Petróleo

Neuquén: entre el potencial y el desafío ambiental

Por Roberto Aguirre.

 

Un estudio de la Agencia Internacional de Energía asegura que, de la mano de Vaca Muerta y bajo ciertas condiciones ideales, el país puede convertirse en el octavo productor de gas no convencional para 2035. El trabajo indica que la principal traba para el desarrollo es la resistencia social por el impacto ambiental –cuya intensidad reconoce- y otorga una serie de “reglas” para garantizar transparencia en los controles y mitigar las resistencias. Asegura que esto aumentará los costos, pero defiende la viabilidad de la producción.

La verdad no es más que un conjunto de discursos legitimados. El concepto, de origen nietzcheano, encuentra un caso de estudio en el desarrollo de hidrocarburos no convencionales en Neuquén. Desde que Vaca Muerta tomó protagonismo estelar en las alocuciones gubernamentales, pululan decenas de papers sobre las potencialidades de la cuenca provincial. El puntapié inicial lo dio hace unos años un estudio de la Agencia Internacional de Energía (AIE) que ponía a la región entre las principales reservas shale del mundo. Se trata de un organismo creado por la OCDE que busca trazar líneas de desarrollo para el sector. Cuando los no convencionales calaron con fuerza en Estados Unidos, la AIE tomó un rol clave en la difusión de las “bondades” de estos nuevos métodos extractivos que, de darse el escenario ideal que ellos mismos proponen, podría revolucionar el mercado energético en los próximos 15 años.

Según el último trabajo del organismo al que accedió E&E, publicado en mayo de este año, para 2035 -a partir de los anuncios hechos por YPF y las condiciones de mercado- Argentina podría ser el octavo país productor de gas del mundo. Detrás de Estados Unidos y China, se ubica como la tercera en la reserva de gas no convencional del planeta. Claro que, para darse este escenario, la AIE asegura que deberían cumplirse las “golden rules” (reglas de oro). Se trata de una serie de condicionamientos que, creen desde la entidad, deben tomarse en cuenta para el desarrollo pleno de esos recursos, que requieren nuevas tecnologías. El lector que siga estos temas arriesgará que se piden condiciones de mercado, desregulación, mejores precios, clima de negocios, etc. Pero no. La AIE hace foco directamente en el tema ambiental y advierte que es necesaria “la licencia social” para operar. Se trata de un reconocimiento explícito de los efectos de estas técnicas sobre el medio ambiente.

“Desarrollamos una serie de reglas de oro para sugerir principios que permitan a los políticos, reguladores, operadores y otros poder mitigar los impactos sociales y ambientales”, asegura el trabajo. Aclara que estas reglas sostienen que “la transparencia total, la medición y monitoreo de los impactos ambientales, y los acuerdos con comunidades locales son críticos para conseguir el consentimiento público”.

 

Las “golden rules”

 

¿Qué postulan las "golden rules"?

1- Medir, revelar, acercar: La idea, aseguran, es acercar las comunidades a las operaciones desde los primeros momentos de la exploración. También sugiere establecer esquemas de medición del impacto ambiental, “como la calidad de las aguas subterráneas”. Sostiene que es necesario “revelar” la información sobre el uso de agua, los volúmenes, sus características así como los fluidos y aditivos químicos que se utilizan para la fractura hidráulica. “Hay que asegurarse que los beneficios económicos sean percibidos por la población local”, indica este manual de procedimiento, toda una apelación a la pedagogía persuasiva.

2- Analizar los lugares de perforación: Lo que se aconseja es elegir lugares lejanos a zonas urbanas para minimizar impactos. Piden analizar la geología del área para tomar “decisiones inteligentes a la hora de perforar y realizar la fractura hidráulica”. En Neuquén, esto podría ser una ventaja, porque las zonas calientes de Vaca Muerta, con algunas excepciones, se encuentran alejadas a zonas urbanas. De todas formas, seguramente deba renovarse el vínculo y acordar condiciones con las comunidades mapuches que residen allí y que en reiteradas oportunidades denunciaron incidentes ambientales y contaminación en el agua de pozo que usan para consumo.

3- Aislar los pozos y prevenir fugas: “Poner en marcha reglas claras en el diseño, construcción, cementación y testeo de pozos”. El trabajo indica que es necesario aislarlo de los acuíferos. Aconseja considerar la determinación de un mínimo de profundidad para perforar, de forma de evitar las napas freáticas.

4- Tratar el agua responsablemente: Reducir el uso de agua mejorando la eficiencia y el reciclado. Minimizar el uso de químicos y conservar el agua utilizada de forma segura. Se trata de un tema clave, que en Neuquén está bajo análisis y para el cual se presentó una batería de proyectos que busca establecer un marco normativo. Incluso se habló de controles externos al Gobierno. El tema también despertó críticas de la oposición, que busca quitar los controles medioambientales de la cartera de Energía.

5- Eliminar el venteo, minimizar la quema y otras emisiones: Colabora a reducir el efecto invernadero. En Argentina el venteo está prohibido por ley.

6- Preparase para “pensar en grande”: Frase típica de la cultura emprendedora estadounidense. El consejo apunta a coordinar desarrollo de infraestructura local para mitigar el impacto ambiental.

7- Asegurarse un alto y consistente nivel de performance medioambiental: Trabajar para que exista un marco legal que permita el equilibrio entre el desarrollo y el control.

La dimensión económica de estas medidas aparece un reglón más abajo. Seguir las “golden rules”, implicará, según la AIE, un incremento del 7% en el costo de producción de un pozo típico de shale gas. “Sin embargo, para un proyecto grande, con múltiples pozos, la inversión adicional en medidas para mitigar el impacto ambiental puede ser compensada con menores costos operativos”, indica el estudio.

Evidentemente, la dimensión ambiental no puede pasar desapercibida.

 

Impacto económico

 

Bajo estas condiciones ideales, la producción de gas no convencional –sobre todo shale gas- se triplicará para alcanzar los 1,6 billones de metros cúbicos en 2035. Para esa fecha, el 32% del gas que se producirá en el mundo será no convencional. “La mayor parte del incremento vendrá después de 2020, debido al tiempo que necesitan los países productores para establecer una industria comercial”, indica la AIE (ver cuadro con proyecciones).

“Los productores más importantes de gas no convencional en el período proyectado serán Estados Unidos –que destronará a Rusia como el productor de gas mas importante del mundo- y China, cuya gran cantidad de recursos no convencionales le permitirá un rápido crecimiento. También habrá importantes saltos en Australia, India, Canadá e Indonesia”, remarca el estudio.

En esa proyección, Argentina aparece como el octavo país productor del mundo, de la mano de Vaca Muerta. “Latinoamérica tiene un gran potencial para el desarrollo de no convencional, con Argentina a la cabeza (shale gas), seguida por Venezuela (tight gas) y Brasil (shale gas). En Argentina las miradas se concentran en la cuenca neuquina, que hará que la producción no convencional en el país alcance los 35 mil millones de metros cúbicos para 2035”, remarca el estudio.

 

Costos

 

El capítulo que el informe de la AIE dedica a los costos de explotación puede ser aleccionador para la experiencia argentina (ver cuadro de costos). El estudio reseña algo que ya es sabido por el sector y por los gobiernos locales: el gas no convencional es más caro de extraer que el convencional. Esto se debe a que requiere más perforaciones, otras técnicas para el armado del pozo y la fractura hidráulica. Del pozo hacia afuera, en lo que respecta al transporte, los valores son los mismos.

La AIE advierte, sin embargo, que hay una variable que depende más de la geología y la tecnología que del mercado. “Los costos de capital son muy dependientes de la posibilidad de recuperación por pozo”, indica el trabajo, Como ejemplo, da cuenta de tres precios diferentes en Estados Unidos, según la cantidad de gas que se recupera y los trabajos necesarios para sacarlo.

Los números de Argentina no figuran, pero el promedio de costos de producción del shale en el mundo no baja de los 4 dólares el millón de BTU, una cifra por encima de los 2,5 que hoy se paga en el mercado local.

 

Fuente: La Mañana de Neuquén