Sociedad
Cuarenta años de injusticiaPOR FEDERICO MEHRBALD.
Trelew.
Especial para EES 115.
Hasta el día de hoy dura el clamor por las víctimas y la exigencia de castigo para los culpables. Todos conocen los aberrantes hechos que pusieron en el mapa de la Nación el nombre más gris de Trelew, pueblo manchado de sangre en aquella fría madrugada. La memoria se resiste al viento, la radio comenta las noticias del juicio por los fusilamientos, cuarenta años después de los balazos; mientras el sentimiento cada vez más vivo invade a los escuchas o a los testigos que acompañan las declaraciones de aquel sombrío recodo militar, donde se produjo algo que nunca volverá, pero que sigue doliendo para los familiares y el pueblo. Ellos no claudican cuando sostienen lágrimas de justicia en los ojos de todos los días. Los 19 asesinatos perpetrados en la Base Aeronaval de Trelew, que recién se juzgan ahora, fueron el embrión de terrorismo de Estado que precedió al golpe militar de 1976.
En la madrugada del 22 de agosto de 1972 fueron fusilados en la Base Almirante Zar los presos políticos que habían intentado fugarse del penal de Rawson. Esa mañana fueron asesinados Rubén Pedro Bonet, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Segundo Suárez, José Ricardo Mena, Humberto Adrián Toschi, Miguel Ángel Polti, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Eduardo Adolfo Capello, Clarisa Rosa Lea Place, Ana María Villareal de Santucho, Carlos Heriberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgar.
Sólo sobrevivieron Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar, quienes luego fueron desaparecidos durante la última dictadura. Las víctimas tenían entre 20 y 30 años y militaban en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en Montoneros y en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La mayoría de sus familias junto con sus abogados defensores fueron perseguidos primero por la Triple A y luego por la última dictadura.
El juicio
Cuarenta años después, los jueces Enrique Guanziroli, Pedro De Diego y Nora Cabrera de Monella –miembros del Tribunal Federal de Comodoro Rivadavia– ordenaron la lectura del requerimiento de elevación a juicio formulado por la fiscalía, que acusa a los imputados por homicidio agravado de 16 prisioneros y otros tres en grado de tentativa, todos en la base aeronaval Almirante Zar.
Están acusados por estos hechos los capitanes Luis Sosa, Emilio Del Real, Rubén Paccagnini y Jorge Bautista, éste último por encubrimiento, y el cabo Carlos Marandino. Eludió el banquillo de acusados el almirante Horacio Mayorga, ya que el Cuerpo de Medicina Forense consideró que por razones de salud mental no se encuentra en condiciones de defenderse en juicio, y el capitán Roberto Bravo, cuya extradición fue negada por los Estados Unidos, país donde reside actualmente. Los tres sobrevivientes de la masacre señalaron a Bravo como el oficial que recorrió los calabozos para rematar con un tiro de gracia en la nuca a los fusilados.
La fiscalía señala la responsabilidad política directa en la masacre de la dictadura, encabezada entonces por Alejandro Lanusse, además de la responsabilidad penal de los imputados en la causa como ejecutores materiales del fusilamiento ordenado por la superioridad, y en un caso por encubrimiento.
Día a día, intacta la memoria
El juicio iniciado el 7 de mayo durará al menos tres meses. Por su estrado desfilarán unos 70 testigos involucrados en la causa. En el teatro José Hernández de la ciudad de Rawson, los jueces Guanziroli, de Diego y Cabrera de Monella iniciaron un proceso largamente esperado en Argentina y distintos lugares del mundo.
En la elevación a juicio, el juez de instrucción Hugo Sastre consideró probada la participación de los imputados en los fusilamientos. “El 22 de agosto de 1972, en la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew, aproximadamente a las 3:30, se apersonó en el lugar un grupo de oficiales armados con pistolas reglamentarias calibre 11.25 y ametralladoras PAM. Luego de despertarlos, se los hizo formar fila en el pasillo; después abrieron fuego con las ametralladoras PAM que portaban contra los jóvenes, algunos de los cuales cayeron abatidos por los disparos en el mismo pasillo, mientras que otros instintivamente se arrojaron al interior de las distintas celdas más próximas donde se encontraban. Luego de las ráfagas ininterrumpidas de ametralladoras, siguieron disparos aislados que concretaron la muerte de algunos de los jóvenes que estaban heridos”, detalló el juez.
En la tercera jornada del juicio por la Masacre de Trelew se realizó una inspección a la base Zar de Trelew, donde fueron fusilados 19 presos políticos. Asimismo hubo el desistimiento de unos 20 testigos por parte de la fiscalía y la querella para acelerar el avance de la causa. Solamente uno de los marinos imputados, el capital de navío Jorge Bautista, volvió al lugar después de 40 años y allí dio detalle sobre algunas de las cosas que él pudo ver cuando hacía la instrucción.
Los fusiladores
Entre las 2:30 y las 3:30 del 22 de agosto de 1972, el capitán de fragata Luis Emilio Sosa, jefe de la guardia de la Base Aeronaval Almirante Zar, ingresó al lugar de detención de los presos políticos junto con el teniente Roberto Bravo y el capitán de fragata Emilio Del Real. El cabo Carlos Marandino estaba de guardia. Luego de abrir las puertas de las celdas, se les ordenó a los detenidos que doblaran sus mantas y sacaran sus colchones. Se los hizo formar fila en el pasillo, tras lo cual fueron fusilados y luego rematados.
Alicia Bonet llegó desde Francia para participar como querellante y testigo del juicio que espera, desde que en la mañana del 22 de agosto de 1972 escuchó en la radio las primeras noticias sobre la Masacre que la dictadura de Agustín Lanusse difundió como un enfrentamiento durante un nuevo intento de fuga. Su esposo Rubén Bonet, militante del PRT-ERP, fue una de las 16 víctimas fatales, y ella es uno de las pocos familiares que sobrevivieron a la represión de la Triple A y a la última dictadura.
La denuncia original por la Masacre fue iniciada por Bonet a las pocas semanas de que ocurrieran los fusilamientos, en plena dictadura de Lanusse. Con el auspicio de los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, el ex secretario de Derechos Humanos fallecido recientemente, la viuda de Bonet denunció a la Armada Argentina por el asesinato de su esposo. “Era muy jugada pero no había una conciencia ni nos imaginábamos la crueldad de lo que nos esperaba en el país con los represores. Lo consideraba una necesidad porque pensaba que denunciar y que se supiera exactamente lo que pasó era impedir que volviera a haber masacres como la de Trelew”, expuso Bonet a los medios de comunicación.
El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, calificó como “trascendente” el inicio del proceso. Refiriéndose a los fusilamientos, calificó el accionar como “el embrión del terrorismo de Estado en nuestro país y la continuidad del acoso al campo nacional”. Tras asegurar que “Desde 2003 en Argentina no tenemos lugar ni tolerancia para los privilegios, y mucho menos perdón para los responsables de semejante genocidio”, Alak destacó que la política de derechos humanos es una auténtica política de Estado, cuyo mensaje final es un no rotundo a la impunidad.
El grito contra la Masacre
PACO URONDO / MUCHAS GRACIAS
Sirve y me inclino
ante tu palabra, luz de mi pensamiento. Abrirán
las puertas, dejarán entender: los artistas, los
intelectuales, siempre
han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron
caminos, emancipaciones
que no siempre lograron recorrer: era
prematuro en algunos casos, en otros fue distinto
– convengamos–, otras palabras son, bajar
la corredera de la mira, buscar con el guión
y dar justamente sobre algo que puede
moverse; un bulto,
un meneo a menos de cien metros
de tu corazón vulnerable, también enemigo.
La suerte ha dejado aquí de andar
fallando: se encendió la luz y pudo verse el caos, las
flagrancias: esa mano
allí, esta codicia; el miedo y otras mezquindades se pusieron
en evidencia y el amor
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie
pudo negar que en este país, en este
continente, nos estamos todos muriendo de vergüenza.
Aquí estoy perdiendo amigos, buscando
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente
la vida, queriendo respirar
trozos de esperanzas, bocanadas de aliento; salir
volando para no hacer agua, para
ver toda la tierra y caer en sus brazos.
Francisco Urondo nació en Santa Fe en 1930. Poeta, periodista, académico y militante político, Paco Urondo dio su vida luchando por el ideal de una sociedad más justa. "No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo." –dijo Juan Gelman– "corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente. Paco fue entendido en eso y sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra. Fue –es– uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento."
Su obra poética comprende Historia antigua (1956), Breves (1959), Lugares (1961), Nombres (1963), Del otro lado (1967), Adolecer (1968) y Larga distancia (antología publicada en Madrid en 1971). Ha publicado también los libros de cuentos Todo eso (1966), Al tacto (1967); Veraneando y Sainete con variaciones (1966, teatro); Veinte años de poesía argentina (ensayo, 1968); Los pasos previos (novela, 1972), y en 1973, La patria fusilada, un libro de entrevistas sobre la masacre de Trelew del '72. Como periodista colaboró en diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias. Murió en Buenos Aires en junio 1976, enfrentando a la genocida dictadura militar. "Empuñé un arma porque busco la palabra justa", dijo alguna vez.
ETERNA INOCENCIA / MÁRTIRES EN TRELEW
Mañana tal vez
mi mirada esté fija en el horizonte
e invite al tiempo para ayudarme a recordar
y pensar en sus miradas, perdidas,
y en la esperanza atesorada en corazones
¡Dispárense las lenguas de fuego!
¡La valentía comienza a correr!
¡Míralos! son palomas, ganando el cielo
dejando por siempre la ciudad
antes de la noche
existió la noche
lo sabía yo, allá en Trelew:
que algunas aves no pudieron ser
libres de una vez
¡Oh, mi bella luz
humilde de la juventud!
te perdiste en el horizonte
te fuiste hacia el sur...
Eterna inocencia es un grupo de rock argentino con letras y actitud introspectiva, comprometida política y socialmente. Sus comienzos datan del ano 1995 en el barrio de Quilmes, Buenos Aires. Provenientes de la corriente hardcore-punk de mediados de los años noventa. Forman parte de su propio sello discográfico independiente llamado Discos Del Sembrador. Su discografía está compuesta por: Punkypatin (1995), Días tristes (1997), Recycle (1999), A los que se han apagado (2001), Tómalo con calma (EP) (2002), Una tarde mágica (2003), Las palabras y los ríos (2004), Cañaveral (EP) (2005), La Resistencia (2006), EI (2009).
“NO SÉ SI FINALMENTE LA SENTENCIA VA A LLEVAR A ESTOS HOMBRES A UNA CÁRCEL COMÚN, COMO SOLICITAN LOS FAMILIARES. HAY LEYES QUE LES PERMITIRÍAN CIERTOS BENEFICIOS”, AFIRMA EL ABOGADO EDUARDO HUALPA
En busca de la condena definitiva
Eduardo Hualpa es el apoderado de nueve familias de las personas que fueron fusiladas en 1972 durante la denominada Masacre de Trelew, aunque existen diferentes grupos de abogados en la causa federal.
¿Cuando hablamos de memoria y justicia, qué es lo primordial que sale a la luz?
“Es muy importante que el pueblo defienda sus espacios, como espacios de memoria y el ejercicio presente de la misma y el fin de la impunidad”, destaca ponderando los sueños de justicia de los familiares implicados en el caso. “Gracias al avance de los sectores políticos se intenta quebrar la impunidad, hace 10 años era impensada esta realidad, creo que el progreso tuvo relación con el juicio a las Juntas Militares. Se pone en vilo las leyes, y empiezan las causas de genocidios en diferentes partes del país, que se puedan investigar. Respecto del juicio, no es que tengamos incertidumbre de los hechos, sino que es una importante oportunidad para los familiares de obtener justicia, ya que este caso es conocido como embrión de terrorismo de Estado. Paradójicamente es notable el esfuerzo que ha puesto el Estado para que exista la total impunidad”.
¿Cómo ve el pueblo chubutense este hecho histórico de juicio?
“El primer día de juicio hubo gran movimiento, y estuvo el gobernador Martín Buzzi, funcionarios nacionales, algunas escuelas y muchos compañeros. El segundo día fue más flojo de gente y me temo que hasta el momento de los alegatos baje la presencia. Creo que hay que hacer el mayor de los esfuerzos para participar de esas audiencias, para abrazar a los familiares que van a declarar. Necesitan acompañamiento y el calor del pueblo, como en 1972.
En el inicio del juicio hubo acompañamiento de compañeros de otros lugares del país, militantes de La Cámpora que son bienvenidos a esta lucha por esclarecimiento. Mi convocatoria es a participar del momento histórico, porque a los jueces formados en otra época les viene bien ver a pueblo presente mirando, reclamando y esperando. Hay una tensión con la que convivimos cotidianamente: no se le puede pedir al sistema institucional y a los jueces que resuelvan los problemas más importantes que tenemos. No podemos tener esa confianza en la Justicia, y tampoco podemos regalarles el espacio para abandonar la posibilidad de hacer la presión, para que los jueces y abogados hagan lo que tengan que hacer. No tenemos que abandonar los espacios en los cuales es posible hacer institucional algo que todo el pueblo sabe, algo que escribieron desde un primer momento las mentes más comprometidas e intelectuales de nuestro pueblo.
¿Existe la posibilidad de esclarecimiento sobre estos hechos y condenas concretas?
No es lo mismo hacer traer a una persona imputada de16 homicidios que tenerlos presos, como lo estuvieron varios meses algunos. No podemos olvidarnos quienes son los jueces de la causa penal, ahí estaba Alfredo Horacio Bisordi, ex Juez de la Cámara Nacional de Casación Penal, quien era el responsable de parar los juicios de lesa humanidad del país que tenemos. Ese tribunal formado en otro momento es el que otorga la salida de la prisión preventiva y domiciliaria para quedar en libertad, para esto habían pasado varios años del inicio de la causa, y no había ninguna posibilidad que la corte modificara eso. Algo que choca mucho es que los familiares pueden encontrarse cara a caro con las personas implicadas en este juicio, eso es muy irritante e insoportable.
¿Cuál es su objetivo?
Mi trabajo es lograr una condena definitiva. No sé si finalmente la sentencia va a llevar a estos hombres a una cárcel común, como solicitan los familiares. Hay leyes que les permitirían ciertos beneficios, pero nuestra tarea es concentrarnos en el esclarecimiento del hecho por parte de la Justicia, que se impongan los castigos y sufran las mismas condiciones que cualquier persona. Lo que sucede es que cualquier individuo de más de 70 años puede obtener beneficios aún condenada, y eso nos hace preguntar si empañaría el logro que sería la condena definitiva, yo creo que no, es importante que la justicia diga algo.
Trelew.
Especial para EES 115.
Hasta el día de hoy dura el clamor por las víctimas y la exigencia de castigo para los culpables. Todos conocen los aberrantes hechos que pusieron en el mapa de la Nación el nombre más gris de Trelew, pueblo manchado de sangre en aquella fría madrugada. La memoria se resiste al viento, la radio comenta las noticias del juicio por los fusilamientos, cuarenta años después de los balazos; mientras el sentimiento cada vez más vivo invade a los escuchas o a los testigos que acompañan las declaraciones de aquel sombrío recodo militar, donde se produjo algo que nunca volverá, pero que sigue doliendo para los familiares y el pueblo. Ellos no claudican cuando sostienen lágrimas de justicia en los ojos de todos los días. Los 19 asesinatos perpetrados en la Base Aeronaval de Trelew, que recién se juzgan ahora, fueron el embrión de terrorismo de Estado que precedió al golpe militar de 1976.
En la madrugada del 22 de agosto de 1972 fueron fusilados en la Base Almirante Zar los presos políticos que habían intentado fugarse del penal de Rawson. Esa mañana fueron asesinados Rubén Pedro Bonet, Jorge Alejandro Ulla, Humberto Segundo Suárez, José Ricardo Mena, Humberto Adrián Toschi, Miguel Ángel Polti, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Eduardo Adolfo Capello, Clarisa Rosa Lea Place, Ana María Villareal de Santucho, Carlos Heriberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgar.
Sólo sobrevivieron Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar, quienes luego fueron desaparecidos durante la última dictadura. Las víctimas tenían entre 20 y 30 años y militaban en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en Montoneros y en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La mayoría de sus familias junto con sus abogados defensores fueron perseguidos primero por la Triple A y luego por la última dictadura.
El juicio
Cuarenta años después, los jueces Enrique Guanziroli, Pedro De Diego y Nora Cabrera de Monella –miembros del Tribunal Federal de Comodoro Rivadavia– ordenaron la lectura del requerimiento de elevación a juicio formulado por la fiscalía, que acusa a los imputados por homicidio agravado de 16 prisioneros y otros tres en grado de tentativa, todos en la base aeronaval Almirante Zar.
Están acusados por estos hechos los capitanes Luis Sosa, Emilio Del Real, Rubén Paccagnini y Jorge Bautista, éste último por encubrimiento, y el cabo Carlos Marandino. Eludió el banquillo de acusados el almirante Horacio Mayorga, ya que el Cuerpo de Medicina Forense consideró que por razones de salud mental no se encuentra en condiciones de defenderse en juicio, y el capitán Roberto Bravo, cuya extradición fue negada por los Estados Unidos, país donde reside actualmente. Los tres sobrevivientes de la masacre señalaron a Bravo como el oficial que recorrió los calabozos para rematar con un tiro de gracia en la nuca a los fusilados.
La fiscalía señala la responsabilidad política directa en la masacre de la dictadura, encabezada entonces por Alejandro Lanusse, además de la responsabilidad penal de los imputados en la causa como ejecutores materiales del fusilamiento ordenado por la superioridad, y en un caso por encubrimiento.
Día a día, intacta la memoria
El juicio iniciado el 7 de mayo durará al menos tres meses. Por su estrado desfilarán unos 70 testigos involucrados en la causa. En el teatro José Hernández de la ciudad de Rawson, los jueces Guanziroli, de Diego y Cabrera de Monella iniciaron un proceso largamente esperado en Argentina y distintos lugares del mundo.
En la elevación a juicio, el juez de instrucción Hugo Sastre consideró probada la participación de los imputados en los fusilamientos. “El 22 de agosto de 1972, en la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew, aproximadamente a las 3:30, se apersonó en el lugar un grupo de oficiales armados con pistolas reglamentarias calibre 11.25 y ametralladoras PAM. Luego de despertarlos, se los hizo formar fila en el pasillo; después abrieron fuego con las ametralladoras PAM que portaban contra los jóvenes, algunos de los cuales cayeron abatidos por los disparos en el mismo pasillo, mientras que otros instintivamente se arrojaron al interior de las distintas celdas más próximas donde se encontraban. Luego de las ráfagas ininterrumpidas de ametralladoras, siguieron disparos aislados que concretaron la muerte de algunos de los jóvenes que estaban heridos”, detalló el juez.
En la tercera jornada del juicio por la Masacre de Trelew se realizó una inspección a la base Zar de Trelew, donde fueron fusilados 19 presos políticos. Asimismo hubo el desistimiento de unos 20 testigos por parte de la fiscalía y la querella para acelerar el avance de la causa. Solamente uno de los marinos imputados, el capital de navío Jorge Bautista, volvió al lugar después de 40 años y allí dio detalle sobre algunas de las cosas que él pudo ver cuando hacía la instrucción.
Los fusiladores
Entre las 2:30 y las 3:30 del 22 de agosto de 1972, el capitán de fragata Luis Emilio Sosa, jefe de la guardia de la Base Aeronaval Almirante Zar, ingresó al lugar de detención de los presos políticos junto con el teniente Roberto Bravo y el capitán de fragata Emilio Del Real. El cabo Carlos Marandino estaba de guardia. Luego de abrir las puertas de las celdas, se les ordenó a los detenidos que doblaran sus mantas y sacaran sus colchones. Se los hizo formar fila en el pasillo, tras lo cual fueron fusilados y luego rematados.
Alicia Bonet llegó desde Francia para participar como querellante y testigo del juicio que espera, desde que en la mañana del 22 de agosto de 1972 escuchó en la radio las primeras noticias sobre la Masacre que la dictadura de Agustín Lanusse difundió como un enfrentamiento durante un nuevo intento de fuga. Su esposo Rubén Bonet, militante del PRT-ERP, fue una de las 16 víctimas fatales, y ella es uno de las pocos familiares que sobrevivieron a la represión de la Triple A y a la última dictadura.
La denuncia original por la Masacre fue iniciada por Bonet a las pocas semanas de que ocurrieran los fusilamientos, en plena dictadura de Lanusse. Con el auspicio de los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, el ex secretario de Derechos Humanos fallecido recientemente, la viuda de Bonet denunció a la Armada Argentina por el asesinato de su esposo. “Era muy jugada pero no había una conciencia ni nos imaginábamos la crueldad de lo que nos esperaba en el país con los represores. Lo consideraba una necesidad porque pensaba que denunciar y que se supiera exactamente lo que pasó era impedir que volviera a haber masacres como la de Trelew”, expuso Bonet a los medios de comunicación.
El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, calificó como “trascendente” el inicio del proceso. Refiriéndose a los fusilamientos, calificó el accionar como “el embrión del terrorismo de Estado en nuestro país y la continuidad del acoso al campo nacional”. Tras asegurar que “Desde 2003 en Argentina no tenemos lugar ni tolerancia para los privilegios, y mucho menos perdón para los responsables de semejante genocidio”, Alak destacó que la política de derechos humanos es una auténtica política de Estado, cuyo mensaje final es un no rotundo a la impunidad.
El grito contra la Masacre
PACO URONDO / MUCHAS GRACIAS
Sirve y me inclino
ante tu palabra, luz de mi pensamiento. Abrirán
las puertas, dejarán entender: los artistas, los
intelectuales, siempre
han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron
caminos, emancipaciones
que no siempre lograron recorrer: era
prematuro en algunos casos, en otros fue distinto
– convengamos–, otras palabras son, bajar
la corredera de la mira, buscar con el guión
y dar justamente sobre algo que puede
moverse; un bulto,
un meneo a menos de cien metros
de tu corazón vulnerable, también enemigo.
La suerte ha dejado aquí de andar
fallando: se encendió la luz y pudo verse el caos, las
flagrancias: esa mano
allí, esta codicia; el miedo y otras mezquindades se pusieron
en evidencia y el amor
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie
pudo negar que en este país, en este
continente, nos estamos todos muriendo de vergüenza.
Aquí estoy perdiendo amigos, buscando
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente
la vida, queriendo respirar
trozos de esperanzas, bocanadas de aliento; salir
volando para no hacer agua, para
ver toda la tierra y caer en sus brazos.
Francisco Urondo nació en Santa Fe en 1930. Poeta, periodista, académico y militante político, Paco Urondo dio su vida luchando por el ideal de una sociedad más justa. "No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo." –dijo Juan Gelman– "corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente. Paco fue entendido en eso y sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra. Fue –es– uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento."
Su obra poética comprende Historia antigua (1956), Breves (1959), Lugares (1961), Nombres (1963), Del otro lado (1967), Adolecer (1968) y Larga distancia (antología publicada en Madrid en 1971). Ha publicado también los libros de cuentos Todo eso (1966), Al tacto (1967); Veraneando y Sainete con variaciones (1966, teatro); Veinte años de poesía argentina (ensayo, 1968); Los pasos previos (novela, 1972), y en 1973, La patria fusilada, un libro de entrevistas sobre la masacre de Trelew del '72. Como periodista colaboró en diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias. Murió en Buenos Aires en junio 1976, enfrentando a la genocida dictadura militar. "Empuñé un arma porque busco la palabra justa", dijo alguna vez.
ETERNA INOCENCIA / MÁRTIRES EN TRELEW
Mañana tal vez
mi mirada esté fija en el horizonte
e invite al tiempo para ayudarme a recordar
y pensar en sus miradas, perdidas,
y en la esperanza atesorada en corazones
¡Dispárense las lenguas de fuego!
¡La valentía comienza a correr!
¡Míralos! son palomas, ganando el cielo
dejando por siempre la ciudad
antes de la noche
existió la noche
lo sabía yo, allá en Trelew:
que algunas aves no pudieron ser
libres de una vez
¡Oh, mi bella luz
humilde de la juventud!
te perdiste en el horizonte
te fuiste hacia el sur...
Eterna inocencia es un grupo de rock argentino con letras y actitud introspectiva, comprometida política y socialmente. Sus comienzos datan del ano 1995 en el barrio de Quilmes, Buenos Aires. Provenientes de la corriente hardcore-punk de mediados de los años noventa. Forman parte de su propio sello discográfico independiente llamado Discos Del Sembrador. Su discografía está compuesta por: Punkypatin (1995), Días tristes (1997), Recycle (1999), A los que se han apagado (2001), Tómalo con calma (EP) (2002), Una tarde mágica (2003), Las palabras y los ríos (2004), Cañaveral (EP) (2005), La Resistencia (2006), EI (2009).
“NO SÉ SI FINALMENTE LA SENTENCIA VA A LLEVAR A ESTOS HOMBRES A UNA CÁRCEL COMÚN, COMO SOLICITAN LOS FAMILIARES. HAY LEYES QUE LES PERMITIRÍAN CIERTOS BENEFICIOS”, AFIRMA EL ABOGADO EDUARDO HUALPA
En busca de la condena definitiva
Eduardo Hualpa es el apoderado de nueve familias de las personas que fueron fusiladas en 1972 durante la denominada Masacre de Trelew, aunque existen diferentes grupos de abogados en la causa federal.
¿Cuando hablamos de memoria y justicia, qué es lo primordial que sale a la luz?
“Es muy importante que el pueblo defienda sus espacios, como espacios de memoria y el ejercicio presente de la misma y el fin de la impunidad”, destaca ponderando los sueños de justicia de los familiares implicados en el caso. “Gracias al avance de los sectores políticos se intenta quebrar la impunidad, hace 10 años era impensada esta realidad, creo que el progreso tuvo relación con el juicio a las Juntas Militares. Se pone en vilo las leyes, y empiezan las causas de genocidios en diferentes partes del país, que se puedan investigar. Respecto del juicio, no es que tengamos incertidumbre de los hechos, sino que es una importante oportunidad para los familiares de obtener justicia, ya que este caso es conocido como embrión de terrorismo de Estado. Paradójicamente es notable el esfuerzo que ha puesto el Estado para que exista la total impunidad”.
¿Cómo ve el pueblo chubutense este hecho histórico de juicio?
“El primer día de juicio hubo gran movimiento, y estuvo el gobernador Martín Buzzi, funcionarios nacionales, algunas escuelas y muchos compañeros. El segundo día fue más flojo de gente y me temo que hasta el momento de los alegatos baje la presencia. Creo que hay que hacer el mayor de los esfuerzos para participar de esas audiencias, para abrazar a los familiares que van a declarar. Necesitan acompañamiento y el calor del pueblo, como en 1972.
En el inicio del juicio hubo acompañamiento de compañeros de otros lugares del país, militantes de La Cámpora que son bienvenidos a esta lucha por esclarecimiento. Mi convocatoria es a participar del momento histórico, porque a los jueces formados en otra época les viene bien ver a pueblo presente mirando, reclamando y esperando. Hay una tensión con la que convivimos cotidianamente: no se le puede pedir al sistema institucional y a los jueces que resuelvan los problemas más importantes que tenemos. No podemos tener esa confianza en la Justicia, y tampoco podemos regalarles el espacio para abandonar la posibilidad de hacer la presión, para que los jueces y abogados hagan lo que tengan que hacer. No tenemos que abandonar los espacios en los cuales es posible hacer institucional algo que todo el pueblo sabe, algo que escribieron desde un primer momento las mentes más comprometidas e intelectuales de nuestro pueblo.
¿Existe la posibilidad de esclarecimiento sobre estos hechos y condenas concretas?
No es lo mismo hacer traer a una persona imputada de16 homicidios que tenerlos presos, como lo estuvieron varios meses algunos. No podemos olvidarnos quienes son los jueces de la causa penal, ahí estaba Alfredo Horacio Bisordi, ex Juez de la Cámara Nacional de Casación Penal, quien era el responsable de parar los juicios de lesa humanidad del país que tenemos. Ese tribunal formado en otro momento es el que otorga la salida de la prisión preventiva y domiciliaria para quedar en libertad, para esto habían pasado varios años del inicio de la causa, y no había ninguna posibilidad que la corte modificara eso. Algo que choca mucho es que los familiares pueden encontrarse cara a caro con las personas implicadas en este juicio, eso es muy irritante e insoportable.
¿Cuál es su objetivo?
Mi trabajo es lograr una condena definitiva. No sé si finalmente la sentencia va a llevar a estos hombres a una cárcel común, como solicitan los familiares. Hay leyes que les permitirían ciertos beneficios, pero nuestra tarea es concentrarnos en el esclarecimiento del hecho por parte de la Justicia, que se impongan los castigos y sufran las mismas condiciones que cualquier persona. Lo que sucede es que cualquier individuo de más de 70 años puede obtener beneficios aún condenada, y eso nos hace preguntar si empañaría el logro que sería la condena definitiva, yo creo que no, es importante que la justicia diga algo.