetivo que tenemos que tener. Creo que hay que bajar la escala y atender lo que podemos atender.

