El país

El mercado más icónico de Argentina se resiste a ser reliquia

Por Francisco Lucotti (SPUTNIK)

El histórico centro de abasto de alimentos frescos, en el corazón del barrio porteño de Caballito, fue inaugurado en 1889 y hacia 1930 adquirió la fachada estilo 'art déco' que la caracteriza, recientemente refaccionada. Desde 1958 es administrada por sus puesteros y hoy es de los pocos de su especie que sigue en pie en Buenos Aires y en el país.

Al estilo de otros famosos mercados del mundo, como el catalán de La Boquería en Barcelona, o los que se encuentran en Francia, Grecia y Turquía, el Mercado de Progreso del barrio porteño de Caballito, en el centro geográfico de la capital argentina, es un emblema de la gastronomía local; y el recorrido por sus pasillos, un viaje en el tiempo.

Con más de la mitad de sus locales todavía manejados por los descendientes históricos de los puesteros originales, que se fueron instalando con el paso de los más de 130 años que tiene desde su fundación oficial en 1889, destaca por su capacidad de mantenerse en pie a pesar de las crisis y las tendencias que han hecho desaparecer al resto de los espacios similares en el país latinoamericano, derribados o transformados en shoppings desalmados.

"Es de los pocos mercados de abasto de productos frescos que van quedando en la ciudad y en toda Argentina -privado es el único que queda- para el mercado minorista del barrio y de otras zonas de Buenos Aires, porque vienen desde la provincia a comprar; siempre se ha hecho pie en la calidad, lo que no encontrás en otro lado, acá lo vas a conseguir", dijo a Sputnik Claudio Heredia, presidente de la sociedad de puesteros dueños del mercado.

El Mercado del Progreso de Caballito mantiene viva su esencia gracias al contacto estrecho con los vecinos y su materia prima, pero antes que nada y por sobre todas las cosas, porque es atendido, manejado y defendido a través de los años y contra viento y marea por sus puesteros: detrás del mostrador de algunos locales están los tataranietos de los dueños originales, que comenzaron a operar en este mismo lugar en 1884.

"El mercado es tradicional. El vicepresidente de la sociedad, Jorge Fernández, empezó a trabajar en el mercado a los 8 años y hoy tiene 82. Hay una pollería fundada por los dos hermanos Boccia que llegaron de Italia de chicos; uno de los hijos, Luis, ya tiene 70, y ahí trabajan los nietos de don Luis, el original", contó Heredia, carnicero y dueño de una tienda de carnes en el corazón del mercado.

Para la inauguración oficial, en 1889, se mandaron a traer desde Inglaterra las estructuras metálicas que todavía se aprecian en la cúpula central del mercado, se instalaron cañerías y pisos nuevos y se abrió el acceso para carros. Originalmente, el espacio era abierto para permitir el flujo de ventilación, útil para la conservación de carnes y verduras.

Fue reabierto en varias ocasiones. Hacia finales de la década de 1920, se comenzó la construcción de la fachada blanca externa que lleva el nombre del mercado, diseñada en estilo art déco industrial típico de la época, que da a la transitada Avenida Rivadavia, que permanece hasta la fecha y que fue refaccionada para el 130 aniversario.

En 1957, los dueños del espacio buscaban transformarlo en una torre de viviendas, pero un puñado de puesteros se opusieron y terminaron comprando la sociedad un año después. Desde entonces, resisten los embates de las recurrentes crisis económicas que golpean cíclicamente a la sociedad argentina y a las ofertas de adquisición que han recibido por cadenas de hipermercados y bienes raíces.

Familia, tradición y confianza

El Mercado del Progreso tiene 4.000 metros cuadrados y cuenta con 60 locales, entre carnicerías, verdulerías, pollerías, pescaderías, fiambrerías y comidas hechas, por fuera de los puestos que dan a la calle que son de otros rubros. Más de 250 personas trabajan allí y un sábado previo a la pandemia llegaban a atender a alrededor de 2.500 clientes.

"Si bien es una sociedad anónima que se constituye por acciones ordinarias, esto se basa más en lo hereditario, porque la vida de mercado, que es hermosa, tiende a ser familiar, va de abuelo a sus hijos y después a sus nietos. El cliente del mercado te compra a través de la confianza, porque la mayoría son hijos y nietos de quienes también compraban acá; es una cadena de muchísimos años que se sigue manteniendo", aseguró Heredia.

La actualidad del Mercado del Progreso se diferencia de lo que sucedió con el Mercado de San Telmo, en la zona sur de Buenos Aires, que se transformó en un espacio de venta de antigüedades con algunos restaurantes modernos, destinado al turismo; o lo que ocurriera con la Feria Modelo de Belgrano, en el área norte porteña, modernizado hasta convertirse en un espacio parecido a un centro comercial boutique por la inversión pública de la ciudad.

El presidente de la sociedad contó que desde hace algunos años comenzaron a incorporar comercios de alimentos elaborados y de otros rubros por los cambios en el consumo moderno y por la necesidad de mantener los locales ocupados para evitar el colapso que vivieron -y viven muchas galerías y centros comerciales en la actualidad- otros mercados en el pasado.

La actividad económica de Argentina disminuyó en diciembre de 2020 un 2,2% en relación al mismo período de 2019 y a lo largo del año pasado acumuló una caída del 10%, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

"Nosotros nos mantuvimos con la idea de que este fue, es y será siempre un mercado de abastecimiento. Ni siquiera en los peores momentos permitimos que esto se volcara a ser anticuario. En las peores crisis, la sociedad se hizo cargo de los gastos para mantener los puestos abiertos, porque sabemos que eso tiene un efecto dominó y se vuelve irreversible", alertó.

El país se encuentra en una crisis económica que acarrea más de 10 años de estancamiento devenido en recesión, acompañada de índices de inflación cercanos al 50% anual en los tres últimos años, con un impacto directo en la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, siempre inferiores al alza de los precios.

"Si lo barato fuera lo ideal, todo el mundo se volcaría a eso. Por ejemplo, en la carne hay 28 calidades diferentes. ¿Usted sabe lo que es la vaca de conserva, lo que es el toruno? Esa carne no sirve más que para sobrevivir. Yo necesito que usted me compre todo el año, no una vez. El único secreto que tiene el Mercado del Progreso es esmerarse en tener calidad", concluyó Heredia.