Patagonia

“En Puerto Madryn mucha gente que tiene ingresos medios y altos vive en lugares considerados pobres”

Por Federico Mehrbald (Puerto Madryn/Especial para EES).

Sergio Kaminker, doctor en Sociología e Investigador Asociado del CENPAT-CONICET, analizó con El Extremo Sur los orígenes de los asentamientos en Puerto Madryn y su relación con la migración y la pobreza.

Kaminker afirma que “los asentamientos aparecen como consecuencia de una demanda de los mercados laborales”. Remarca  que “en las últimas décadas no se han dado sobre la base de la toma de tierras” y que “la mayor parte de la población que los compone es argentina”, desmitificando así características que se les asignan a partir del prejuicio.

 

¿Cuáles son las causas y el origen de los asentamientos espontáneos e informales?

La realidad histórica de Puerto Madryn es que ha crecido en base a distintas prácticas de expansión, y una de las principales fue la toma de tierras y los asentamientos informales. Cabe un poco la división, porque muchos de los que conocemos como tales en las últimas décadas no han sido en base a tomas de tierras, y es algo bien distinto a lo que vemos en otros lugares del país, lo que a veces confunde un poco. Varias de las situaciones de informalidad que ha tenido y que todavía tiene la ciudad están vinculadas con entregas de lotes sociales por parte de los distintos gobiernos municipales, por lo menos en los últimos 15 años. Cuando pensamos en la informalidad urbana creemos que se refiere sobre todo a la toma de tierras, una imagen clara que se da en Buenos Aires con las villas miserias o de algunas otras ciudades como Córdoba o Rosario. Allí los asentamientos suelen respetar en general la trama urbana de la ciudad, como forma de buscar legitimidad en el crecimiento.

 

¿Cómo se desarrolló el flujo migratorio y su relación con los asentamientos?

Lo que viene pasando en muchas de nuestras ciudades es que en los asentamientos hay una mixtura de población nativa de ciudades de nuestras provincias y también de migrantes internos e internacionales. Es verdad que en algunos asentamientos informales hay una concentración de población por ejemplo del gen extranjero, como puede ser en Puerto Madryn de residentes bolivianos, pero tiene que ver con la lógica misma de la migración donde las colectividades tienen a concentrarse por los vínculos. No tiene tanto que ver con la naturaleza nacional sino con los vínculos intrafamiliares, de amistades, las llamadas redes sociales. Cuando uno recorre una buena parte de los asentamientos de una ciudad como la nuestra, uno ve que la mayor parte de la población es argentina, y si bien hay población de distintos lugares del país, hay muchos nacidos en nuestra propia ciudad que no han podido acceder a la tierra o la vivienda por dificultades socioeconómicas. Esto no quiere decir que no tengan trabajo, no tengan capacidad de ahorro o no quieran pagar la tierra, sino que es muy cara y se vuelve difícil aún para sectores medios.

 

¿Cómo actúa la problemática de acceso a la tierra?

Se da por una velocidad con la que se han ido expandiendo nuestras ciudades en la Patagonia, muy por encima de la previsión que se tuvo desde los ámbitos públicos y privados a la hora de pensar, por ejemplo, cómo hacer para llegar los servicios públicos. Hay que separar una cuestión muy importante, porque los asentamientos no aparecen por el crecimiento poblacional sino por una demanda importante de los mercados laborales.

 

¿Y cómo se van generando los que reúnen a gente con menos recursos?

Los asentamientos vinculados a la pobreza aparecen como consecuencia de la falta de posibilidades de acceder a una vivienda digna o a la tierra. Cuando el valor de la tierra es muy alto comienzan a aparecer estas respuestas organizadas desde la comunidad para acceder a la misma. En general no están vinculadas a la migración: ése es otro mito clásico. Donde hay menor concentración de población nacida en la provincia del Chubut no están los lugares más pobres, sino uno de los más ricos. Eso explica las diferentes formas de migrar y que una parte importante de la inversión pública va a tender a revalorizar en forma diferencial a lugares donde viven los más privilegiados de la ciudad.

 

¿Cómo opera la sobre este escenario la carencia de servicios básicos?

El acceso a los servicios es central en esta problemática, porque tierra no falta. Lo que ha sucedido es que hay una discontinuidad en la trama urbana que encarece el costo de servicios, dado que hay una extensión muy dispersa de tierras. Por eso es necesario apuntar a un modelo de ciudad más concentrada, donde no haya 5 kilómetros de distancia entre los barrios, porque esto genera un nivel de especulación muy importante sobre la tierra que está en el medio y un costo mayor en la llegada de cualquier servicio. Madryn tenía una ciudad compacta con algunas experiencias distintas hasta fines de los ’90 y principios del 2000, pero la ciudad creció mucho más en tierra que en población. Es necesario generar tierra habitable, no sólo con agua, luz y cloacas, sino también con educación, recreación y salud.

 

¿Cuál es su opinión sobre la política municipal, la tolerancia cero y la estrategia de convertir asentamientos en barrios?

La política municipal hacia a los asentamientos ha sido ambigua en los últimos 15 años; se han consolidado asentamientos en algunas partes y en otras se los ha combatido con un discurso de tolerancia cero. En general, el estado municipal en sus diversos gobiernos fue mucho menos violento en sus acciones que en el discurso. No siempre, ya que años atrás tuvimos situaciones de mucha violencia vinculada a desalojos, pero la realidad es que la situación de informalidad que más vivió Puerto Madryn como ciudad estuvo más asociada más a la entrega de lotes sin servicios por la municipalidad a lo largo del tiempo que a la toma de tierras. Con respecto a las tomas ha habido distintas políticas y la tendencia ha sido regularizar, pero los problemas han surgido donde la tierra era privada por ejemplo, destacando hoy como una de las problemáticas más importantes con respecto al acceso. Uno de los principales asentamientos de la ciudad no está sobre tierras públicas como venía sucediendo antes, y esto implica otro tipo de actores en la discusión.

 

¿En sus estudios, como entiende la segregación residencial?

La realidad es que aún las tomas sobre tierras públicas han sido muy beneficiosas para los sectores que más tienen, porque diferencian los distintos lugares que tiene la ciudad de acuerdo a clase social e ingresos.

 

¿Cómo se viene produciendo esa diferenciación por sectores?

El crecimiento que hubo en las últimas décadas vinculado a los programas de mejoramientos de barrios, y que han sido una herramienta principal para los sectores populares en Madryn, ha tendido a expulsar hacia el oeste y noroeste a los sectores más pobres. Los espacios centrales, que en algunos casos estaban ocupados en su mayoría por sectores populares por lo menos hasta la década del ’90, fueron igual expulsados hacia afuera del centro. Lo que ha sucedido también es una expansión importante hacia el sur de los sectores medios-altos, con la complejidad de que una parte considerable de la clase media madrynense, ante la imposibilidad de acceder a un terreno dentro de la trama de la ciudad, ha tendido a ubicarse en espacios por fuera y ha crecido mucho de un lado. Por ejemplo, en El Doradillo y Mapu Nefu como espacios paradigmáticos y en el otro extremo Solana de la Patagonia y los barrios que empiezan a crecer a su alrededor y de Quintas del Mirador.

 

¿Cómo influye la pobreza y la desocupación en la trama urbana?

Los datos que tenemos son muy viejos, ya que los últimos sobre pobreza y desocupación son del censo de 2010. Básicamente se medían de dos formas distintas, por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y por línea de pobreza. En Madryn no están vinculados los ingresos con las NBI, sobre todo en términos de vivienda, y esto se repite en varias ciudades de la Patagonia. Hay mucha gente con ingresos medios y altos en términos nacionales viviendo en lugares que serían considerados pobres, por que el acceso a vivienda digna es más caro en  nuestras ciudades. Si uno mira los últimos tres censos de Madryn la situación fue mejorando, incluso comparando 1991-2001, pero uno ve en 2010 que menos del 10% de la población estaba entre los considerados con NBI. Sobre todo en los barrios más nuevos, entre los barrios Roque González, Perón y San Miguel, y en los Pujoles y Comercios.

 

¿Es posible ajustar esos datos con otras variables?

En los últimos 7 años entramos en una necesidad de reconstruir a partir de los datos que tenemos de la realidad sin mediciones, porque en la ciudad no se hace la encuesta permanente de hogares, que mide los indicadores socio laborales clásicos, que sí hacen la provincia en los conglomerados de Rawson-Trelew y Comodoro-Rada Tilly, ya que sólo se lleva a cabo en conglomerados que tengan un mínimo de 120 mil habitantes. Consideramos que en Puerto Madryn puede haber más desocupación que el Valle o la zona sur de Chubut.