Géneros

Carina Farah: "La ‘meritocracia' está fuertemente sesgada por la desigualdad de género"

Carina Farah es economista (Facultad de Ciencias Económicas de la UNcuyo) y docente e investigadora en universidades de Mendoza. Además, es conductora y columnista en medios provinciales y nacionales. Investiga las brechas de género en la economía y cómo las estrategias capitalistas impactan sobre la vida de las mujeres más pobres, llevándolas a la precarización y el desempleo. En diálogo con El Extremo Sur, Farah remarcó la necesidad de plantear una alternativa económica que vislumbre las desigualdades de género. "El feminismo tiene una fuerte crítica al capitalismo; ya que feminismo y economía van de la mano", expresó, y marcó el eje de la gran deuda de la economía con las mujeres: las tareas del hogar. "Las mujeres dedican cuatro horas más que los varones a las tareas domésticas, y esto repercute directamente en la vida laboral, profesional, y en los ingresos", afirmó.

Farah se hizo eco del "piso pegajoso" y el "techo de cristal" al que se enfrentan las mujeres, en referencia a las dificultades que enfrentan para escalar hacia los puestos más altos -y de mayores ingresos-dentro de un escenario social-económico que las desfavorece. "Son diferencias que están insertadas en lo cultural, pero terminan manifestándose en lo económico", subrayó.

Destacó la voluntad política del actual gobierno, que busca reducir esta brecha, impulsada principalmente por la creación de una Dirección de Género dentro del Ministerio de Economía. "Tengo esperanzas de que a partir del movimiento de mujeres surja una alternativa a la sociedad capitalista", manifestó.

¿La perspectiva de género aplicada a la Economía es un fenómeno reciente? ¿O estuvo siempre presente en los debates feministas?

Si vamos a la historia, Rosa de Luxemburgo era feminista y era economista; este debate viene desde hace tiempo. Hablar del feminismo separado de lo económico es imposible. De hecho, el feminismo tiene una fuerte crítica al capitalismo. Feminismo y economía son temas que van de la mano. Uno de los reclamos de este movimiento es por las desigualdades económicas que sufren las mujeres, que tienen que ver con patrones culturales. Se ha colocado a las mujeres en un lugar de la matriz productiva mundial en el cual hacemos trabajo donado al capitalismo, un trabajo no remunerado que son las tareas del hogar.

¿De qué manera repercute esto en la situación económica de las mujeres?

El hecho de quedarnos en la casa apoyando el trabajo rentado de los varones de las instituciones capitalistas ha hecho que nosotras no podamos desarrollar nuestras capacidades laborales, profesionales. Eso se ve en los índices de desempleo. Las mujeres están más precarizadas, tienen menos salarios, menos horas disponibles para dedicar a la carrera. Son cuestiones que la cultura patriarcal naturalizó, pero hoy las ponemos en evidencia en lugares muy concretos que tienen que ver con lo económico.

En cuanto al ingreso principal de mujeres y varones, la brecha se encuentra entre el 27% y el 30%. Esto obedece a este trabajo doméstico no remunerado. Le dedicamos casi cuatro horas más al trabajo doméstico que los varones.

La economía ha sido catalogada como una disciplina casi exclusivamente masculina, a pesar de que existen innumerables mujeres economistas. ¿Cómo analizás la visibilización de estas mujeres en los medios y en el debate público?

Desde mi historia particular, cuando empecé a trabajar en radio visibilicé esta problemática. Me pregunté cuántas mujeres economistas estaban hablando en los medios. Al menos acá en Mendoza todos los que hablan de Economía son varones. Me propuse invitar a otras colegas a hablar en público, a compartir su trabajo. Muchas de ellas preparan informes con los que salen los varones a hablar. Está muy instalado en todos los medios que la Economía es un tema masculino. Me parece que esto se fue rompiendo de a poco. Muchas referentas se empezaron a posicionar, como Silvina Batakis, Julia Strada, Mercedes D'Alessandro. Para algunas, especialmente en el interior del país, ha sido un desafío muy grande. Es un proceso interesante, y lo celebro. Es importante ver a más mujeres en un tema que históricamente tuvo traje y corbata.

En tu análisis sobre el Aporte Solidario a Grandes Fortunas incorporaste la perspectiva de género, haciendo referencia a una redistribución de la riqueza que impactaría directamente en el sector más empobrecido: las mujeres.

Las mujeres estamos sobrerrepresentadas en los niveles más bajos de los ingresos y subrepresentadas en los más altos. Todos los que pagarán el aporte son varones. Y la redistribución que se realizará con este dinero va a impactar más en la vida de las mujeres, porque termina siendo las que más demandan políticas contra la precarización y el empobrecimiento.

Al discutir temas relacionados a la economía, se utilizan mucho las estadísticas, ¿logran reflejar la realidad de las mujeres y disidencias?

Hay una cuestión que estamos planteando desde las oficinas de estadísticas en ese sentido. Están planteadas en un sistema binario: varones y mujeres. Pero no sabemos nada de la situación económica de las mujeres trans, los varones trans, las disidencias. Esto queda oculto, y tiene que ver también con el patriarcado. Cualquier disidencia respecto de la heteronorma cae en una situación de vulnerabilidad que no es percibida por las estadísticas. La visibilización por parte del Estado tiene que ver con reconfigurar estas estadísticas. Hay muchas problemáticas que han barrido debajo de la alfombra.

Mencionaste la crítica feminista al capitalismo. ¿Qué interpretación te merece la idea de la meritocracia en una sociedad con desigualdades tan marcadas?

Hay un dato que es revelador. De cada 100 hogares pobres, 60% son monoparentales con jefatura de hogar femenina. El 34% de los hogares pobres son bi-parentales, y el 6% solamente es monoparental con jefatura de hogar masculina. ¿Qué pasa en estos hogares? ¿Qué hace la mamá que tiene que salir a trabajar? Generalmente es la hija mayor la que se queda a cargo de las tareas del hogar y de cuidado. Cuando hay una mujer saliendo a trabajar, hay otra mujer atrás que se quedó a cargo del hogar. Por lo general, no hay un varón. Esto impacta en el proyecto de vida de la joven, su trayectoria escolar, su inserción laboral. Cuando hablamos de meritocracia, vemos que está fuertemente sesgada por esta desigualdad de género. Son diferencias que están insertadas en lo cultural, pero terminan manifestándose en lo económico.

¿Cómo es el escenario laboral para las mujeres que logran insertarse?

Está caracterizado por el piso pegajoso y el techo de cristal. El primero tiene que ver con la dificultad de dedicarle más horas al trabajo al estar atadas a las tareas del hogar. Y el techo de cristal tiene que ver con la falta de acceso a las oportunidades; hay mujeres profesionales, especializadas, y no las contratan, no las ascienden. Tenemos menos oportunidades de ascender y por lo tanto menos ingresos. Vemos pocas mujeres al frente de empresas, pocas mujeres CEO, cuando en verdad egresamos en mayor porcentaje que los varones en las universidades públicas. La formación termina siendo cooptada por las tareas domésticas

¿Qué sucede en el sector privado? ¿Se intensifican las desigualdades al contar con menos intervención estatal?

También en el sector privado es el Estado el que debería pensar de qué manera plantear incentivos para tratar de equiparar la situación. Es importante la seguridad social, que el Estado esté presente. Debe empezar a pensar políticas de modo tal que ser varón o mujer sea lo mismo al momento de formar una familia, de pedir una licencia en el trabajo. Estamos entrando en un camino en el que planteamos cómo efectivizamos la igualdad.

En este sentido, ¿qué papel juega el gasto etiquetado en los presupuestos con perspectiva de género?

Hay varias etiquetas. Este año están bien identificadas las partidas. Las que identifican las partidas destinadas a género son las que tienen la etiqueta PPG, presupuesto con perspectiva de género. Hay otras que identifican partidas que tienen impacto en las personas con discapacidad, por ejemplo. Identifican la transversalidad de las políticas. Yo siempre digo que el presupuesto es la presión efectiva de la voluntad política. Por más promesas políticas que se hagan, si no se expresan en el presupuesto no pueden llevarse a cabo. Yo estuve en la marcha por el femicidio de Florencia Romano, vi cómo se rompía el Poder Judicial, la Legislatura. Inmediatamente salió el Gobierno a decir que esos destrozos costaban 50 millones de pesos. Y es lo mismo que nos destinan en la Dirección de Género y Diversidad de la Provincia. Entonces, ¿salen más caras las paredes que tienen que arreglar que lo que destinan en la protección de las mujeres? Desde la Dirección de Género se destinan 38 pesos por año por cada mujer.

¿También existen partidas indirectas o que se distribuyen desde otros ministerios?

Tenemos partidas especiales, eso es lo importante del presupuesto. Cuando miramos el presupuesto podemos identificar esa partida de la Dirección, nos da 38 pesos por mujer. Pero cuando lo cruzamos con el presupuesto nacional y vemos lo que se destina a Mendoza, nos da 58 mil pesos por mujer por año. Porque es importante identificar la transversalidad de políticas. No hay que ver solamente lo que nos llega por el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, sino lo que nos llega por Asignación Universal por Hijo, por jubilaciones o ampliaciones de moratorias jubilatorias y asignaciones por embarazo. Al identificar todas las partidas que se ejecutan desde cada Ministerio, podemos identificar mayor gasto destinado a reducir la brecha de desigualdad. Con eso no alcanza, pero es un primer paso para visibilizar las necesidades dentro de las partidas presupuestarias. Queda mucha discusión al respecto.

¿Advertís un cambio nítido de políticas de género en el gobierno de Alberto Fernández, en comparación con el de Mauricio Macri?

En principio, la creación del Ministerio de Mujeres es concretamente una expresión política que se diferencia mucho del paradigma de gobierno de Macri. Cuando empezó la pandemia, el Gobierno anunció el IFE, que ha tenido un impacto muy importante en los sectores más vulnerables, sobrerrepresentados por las mujeres. Creo que la aprobación de la interrupción legal del embarazo también va a tener un impacto concreto en la situación de las mujeres, ya que el Gobierno deberá destinar más partidas presupuestarias a la salud de las mujeres. Por supuesto que no es lo único, tenemos que replantearnos otras políticas públicas. Hay políticas que son legales pero no tienen instrumentación, entonces no hay ejercicio efectivo del derecho.

¿Considerás que una mayor inserción de las mujeres en el mercado laboral y las finanzas podría representar un cambio positivo para la economía en general?

Claramente. De hecho, las mujeres tomamos las grandes decisiones de consumo en los hogares. Somos las que decidimos el consumo, incluso en las casas de clase media y alta. Generalmente la que va al supermercado es la mujer. Cualquier política que termine empoderando políticamente a la mujer, que le dé más libertad, puede tener un impacto muy positivo en la economía.

¿Esta crítica feminista al capitalismo podría poner en crisis los valores del neoliberalismo? ¿Se podría pensar en una alternativa económica más sostenible y equitativa?

Desde hace tiempo hay un proceso que se viene dando muy fuertemente en este sentido. Lo más asombroso es que cuenta con mucha representación en los partidos políticos. Es un movimiento transversalizado en todos ellos. Mirando lo que pasó en Latinoamérica en los últimos dos años, la protesta social, el replanteamiento de límites al avance del capitalismo, vemos que todo ha estado fuertemente liderado por el movimiento de mujeres. Tengo esperanzas de que a partir del movimiento de mujeres surja una alternativa a la sociedad capitalista. No va a ser mañana. Es un camino largo. Hay que cambiar mucha cultura. Pensar otras formas de tratar al otro, de vivir. El movimiento de mujeres está imponiendo un rostro más humano a las estructuras sociales y económicas.