Petróleo

Una historia de Dragones: Los parias del yacimiento

POR RODOLFO NAHUEL PEÑA.

 

EES 116.

 

Ahora buena parte del país conoce a los “Dragones” de nombre y habla de ellos, pero nadie los identifica con las aladas bestias que lanzaban fuego en los cuentos de aventuras. El conflicto sindical desatado por los obreros de la construcción que ingresan a los yacimientos petroleros de Chubut tuvo alcance nacional por su dureza y por las impactantes imágenes de las camionetas apiladas o lanzadas sobre los techos de las instalaciones del yacimiento Cerro Dragón. Desde su origen, los “Dragones” fueron un sindicato paralelo, aguerrido, curtido por la discriminación y habituados a las condiciones más hostiles. Supieron que era más duro negociar con multinacionales o políticos que soportar heladas crueles, y se acostumbraron a ganarse cada espacio a fuerza de paros y movidas impactantes, en algunas ocasiones violentas. En un momento de gloria, sus huelgas fueron decisivas para forzar un nuevo convenio colectivo para los obreros de la construcción. Ese día, hasta Gerardo Martinez –el jefe de la UOCRA– los felicitó. Tras algunas dudas en el inicio, el gobernador Buzzi cierra el círculo sobre Pan American Energy y endurece su posición ante los sindicalistas.

 

 

El año 2005 engrosará las páginas de los libros de historia que estudien la cuestión sindical petrolera en la Cuenca del Golfo San Jorge, con epicentro en Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia. Justamente ese año los Dragones, que aún no eran conocidos con ese nombre, hicieron su primera protesta en las puertas del yacimiento petrolero más importante del país, el mismo Cerro Dragón.

Sólo por enumerarlas y recalcar la importancia de las huelgas que se dieron en ese año y comienzos de 2006 es necesario mencionar el paro de los Dragones en junio, el paro de los petroleros de convenio en octubre –ambos conflictos en Chubut– y el paro de los petroleros de convenio en el norte de Santa Cruz, donde se produjo el enfrentamiento que en febrero del 2006 concluyó con la muerte del policía Sayago en Las Heras.

También hay que mencionar que en esa misma época surgió el sindicato de los Jerárquicos Petroleros, quienes a fuerza de huelgas y cortes de ruta lograron su propio reconocimiento gremial.

 

La huelga gélida

 

Cuando el frío mes de junio de 2005 avanzaba entre las heladas pampas del corazón de la cuenca, un grupo importante de obreros de la construcción que se desempeñaban en el yacimiento petrolero concesionado a Pan American Energy iniciaron una huelga para romper las barreras económicas y de ubicación laboral que tenían con los petroleros de convenio.

Desde la privatización de YPF la estructura sindical y de convenio colectivo de trabajo se precarizó hasta su máxima expresión en la región. Las operadoras pasaron a tener muy pocos obreros contratados de manera directa; la mayoría estaban empleados por las empresas contratistas. Aunque muchos consiguieron formar parte del convenio petrolero, un sector importante quedó por fuera. Entre esos que ni siquiera tenían gremio que los ampare y que estaban fuera del convenio de los petroleros estaban los obreros de la construcción que hacían tareas en los yacimientos.

No querían ser discriminados y excluidos, y buscaban por aquellos años ingresar al sindicato petrolero. Integrarse al mismo convenio colectivo les iba a permitir romper con una diferencia salarial  abultada –ganaban la mitad, o menos-, encontrar continuidad y seguridad laboral, y al mismo tiempo contar con un gremio propio, ya que la UOCRA de Comodoro Rivadavia no los contemplaba ni los representaba.

La huelga fue muy dura y se extendió por varios días en las puertas del mismísimo yacimiento. En medio de la nieve de junio y el escaso sol de la época, los días fueron pasando y las soluciones no aparecieron hasta que las esposas, hijas, hermanas, madres y demás familiares se lanzaron a las calles de Comodoro buscando solidaridad.

El impacto de ver a las mujeres luchar por sus hombres enterrados en las nieves del yacimiento impactó a la sociedad y provocó un malestar social que obligó a la empresa PAE a tomar decisiones, rompiendo con su indiferencia habitual. A la empresa de capitales británicos no le quedó más alternativa que sentarse a negociar con los obreros en huelga. Así, los trabajadores comenzaron a obtener algunas mejoras, aunque al final resultaron escasas y no resolvieron los problemas de fondo.

 

Surgimiento y peleas múltiples

 

La imposibilidad de convertirse en petroleros bajo convenio los llevó a generar una nueva forma de organización intermedia que dio origen a los Dragones, haciendo honor a la legendaria huelga que habían protagonizado en el invierno de 2005.

Sin gremio oficial y sin mucha claridad respecto de qué organización podría apoyarlos, pero ahora con el reconocimiento encubierto de la operadora y los gobernantes, los Dragones formaron un nuevo organismo que los agrupó y comenzó a solucionar los problemas de la vida laboral cotidiana.

Con la legitimidad que les daba la lucha del 2005 pero sin reconocimiento formal, los Dragones comenzaron a funcionar como un sindicato paralelo a la UOCRA de Comodoro. Cobraron individualmente uno por uno una suerte de cuota sindical mensual, armaron y manejaron una bolsa de trabajo y se plantaron en las discusiones con PAE y las contratistas en cada oleada de despidos, baja de obras o atropellos laborales.

Lentamente y a paso firme se fueron ubicando en las discusiones del mayor yacimiento del país. Consiguieron una extraña legalidad a la hora de negociar con los empresarios y al mismo tiempo dieron una dura batalla por conquistar la conducción de la UOCRA de Comodoro. Esa disputa por el gremio de la construcción de la ciudad fue durísima, con forcejeos, toma de la sede y en muchas ocasiones algunas discusiones se dirimieron a tiros. Perdieron esa batalla, ya que no lograron conquistar la conducción de la UOCRA de Comodoro, aunque les reconocieron una especie de seccional-sindicato en el yacimiento de Cerro Dragón que se denomina “Sindicato de Obras Civiles y Servicios de la Construcción”.

 

Oscilaciones y estallido

 

Los Dragones ya se habían convertido en uno de los sindicatos que operaban en el yacimiento petrolero más productivo del país, pero no dejaban de ser una organización semi-aislada y sin vinculaciones regionales o nacionales. Por esa razón resultaron muy apetecibles para el poder político, que se planteó la antigua estrategia: “si no puedes con ellos, únete”, o coóptalos.

Los máximos dirigentes hicieron viajes a Buenos Aires y entablaron encuentros con dirigentes de diferentes facciones de la UOCRA, e inclusive con un sindicato de la construcción paralelo denominado SITRAIC. Esas relaciones nacionales no prosperaron, y aunque los Dragones seguían cortando rutas y mejorando sus condiciones laborales a fuerza de movilizaciones, no dejaban ser un cuerpo exótico y extraño para la fauna petrolera. De hecho, no existe otro agrupamiento como ellos en ninguna de las otras cuencas productivas del país.

El ex gobernador Mario Das Neves vio que con los Dragones podía concretar acuerdos, al menos informales, y no dudó en ganarlos para su proyecto político provincial, sumándolos a su estrategia mucho antes de su derrota política en Chubut.

Das Neves había hecho lo propio con el Sindicato Petrolero Privado, y nada casual fue que el propio dirigente Mario Mansilla apoyara la renegociación anticipada del contrato de PAE en Cerro Dragón, acallando incluso con sus muchachos los planteos críticos de Solanas, Menna, Solari Yrigoyen y el ex gobernador Acevedo. Das Neves logró surfear, no sin entregar visibles concesiones a ambos sectores sindicales, la enorme oleada de luchas que en el 2005 lo habían puesto en riesgo.

En 2012 la bronca volvió a estallar y catapultó a los Dragones a la tapa de los diarios y noticieros nacionales. Una nueva tanda de despidos llevó a los obreros a concretar una medida de fuerza en el yacimiento, pero esta vez sus acciones fueron multiplicadas y ampliadas. No hicieron, en realidad, nada muy distinto a lo que venían haciendo en otras oportunidades, aunque en esta ocasión la situación sobrepasó todos los límites. Se les fue la mano, como ellos mismos reconocieron.

 

Fuego y contrafuego

 

La operadora reiteró la dureza que usa habitualmente a la hora de sentarse a negociar –PAE actuó ya actuó antes de esa manera en varios conflictos- y los Dragones no dudaron en tensar la cuerda y mostrar sus bocanadas de fuego con las camionetas apiladas o incrustadas en los techos de las oficinas.

Como en muchas otras ocasiones, la respuesta oficial, gubernamental y empresaria fue el intento de desalojarlos por la fuerza, y para eso fueron enviadas las tropas de Gendarmería con el acuerdo del Ministerio de Defensa de la Nación.

Todo hace pensar que en el teatro de operaciones existió una medición de fuerzas, porque para desalojarlos hacía falta un duro operativo “militar” que por versiones solo tenía un final posible: sangre derramada de ambos bandos.

Algunos testimonios de obreros aseguran que los Dragones estaban preparados para un enfrentamiento directo, y que se habían cavado fosos para evitar la llegada de los vehículos de la Gendarmería –al mejor estilo de un castillo medieval –, aunque también contaban con escudos de metal, bombas molotov e inclusive armas de fuego. De haberse concretado la orden de desalojo, lo más probable era el enfrentamiento terminara en un desastre que ambas partes evitaron contribuyeron a evitar. Algunas fuentes aseguran que el gobernador Buzzi exigió garantías de que “no hubiera posibilidad de ninguna muerte”, y que eso le costó un distanciamiento con Berni, el “experto” enviado por la ministra Garré.

La presidente Cristina Fernández de Kirchner habló del conflicto y anunció, tras la trágica muerte de los gendarmes en el accidente ocurrido cerca del límite con Río Negro, que a partir de ahora “no enviará tropas a defender a las empresas”, una práctica constante desde hace 7 años en los yacimientos de Chubut y Santa Cruz.

 

En juego

 

En la huelga de los Dragones se están jugando muchas más cosas que una simple reincorporación de los despedidos. Por un lado aflora la ambición de la operadora de ordenar y domesticar a los trabajadores que ingresan al yacimiento. PAE hace tiempo que busca ese adoctrinamiento que no pudo lograr ni con los Dragones y tampoco con los convencionales.

En su rol de petrolera “estrella” del país, seguramente no dejará pasar un conflicto de estas características, intentará imponer nuevas reglas del juego sin paros y tomas como las que se vienen dando en los últimos años, y por eso presiona al poder político y judicial para que intervengan.

Por el otro lado también aparece en superficie la interna del PJ. El propio gobernador Martín Buzzi y varios de sus funcionarios deslizaron la existencia de una “mano negra” en la huelga de los Dragones, y sus conjeturas apuntaban a la cercanía de los lanza llamas con el dasnevismo. El ex gobernador desmintió las vinculaciones y las sospechas, una obviedad de manual, y posiblemente nunca se sepa si existió dicha conexión o no. Buzzi se limitó a hablar de un “autor intelectual” del conflicto.

Lo que nadie puede negar es que el conflicto se generó por despidos, que la empresa se encuentra en una posición intransigente, que los Dragones endurecieron su protesta hasta límites difícilmente defendibles y que la renta petrolera sigue siendo muy abultada como para exista tanta diferencia salarial y condiciones laborales como las reinantes en la actualidad. Un capítulo de la historia petrolera del sur que aún se está escribiendo y tiene final abierto al cierre de esta edición.