Opinión

El Extremo Sur 15° Aniversario (2002-2017) / Todo periodismo es político

Por Cristian Aliaga (Director EES).

Los medios de comunicación afrontan severos problemas para separar lo verdadero de lo falso, y a muchos esa distinción no les interesa. Existe una “conjura del secreto” basada en el cinismo de las grandes corporaciones económicas y la clase política. El secreto conspira contra la democracia.

Ejercer control democrático sobre las opacas y avasallantes actividades de inteligencia civil y militar –pero también sobre las decisiones secretas de parlamentarios, jueces, gobernantes y grupos económicos– constituye un desafío de grandes proporciones. Por eso, una sola revelación verdadera resulta sustancial.

La información es una mercancía desde el siglo XIX, pero en las últimas décadas la trafican “conglomerados que pueden subordinar el interés público a la conveniencia particular, porque los grupos económicos propietarios de medios pueden obtener mayores ganancias en otros mercados y usar la información como un eficaz gestor de sus otros negocios”, como ha escrito Horacio Verbitsky, quien anticipó impecablemente que el periodismo sería “un prodigio técnico y una ciénaga ética” (1).

La militarización del espacio cibernético y la televigilancia sistemática de las redes han colocado a las fuentes autónomas de información en un plano de desigualdad brutal ante los poderes fácticos y las élites políticas, económicas y mediáticas.

Quienes aspiramos todavía a ejercer esta profesión u oficio llamado “periodismo” hemos pasado de la leyenda de Watergate al paradigma de Wikileaks.

Aquel escándalo de 1972 que obligó a renunciar al reelegido presidente de Estados Unidos Richard Nixon a partir de una investigación de los periodistas Bernstein y Woodward hizo que el “sistema” imperial de espionaje se blindara para evitar filtraciones de esa dimensión.

En 2010, Wikileaks reveló el sistemático abuso del secreto por parte de los militares y el gobierno estadounidense, y mostró al mundo miles de datos a través de publicaciones como Asesinato colateral, los Diarios de la guerra de Afganistán y Cablegate (2).

El impacto fue viral, y dejó en paños menores al Imperio y a sus obsecuentes en todo el mundo. “ArgenLeaks”, de Santiago O’ Donnell, recoge los cables dedicados a la Argentina, y muestra la obscena conducta de numerosos dirigentes “republicanos”. (3).

Acusado de espionaje y terrorismo por la primera potencia mundial, Assange está asilado desde 2012 en la embajada de Ecuador en Londres, a la espera de un salvoconducto que pueda evitarle una extradición a Estados Unidos.

Los criptopunks abogan por el uso de la criptografía –término griego que significa “escritura secreta” y remite a la comunicación en clave– y a medios similares para lograr el cambio social y político.

Resulta notable la conexión con dos personajes célebres. El profesor británico Alan Turing develó las claves de las comunicaciones nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y contribuyó claramente a la derrota de Hitler.

El periodista, escritor y militante montonero Rodolfo Walsh desencriptó los mensajes estadounidenses durante el desembarco estadounidense en la cubana Bahía de Cochinos, en1961, e hizo una contribución clave para evitar el derrocamiento de Fidel Castro por parte de la CIA.

A mediados de 2013, el estadounidense Edward Snowden filtró a la prensa miles de documentos clasificados de la agencia de inteligencia NSA (Agencia Nacional de Seguridad), de la que fue colaborador durante varios años. Puso en evidencia cómo la NSA viene desarrollando –con el aval del gobierno de Obama– un inmenso programa de vigilancia e intercepción de comunicaciones en todo el mundo. Con la colaboración del periodista Glenn Greenwald, de The Guardian, las revelaciones se convirtieron en un caso de repercusión global (4).

Después de Wikileaks y Snowden, el periodismo no volverá a ser percibido de la misma manera.

La capacidad de autonomía de los comunicadores y de todos los ciudadanos ha sido gravemente limitada por un sistema de vigilancia global que, una vez diseñado y montado para funcionar en secreto, no logra ser regulado por ley ni política alguna. Aunque colosal en el caso de Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia, ahora casi todos los Estados la ejercen debido a la comercialización de tecnología de vigilancia masiva.

La libertad individual –no solo la de los periodistas– está bajo fuego. La gente vuelca ideas políticas, comunicaciones familiares, amistades y relaciones amorosas en Internet, en una suerte de exposición “suicida”.

Mientras, empresas como Facebook, Twitter y Google convierten a sus usuarios en producto y los “traicionan” entregando todos sus datos ante el pedido discrecional de Estados Unidos y sus aliados militares, bajo la coartada de la persecución de terroristas y pederastas.

En los 15 años de El Extremo Sur hemos aportado datos, análisis, informes e investigaciones sobre temas políticos, económicos, ambientales, etc. a partir de una mirada crítica, con el objetivo de ser asesores independientes del lector.

Hacer periodismo en la Patagonia, en las “crueles” provincias, implica asumir el costo cultural de vivir en la periferia, pero nos cura del centralismo y otros ismos demoledores para el espíritu crítico.

A comienzos de este siglo, el neoliberalismo liderado por Menem –que ahora parece reciclarse con toques neocon en el gobierno de Mauricio Macri–dejó un país empobrecido y furioso, que tuvo en la inepcia de De la Rúa y la suplencia de Duhalde la exposición del fracaso de toda la clase política. Con la música de fondo de Los Redonditos de Ricota, el país pedía “que
Se fueran todos”.

Desde nuestra creación en 2002, todos los paradigmas tecnológicos, ideológicos y políticos se pulverizaron.

Nuestra colección es la síntesis de una mirada escrutadora–modesta, desafiante– a una región marcada por el extractivismo a ultranza, la baja calidad democrática y la inmensa riqueza humana y natural; que hasta ahora no han podido sacarla del desierto de las ideas.

Recibimos presiones, coerciones, intentos de cooptación, ausencia o levantamiento de pautas. Varios de nuestros colaboradores debieron usar seudónimos para evitar persecuciones políticas y laborales en democracia: Vimos multiplicase a quienes –con su sonrisa de plastilina– intentaron gestionar las páginas humildes de este periódico.

Hay lectores obcecados que perduran –en una era en la que “nadie” lee–-.

Recorrimos estos 15 años pese a todos los males, porque también hubo dirigentes políticos, sindicalistas, profesionales, estudiantes, empresarios y gente de a pie que nos respaldó de modos diferentes para que podamos ejercer este oficio o profesión en democracia y libertad.

Gracias a todos.

La era está pariendo nuevos modos de comunicar, y el “periodismo” será en el futuro algo muy diferente a lo que conocimos hasta ahora por ese nombre.

Nos proponemos defender la privacidad y el derecho a una información socialmente necesaria para aquellos que tienen menos recursos o son excluidos sistemáticamente del sistema.

Seguimos creyendo que “noticia” es aquello que alguien quiere ocultar, y verificamos que el periodismo “objetivo” es un género de ficción.

Asumimos la lógica de convertirnos en “criptógrafos” para transparentar lo queocultan los que tienen poder y recursos. Seamos realistas. Pidamos lo imposible.

Notas
1. Clarín, 7 de junio de 1999.
2. Assange, Julian (2013) Criptopunks. La libertad y el futuro de Internet, Buenos Aires, Marea
3. O’ Donnel, Santiago (2011) ArgenLeaks, Buenos Aires, Sudamericana.
4. Lefebure, Antoine (2014) El caso Snowden. Así espía Estados Unidos al mundo, Buenos Aires, Capital Intelectual.