El mundo

Ucrania: el laboratorio de las guerras del futuro

Por Daniel Kersffeld 

En su encuentro con Donald Trump este domingo, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski expresó sus deseos de alcanzar un acuerdo de paz lo antes posible con Vladimir Putin. Sin embargo, los hechos demuestran que, hasta el momento, el mandatario ucraniano ha estado utilizando la guerra contra Rusia como un laboratorio para experimentar las principales características que asumirán los conflictos bélicos en un futuro cercano. Nada parece alterar este proyecto vital para Kiev.

Desde el inicio de la confrontación abierta contra Rusia, en febrero de 2022, el sector de la defensa de Ucrania se ha convertido silenciosamente en uno de los mercados de inversión en fase inicial más importantes del planeta, ya no sólo dirigido al área de los drones y de la producción intensiva de municiones, sino a los aspectos tecnológicamente más avanzados de la industria bélica.

En 2025 unas cincuenta empresas ucranianas de tecnología de la defensa recaudaron más de 105 millones de dólares en capital privado. El número es llamativo si se toma en cuenta que dos años antes, las inversiones en esta área apenas significaban unos 5 millones de dólares.

Para centralizar los aportes externos, todas las inversiones se canalizan a través de BRAVE1, un programa implementado desde Kiev en 2023 que apoya el desarrollo tecnológico conectando a inversores de Estados Unidos y de la Unión Europea con empresas ucranianas. El programa apoya a más de 1500 emprendimientos tecnológicos ucranianos con "capital semilla", subvenciones y asistencia logística y técnica, y mediante la conformación de "incubadoras" para favorecer su crecimiento.

La publicidad del gobierno ha sido útil para que un creciente conjunto de fondos extranjeros y de redes de inversores provenientes de Estados Unidos, Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Noruega, Alemania, República Checa, Países Bajos y Polonia comenzaran a considerar la tecnología de defensa ucraniana como un andamiaje cada vez más redituable, y ya no como una apuesta puntual.

En este sentido, uno de los cambios más relevantes tiene que ver con la expansión del sector militar industrial de Ucrania y su apertura a las inversiones externas: sólo en 2025, 127 empresas se vincularon a la Alianza de Industrias de Defensa, un bloque corporativo desarrollado desde el gobierno y destinado a mejorar las capacidades bélicas del país.

Al mismo tiempo, el régimen de Zelenski firmó acuerdos con 40 empresas extranjeras, de las cuales 25 establecieron operaciones en Ucrania, entre las que se encuentran gigantes de la industria como BAE Systems, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon y Rheinmetall.

Además, la guerra está llevando adelante una importante reestructuración posibilitando que otro tipo de empresas, de menor volumen y originarias tanto de los Estados Unidos como de la Unión Europea, hayan entrado al mercado ucraniano para desarrollar innovaciones tecnológicas en segmentos limitados, como la guerra electrónica, la inteligencia artificial y los sistemas antidrones.

De aquí que, para empresas jóvenes dedicadas a la guerra, como Anduril Industries, Palantir, AeroVironment y Shield AI, Ucrania ofrece tanto un campo de pruebas para sus tecnologías de vanguardia como una oportunidad para acumular experiencia y recursos efectivos mientras buscan acrecentar su influencia en un escenario dominado hasta ahora por unas pocas corporaciones.

De manera paralela, han surgido nuevos fondos de capital de riesgo centrados en el contexto ucraniano e interesados en financiar a las nuevas empresas surgidas al calor de la guerra. Entre ellos se encuentran las asociaciones estadounidenses MITS Capital y Green Flag Ventures, que han abierto oficinas en Kiev. De igual modo, están NUNC, procedente de los Países Bajos, y Verne Capital, de Alemania, que ya invirtieron decenas de millones de euros en el sector de la defensa, lo mismo que los fondos de inversión ucranianos Resist UA y D3 Venture Capital.

Como en determinados momentos de la historia de estos últimos siglos, y bajo una orientación política concreta, el gran capital vuelve a estar directamente vinculado a la guerra para su crecimiento y su expansión internacional. En este caso, la orientación frente a Moscú resulta clave para volver a aglutinar multimillonarios recursos y para brindarles un sentido ideológico claro, más allá de la acumulación y de la maximización de ganancias a partir de la destrucción abierta.

Uno de los ejemplos concretos de este tipo de colaboración tuvo lugar gracias a la labor conjunta de la Comisión Europea y del gobierno ucraniano en materia de tecnología de la defensa.

En la Conferencia de Recuperación de Ucrania, celebrada en Roma el 11 de julio de 2025, se comenzó a delinear el proyecto BraveTech EU con una financiación inicial de 50 millones de euros por parte de la Unión Europea, a la que próximamente se añadirán otros 50 millones del gobierno ucraniano para consolidar una renovada maquinaria de guerra contra Rusia.

De igual modo, y gracias al apoyo de los países de la OTAN en los últimos años, en Ucrania están proliferando las startups y diversos emprendimientos que apuestan por la evolución tecnológica de las guerras.

Algunas de las marcas comerciales que comenzaron a visibilizarse desde 2024 son los de Kara Dag, un desarrollador de guerra electrónica; Swarmer, responsable de la producción de drones con inteligencia artificial; Osavul, empleada en la "guerra informativa" con apoyo de inteligencia artificial; Himera, centrada en las comunicaciones tácticas; y Tencore, fabricante de plataformas robóticas no tripuladas utilizadas por el ejército ucraniano.

Si en un inicio primaba la intuición y el pragmatismo hoy, en cambio, las recetas tienden a globalizarse. De ahí que el éxito de las empresas de defensa ucranianas se verifique en la venta de sistemas específicos en el extranjero y en el inicio de colaboraciones de distinto tipo con entidades militares de la OTAN y de Estados Unidos.

Aunque su cuota de mercado en Occidente es reducida, la industria de la defensa ucraniana está obteniendo una rápida expansión debido a un factor clave: mientras que muchas startups de este tipo ganan capital en conceptos cuya validación puede tardar años, los emprendimientos tecnológicos ucranianos demuestran su utilidad, de manera directa, día a día, en la guerra contra Rusia. El fondo de inversión Green Flag Ventures, incluso, detectó una creciente demanda de tecnología de defensa ucraniana en América Latina y en otras regiones del planeta.

Más allá del resultado final de la guerra contra Rusia, las expectativas son muy altas gracias al decisivo apoyo de la Alianza Atlántica, a la inversión creciente por parte de "fondos buitre" europeos y estadounidenses, y al desenvolvimiento de gran diversidad de proyectos empresariales que tratan de reconvertir a Ucrania en uno de los puntales de la tecnología militar a nivel global.

Hoy nadie cuestiona la derrota ucraniana, pero frente a Trump y a la mayoría de los líderes occidentales, Zelenski parece más preocupado en asegurar los términos de su rendición y, al mismo tiempo, en negociar los fondos para asegurar a Ucrania como una suerte de "muro de contención" contra Rusia cuando, en realidad, operaría como un área ofensiva de la OTAN para administrar un constante asedio contra Moscú.

A contrapelo de los actuales deseos por la paz, se trata de un panorama a futuro que sólo genera inquietud e incertidumbre y que sitúa a Ucrania muy lejos de cualquier perspectiva política de pacificación, de escenario posconflicto o, al menos, de cese real de hostilidades contra Rusia.

Fuente: Página 12