Política
La Murga de los Renegados, o un obsceno banquete imaginarioLas 150 ediciones de El Extremo Sur merecen un despliegue acorde a los festejos. Por eso, decidimos reunir en una foto a todos los personajes de la política provincial de los últimos tiempos, al estilo de Hola y Gente, claro que sin damas de alta gama ni portadores de fama dudosa.
La idea mutó, ya que nuestro propio éxito no nos permite embarcarnos en tamaña empresa por los riesgos que implica. Sin embargo, los hechos siempre superan a la ficción, y la insólita dinámica de la política puede lograr lo que habíamos caracterizado como imposible.
La escena chubutense muestra alquimias que no imaginó ni el faraón Keops, autor del primer tratado de esta disciplina proto-científica. Los raros peinados nuevos en busca del oro de la gloria muestran una audaz e inédita combinación de elementos.
Enemigos declarados que de pronto se hermanan –o lo simulan– para convivir en una misma boleta, palabras que el viento se llevó, alianzas que parecen atadas con alambre, propuestas que hacen avergonzar a Dios y el Diablo. Monstruos del doctor Frankenstein se arman ahora con pedazos de diversas entidades y asumen su máscara como si no pasara nada, lo cual es cierto.
La verdad es la única realidad, mentía pícaramente el General, pero es posible convocar a todos a un obsceno banquete imaginario, o no tanto.
Mario Das Neves llega llega radiante. Viste una extraña camiseta que cambia de color y de figura de acuerdo al ángulo con la que se la mire. Adquiere la cara de Sergio Massa o la de Daniel Scioli, según la mirada del elector. “Queremos darle todas las opciones posibles a la sociedad”, dice exultante mientras el DJ pincha “El Camaleón” de Chico Novarro y tapa la voz de un obsecuente inoportuno que recrea insultos creativos del dueño de la remera hacia el mundo K.
Cerca anda el Tano Di Pierro, feliz, porque él colecciona remeras, aunque en la intimidad solo tiene la de Chacarita sobre la piel. Di Pierro cuenta chistes diversos –algunos verdes, otros sacados de los velorios– pero luego se pone bíblico y relata la parábola del hijo pródigo, ese que vuelve con el favor del padre. El Tano se queda un rato en ese rincón y luego corre hacia la otra punta del salón, donde se abraza con todos, y vuelve al punto de partida, siempre acompañado por Carlos Linares, que va juntando las servilletas que el Tano tira –hay que tener cuidado, mirá lo que le pasó a Corach, dice– y piensa en los chistes que contará cuando lo toque ser jefe.
Atildado pero con la marca de la gorra, Rafa Williams observa el nuevo look de Das Neves. “Cosas de la modernidad. O de la posmodernidad”, piensa cómplice, mientras planea jubilar su viejo saco a cuadros y sueña con un puesto en Uruguay.
Bajo la mesa sobre la que Das Neves y su séquito ingieren triples de miga y leche de soja asoma Norberto Yauhar, que habla incesantemente por teléfono. Nadie lo invitó, pero él siempre se las ingenia para colarse en todas las fotos.
Este grupito ecléctico se completa con el escribano Arcioni, recién llegado a este tipo de fiestas, luce agitado tras esquivar operaciones políticas que lo bajan hasta de los ascensores, y busca un lugar seguro, que no existe.
Habitués de las fiestas dasnevistas de antes, que sueñan repetir –como Jerónimo García, Roddy Ingram, Máximo Pérez Catán, Ricardo Sastre y su mellizo, las hermanitas Di Perna y Alejandro Albaini– posan con sonrisas de lobotomía. No terminan de entender qué llevó a su líder a ponerse esa camiseta tan odiada. Se la elogian, claro.
Cerca de Das Neves nadie quiere hablar del pasado remoto ni del cercano, de contratos petroleros ni de la cotización de la libra esterlina. Prefieren sonreír y entrarle a los sándwiches y a la esperanza del triunfo, que siempre sabe dulce.
Buzzi en la mesa de los dulces
En la otra punta está el gobernador Martín Buzzi. Muchos apostaban a que no iba a poder ser parte de esta fiesta, sobre el final del mandato, y menos con un sobre marrón del que asoman varias encuestas que lo tienen fascinado. “Mirá vos, si me hubieran dicho hace tres años yo te apostaba que no venía”, dijo desde el rincón neo portugués uno que impulsó denuncias, amenazas de juicio político, causas penales y otros conjuros contra el actual inquilino de Fontana 50.
Buzzi lo oye y repasa algunos aforismos que hizo célebres Diego Maradona tras la agónica clasificación de la Selección para el Mundial de 2010. El gobernador sabe que para poder apropiarse de esas frases debe aprobar primero la tesis con Scioli, titulada “parirás con dolor”, así que enfila hacia la mesa de los dulces. Aclara que hoy es su día “permitido”, saca chapa con su estilo True Detective y medita qué poco le rindió el gabinete, siempre lejos de la épica.
Despegando el pegote causado por el merengue, está Gustavo Mac Karthy, quien abraza a Buzzi como poseído. Le dicen que luce jovencísimo, como si hubiese estado en un freezer durante un par de años. Se siente renovado, dice, y quiere retomar una de sus pasiones juveniles: la intendencia de Trelew.
Carlos Eliceche asegura que él, después de pasar por trabajos que no le gustaron y de enjuagar cien veces su casa de pintadas injuriosas, descubrió que Puerto Madryn es su lugar en el mundo y que su vocación es ser recontraintendente. “Pensar que hace cuatro años te estaba peleando el puesto”, le dice a Buzzi, amistoso pero con mirada de barra brava.
Rubén Zárate, el más leído del gabinete, relata a Javier Touriñán, el Loma Ávila, Juan Ripa, Rosita González, Ika Martínez y otros que estuvo repasando a Borges. Displicente, intenta explicar la trama del cuento “Las ruinas circulares” sin echar a perder ese delicioso final en el que todo parece volver al comienzo.
En el séquito buzzista hay unos cuantos que no quieren salir en la foto, pero que nunca se pierden una fiestita ni un reparto de hostias. En un rincón oscuro, Ricardo Trovant y Maximiliano López hacen garabatos en un block. Cuando completan una hoja, le llevan sus dibujos a Buzzi, quien tacha y reformula con marcador rojo el plan secreto de operaciones. A Meza Evans no lo dejan hablar, ni tocar los papeles.
Pablo Scocca, tímido, llama a Ricardo Bestene para preguntar si hay que pagar la comida. “Quedáte tranquilo, somos invitados”, le dice Gabriela Dufour, nostálgica de su período a cargo de la caja. Lo de “invitados” le suena raro al nuevo ministro, que piensa que no hay comidas ni cargos gratis. Ezequiel Cufré esquiva la conversación antes de que le pidan unos pesos o unos vales de nafta.
Oscar Martínez Conti y José Glinski hablan sobre sus series policiales favoritas. El veterano ex general lagrimea por Kojak, mientras que el ex actor –ya avisó que él estará en la foto como invitado o de prepo– dice que a él le gusta Torrente.
A todos llama la atención la ausencia de Marcelo Guinle, al que imaginan en alguna reunión secreta que luego los afectará. Luego Mario Pais trae una notita en la cual el senador certifica que Pais va en su representación, pero hay fiestas en las que prefiere no estar.
Todos se disputan la foto con Pais, quien con sonrisa de rockstar prefiere estar cerca del rincón buzzista, aunque acepta con disimulo unos especiales de miga que le acercan los dasnevistas. Con ojo de lince, manotea el sándwich que está por servirse el Tano Di Pierro y le dice “te quiero mucho; pero el de crudo, palmitos y morrón es para mí”.
Revuelto Gramajo
Cerca de la entrada, listos para salir corriendo por si alguien entona la marchita peronista o radical, alfonsinistas arrepentidos bailan desgarbadosy agitan globos de colores y banderitas amarillas que les mandó Mauricio. Lorenzo anda esquivo, aunque Risso, Cimadevilla y los Lizurume pensaban que la invitación era para un baile de máscaras, y se pusieron la de De la Rúa. La presencia del ex gobernador demuestra que el partido no es Únicamente Cimadevilla (y) Risso.
Los platos fríos dan lugar a los calientes. El menú de consenso es Revuelto Gramajo, esa tradición argentina que recicla las sobras de otras comidas, tratando de que cada ingrediente esté a punto y sirva de nuevo.
Aunque algo de melancolía aqueja a los invitados, todos desoyen al fotógrafo que les ruega “unidad” para la foto. Un acople cruza una estrofa de “Cambalache” con la voz filosa del Indio Solari como telón de fondo: “No da más! La Murga de los Renegados / Ya se va...la murga sin la bendición”.
La idea mutó, ya que nuestro propio éxito no nos permite embarcarnos en tamaña empresa por los riesgos que implica. Sin embargo, los hechos siempre superan a la ficción, y la insólita dinámica de la política puede lograr lo que habíamos caracterizado como imposible.
La escena chubutense muestra alquimias que no imaginó ni el faraón Keops, autor del primer tratado de esta disciplina proto-científica. Los raros peinados nuevos en busca del oro de la gloria muestran una audaz e inédita combinación de elementos.
Enemigos declarados que de pronto se hermanan –o lo simulan– para convivir en una misma boleta, palabras que el viento se llevó, alianzas que parecen atadas con alambre, propuestas que hacen avergonzar a Dios y el Diablo. Monstruos del doctor Frankenstein se arman ahora con pedazos de diversas entidades y asumen su máscara como si no pasara nada, lo cual es cierto.
La verdad es la única realidad, mentía pícaramente el General, pero es posible convocar a todos a un obsceno banquete imaginario, o no tanto.
Mario Das Neves llega llega radiante. Viste una extraña camiseta que cambia de color y de figura de acuerdo al ángulo con la que se la mire. Adquiere la cara de Sergio Massa o la de Daniel Scioli, según la mirada del elector. “Queremos darle todas las opciones posibles a la sociedad”, dice exultante mientras el DJ pincha “El Camaleón” de Chico Novarro y tapa la voz de un obsecuente inoportuno que recrea insultos creativos del dueño de la remera hacia el mundo K.
Cerca anda el Tano Di Pierro, feliz, porque él colecciona remeras, aunque en la intimidad solo tiene la de Chacarita sobre la piel. Di Pierro cuenta chistes diversos –algunos verdes, otros sacados de los velorios– pero luego se pone bíblico y relata la parábola del hijo pródigo, ese que vuelve con el favor del padre. El Tano se queda un rato en ese rincón y luego corre hacia la otra punta del salón, donde se abraza con todos, y vuelve al punto de partida, siempre acompañado por Carlos Linares, que va juntando las servilletas que el Tano tira –hay que tener cuidado, mirá lo que le pasó a Corach, dice– y piensa en los chistes que contará cuando lo toque ser jefe.
Atildado pero con la marca de la gorra, Rafa Williams observa el nuevo look de Das Neves. “Cosas de la modernidad. O de la posmodernidad”, piensa cómplice, mientras planea jubilar su viejo saco a cuadros y sueña con un puesto en Uruguay.
Bajo la mesa sobre la que Das Neves y su séquito ingieren triples de miga y leche de soja asoma Norberto Yauhar, que habla incesantemente por teléfono. Nadie lo invitó, pero él siempre se las ingenia para colarse en todas las fotos.
Este grupito ecléctico se completa con el escribano Arcioni, recién llegado a este tipo de fiestas, luce agitado tras esquivar operaciones políticas que lo bajan hasta de los ascensores, y busca un lugar seguro, que no existe.
Habitués de las fiestas dasnevistas de antes, que sueñan repetir –como Jerónimo García, Roddy Ingram, Máximo Pérez Catán, Ricardo Sastre y su mellizo, las hermanitas Di Perna y Alejandro Albaini– posan con sonrisas de lobotomía. No terminan de entender qué llevó a su líder a ponerse esa camiseta tan odiada. Se la elogian, claro.
Cerca de Das Neves nadie quiere hablar del pasado remoto ni del cercano, de contratos petroleros ni de la cotización de la libra esterlina. Prefieren sonreír y entrarle a los sándwiches y a la esperanza del triunfo, que siempre sabe dulce.
Buzzi en la mesa de los dulces
En la otra punta está el gobernador Martín Buzzi. Muchos apostaban a que no iba a poder ser parte de esta fiesta, sobre el final del mandato, y menos con un sobre marrón del que asoman varias encuestas que lo tienen fascinado. “Mirá vos, si me hubieran dicho hace tres años yo te apostaba que no venía”, dijo desde el rincón neo portugués uno que impulsó denuncias, amenazas de juicio político, causas penales y otros conjuros contra el actual inquilino de Fontana 50.
Buzzi lo oye y repasa algunos aforismos que hizo célebres Diego Maradona tras la agónica clasificación de la Selección para el Mundial de 2010. El gobernador sabe que para poder apropiarse de esas frases debe aprobar primero la tesis con Scioli, titulada “parirás con dolor”, así que enfila hacia la mesa de los dulces. Aclara que hoy es su día “permitido”, saca chapa con su estilo True Detective y medita qué poco le rindió el gabinete, siempre lejos de la épica.
Despegando el pegote causado por el merengue, está Gustavo Mac Karthy, quien abraza a Buzzi como poseído. Le dicen que luce jovencísimo, como si hubiese estado en un freezer durante un par de años. Se siente renovado, dice, y quiere retomar una de sus pasiones juveniles: la intendencia de Trelew.
Carlos Eliceche asegura que él, después de pasar por trabajos que no le gustaron y de enjuagar cien veces su casa de pintadas injuriosas, descubrió que Puerto Madryn es su lugar en el mundo y que su vocación es ser recontraintendente. “Pensar que hace cuatro años te estaba peleando el puesto”, le dice a Buzzi, amistoso pero con mirada de barra brava.
Rubén Zárate, el más leído del gabinete, relata a Javier Touriñán, el Loma Ávila, Juan Ripa, Rosita González, Ika Martínez y otros que estuvo repasando a Borges. Displicente, intenta explicar la trama del cuento “Las ruinas circulares” sin echar a perder ese delicioso final en el que todo parece volver al comienzo.
En el séquito buzzista hay unos cuantos que no quieren salir en la foto, pero que nunca se pierden una fiestita ni un reparto de hostias. En un rincón oscuro, Ricardo Trovant y Maximiliano López hacen garabatos en un block. Cuando completan una hoja, le llevan sus dibujos a Buzzi, quien tacha y reformula con marcador rojo el plan secreto de operaciones. A Meza Evans no lo dejan hablar, ni tocar los papeles.
Pablo Scocca, tímido, llama a Ricardo Bestene para preguntar si hay que pagar la comida. “Quedáte tranquilo, somos invitados”, le dice Gabriela Dufour, nostálgica de su período a cargo de la caja. Lo de “invitados” le suena raro al nuevo ministro, que piensa que no hay comidas ni cargos gratis. Ezequiel Cufré esquiva la conversación antes de que le pidan unos pesos o unos vales de nafta.
Oscar Martínez Conti y José Glinski hablan sobre sus series policiales favoritas. El veterano ex general lagrimea por Kojak, mientras que el ex actor –ya avisó que él estará en la foto como invitado o de prepo– dice que a él le gusta Torrente.
A todos llama la atención la ausencia de Marcelo Guinle, al que imaginan en alguna reunión secreta que luego los afectará. Luego Mario Pais trae una notita en la cual el senador certifica que Pais va en su representación, pero hay fiestas en las que prefiere no estar.
Todos se disputan la foto con Pais, quien con sonrisa de rockstar prefiere estar cerca del rincón buzzista, aunque acepta con disimulo unos especiales de miga que le acercan los dasnevistas. Con ojo de lince, manotea el sándwich que está por servirse el Tano Di Pierro y le dice “te quiero mucho; pero el de crudo, palmitos y morrón es para mí”.
Revuelto Gramajo
Cerca de la entrada, listos para salir corriendo por si alguien entona la marchita peronista o radical, alfonsinistas arrepentidos bailan desgarbadosy agitan globos de colores y banderitas amarillas que les mandó Mauricio. Lorenzo anda esquivo, aunque Risso, Cimadevilla y los Lizurume pensaban que la invitación era para un baile de máscaras, y se pusieron la de De la Rúa. La presencia del ex gobernador demuestra que el partido no es Únicamente Cimadevilla (y) Risso.
Los platos fríos dan lugar a los calientes. El menú de consenso es Revuelto Gramajo, esa tradición argentina que recicla las sobras de otras comidas, tratando de que cada ingrediente esté a punto y sirva de nuevo.
Aunque algo de melancolía aqueja a los invitados, todos desoyen al fotógrafo que les ruega “unidad” para la foto. Un acople cruza una estrofa de “Cambalache” con la voz filosa del Indio Solari como telón de fondo: “No da más! La Murga de los Renegados / Ya se va...la murga sin la bendición”.