Cultura

Calfucurá/ Borges: Literatura & fronteras

Por Jorge Spíndola*.

Salinas Grandes. El 27 de junio de 1873 Manuel Namuncurá escribe al Coronel Francisco Borges sobre la muerte de su padre y amigo, Juan Calfucurá, ocurrida el 3 de junio:

«Respetado señor, despues del saludarlo paso adesirle qe oy le ago escribir derramando mis lagrimas, por la desgracia qe ey tenido qe qisas avra llegado a sus oydos, rrespetado señor, mis grrandes amistades de mi Padre ara largo pero oy doi saber qe mi pobre Padre es muerto, qe fallesio el dia 3 a las dies de la Noche de este el qe rige i qe antes de morir se acordo de sus buenos amigos qe tenia i se acordo de U.» (en Juan Calfucurá. Correspondencia 1854-1873)

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Junin, 1966, provincia de Buenos Aires. Jorge Luis Borges escribe a la memoria de su abuelo, el Coronel Francisco Borges:

Junín

Soy, pero soy también el otro, el muerto,

el otro de mi sangre y de mi nombre;

soy un vago señor y soy el hombre

que detuvo las lanzas del desierto.

Vuelvo a Junín, donde no estuve nunca,

a tu Junín, abuelo Borges. ¿Me oyes,

sombra o ceniza última, o desoyes

en tu sueño de bronce esta voz trunca?

Acaso buscas por mis vanos ojos

el épico Junín de tus soldados,

el árbol que plantaste, los cercados

y en el confín la tribu y los despojos.

Te imagino severo, un poco triste.

Quién me dirá cómo eras y quién fuiste.

(En Obra poética 1923-1969, Emecé)

Anoto: Yo es un otro

Los límites entre Calfucurá y el coronel Borges son lábiles, permeables. Se parecen a los espejos o sueños del poeta que conjeturó, y a la vez aborreció, el destino sudamericano de Laprida.

Los trazos de escritura perdida entre el coronel y el toki hablan de la vastedad de relaciones del mundo indígena del Siglo XIX con la incipiente nación, de la confrontación y continuidad de los otros en la configuración de las identidades y del sí mismo.

Vana es la idea de ese yo que se piensa a si mismo y luego existe. Trágico es el imperativo categórico de imperar sobre los otros para ser. No hay zanja que detenga el tránsito de imágenes, de palabras, de gestos, a un lado y a otro de la frontera.

Esos límites fijos entre unos y otros, la herida abierta entre "civilización y barbarie" trazada por Sarmiento, son las ficciones de una razón que engendra monstruos, y los necesita para ser.

Extraña civilización la que profana tumbas y exhibe el cráneo de los vencidos en el Museo de la Plata en nombre de la ciencia y la razón.

El lenguaje colonial encuentra en Borges el verso épico para la gloria del coronel. ¿La carta de Namuncurá habrá llegado a su destino? ¿Las lágrimas del hijo prefiguraban ya el dolor de la derrota?

El verso de Borges está impreso ya en la blanquitud épica de la nación. El mapuzungun de Calfucurá se escribe en el viento. Como un lenguaje de pájaros y vertientes regresa en las ceremonias, en los hijos de los hijos que hoy lo vuelven a soñar.

Las pesadillas de Borges están pobladas de su reverso, develan el crimen y el múltiple rostro de Asterión.

*Poeta, docente universitario e investigador.