Política

Candidaturas con barbijo en la apoteosis de la catástrofe

Por Davy Figueiras

No importa que la provincia esté atravesando la peor crisis económica, financiera, social y cultural de toda su historia. Ni que los estatales aun reclamen sus salarios atrasados. No importa que un diputado pida 100 lucas ni que el gobernador beba champagne en un exclusivo hotel mientras el fuego rodea Fontana 50. En realidad, el mandatario se dejó ver, pero todos -de "izquierda" a derecha- disfrutan a escondidas de sus prebendas. Ya lo dijo Perón, ese gran jinete: muchas veces al poder se sube por la izquierda y se baja por la derecha. Mucho menos importa que las paritarias se reduzcan a utopía ni que el Covid arrase con el centro rico del país, pero también con su periferia; dejando más de 80 mil muertos, muchos evitables. A quién le importa que el sector privado se convierta en Sísifo y que los empleados del Congreso tengan un aumento del 40% con una inflación prevista del 29% mientras que el acumulado a mayo es del 17,3%. Todos estos son temas menores frente a una preocupación mayor: el armado de listas. Una extraña forma de campaña con barbijo que involucra a actores de todo pelaje como Linares, Massoni, Glinski, Leunda y Cimadevilla, mientras semblantean Luque, Arcioni y desde lejos los dueños de la BIC.

Nunca resultó extraño que las elecciones estuvieran atravesadas por crisis crónica y por internas feroces. Sin embargo, las próximas PASO superan ampliamente ese contexto y esas fricciones, porque ahora todo resulta fantasmal y cerca del delirio.

Más allá de cierta cordialidad impostada entre Cristina, Massa y Alberto, ya está del todo claro que se trata de tres líneas de poder distintas dentro del oficialismo y que cada uno de ellos tiene especial interés en los candidatos que pueda sumar para su espacio. El resto les importa poco.

La línea que baja el presidente vía Julián Leunda -un comodorense sin militancia alguna pero con mucho acceso a los medios de Cristóbal López y un larga agenda de contactos que su posición cercana a Fernández le brinda- posiciona al vicegobernador Ricardo Sastre como uno de los principales candidatos para ocupar un espacio en la Cámara Alta.

Esto se contrapone con el armado de Instituto Patria -sinónimo de Cristina Fernández de Kirchner- quien vía Santiago Igon y la Cámpora dejaron trascender su simpatía por José Glinski, quien fuera un jovencísimo ministro de Seguridad de la gestión Buzzi. "Goyo" pasó por la dirección de la radio que perteneciera al actual senador Alfredo Luenzo y en este momento funge como director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.

El jefe de la Cámara de Diputados Sergio Massa es quizá el más debilitado en sus pretensiones, no tanto por su impronta personal sino por la situación que afronta su aliado carnal, el propio gobernador de la provincia de Chubut. Es que Mariano Arcioni todavía sopesa entre presentar un candidato propio o jugar para alguna de las dos líneas internas del oficialismo. La imagen del gobernador está más cerca del subsuelo que cualquier cielo prometido, y hay mucho miedo en el gobierno de que resulte un saco de plomo para cualquier candidato que se presente al frente de su boleta. De ahí que muchos piensan en diferenciar los recorridos en una especie de ley de lemas encubierto.

En el círculo rojo del intendente comodorense Juan Pablo Luque se piensa más en los daños que implicaría apostar por una candidatura que en la construcción de su proyecto enfocado en 2023. De manera directa o indirecta, Luque quiere evitar ruidos con su antecesor Carlos Linares -dispuesto a jugar en las condiciones que sea- pero también con el joven Leunda -quien hereda contactos y capacidad de operación del tándem López-De Souza pero también de su propio padre Walter, quien fuera un todo terrero del cristobalismo-. La mesa chica de Luque tomó nota de los pedidos del cristinismo en el sentido de "asegurar" una victoria para los candidatos que la ex presidenta y actual vice decida "bendecir" con su BIC en Chubut, pero aconseja a su jefe político que no se inmole por ninguno de ellos. La necesidad de mostrar una victoria contundente sobre el arcionismo y el macrismo obligará a Luque a una estrategia sofisticada. Por ahora no tiene en sus planes un apoyo desmedido a Leunda o Glinski, por ejemplo, y seguramente "llevará" con cuidado su antiguo vínculo con Linares y sus compromisos indirectos con kirchneristas epigonales como Igon.

Un Alberto sin "ismo".

Es la primera vez desde el advenimiento de la democracia que un presidente de la nación haya perdido tanto capital político en tan poco tiempo. Hubo alfonsinismo, kirchnerismo, menemismo, cristinismo, macrismo y hasta delarruismo, pero nadie a casi dos años de gobierno habla de un presunto albertismo. Es tan frágil y enigmático el poder del presidente que hasta se está pensado que algunos de sus funcionarios de confianza asuman candidaturas para terminar de ofrecerle al cristinismo los últimos espacios no ocupados dentro del gobierno.

Muchos apuntan a Santiago Cafiero, Daniel Arroyo y Nicolas Trotta como posibles candidatos en las próximas elecciones. Lo de Cafiero y Trotta no llama la atención. Sin embargo, el jefe de ministros suma una cantidad importante de errores "no forzados" y Trotta es considerado uno de los peores ministros de Educación de la historia, tanto por la falta de operatividad en plena pandemia como también por su escasa lucha para lograr una recomposición en salario docente en pleno gobierno peronista.

Por su parte, el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo estuvo envuelto en las últimas horas por un nuevo escándalo por sobreprecios en la compra de alimentos que involucra al peculiar aliado oficialista Juan Grabois.

La soledad de Torres

Se sabe que el peronismo siempre tuvo sus líneas internas, pero a la hora de ejercer el poder se unificaban. En Chubut, la situación del diputado nacional Ignacio Torres es compleja más allá de su carisma e iniciativa personal, ya que carece de candidatos y de líneas internas. El frente radical-macrista tiene una escasez profunda de candidatos para presentar. De ahí que el exsenador Mario Cimadevilla, viendo ese vacío y rápido de reflejos, se haya largado para volver al Congreso.

Hoy por hoy, Torres es el principal actor de la oposición chubutense -más allá de las líneas internas del propio oficialismo- aunque no la tiene fácil respecto a sus presuntos aliados.

Hace unas semanas, el exfuncionario dasnevista Pablo Mamet confirmó su intención de postularse para la intendencia de Trelew. Sin embargo, el 2023 en nuestro país parece un futuro muy remoto y muchos deducen que solo fue una forma de tantear el terreno para una candidatura intermedia a diputado nacional.

Lo cierto es que hoy en la provincia, parece que el justicialismo copó nuevamente el abanico de candidatos y salvo que en las próximas semanas la situación cambie, la carencia de candidatos de la oposición friccionará aún más las líneas internas del oficialismo.

Massoni quiere jugar (y lo van a dejar)

Paradójicamente, Massoni representa una apuesta clave para el gobernador, porque es su posibilidad de interferir en una elección que, por su particular imagen negativa, lo está dejando afuera.

El ministro de Seguridad Federico Massoni, cuya carrera política oscila entre las brutales intervenciones del GEOP y la policía y sus pintorescos videos de crossfit, intenta parecerse a su par de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. Ambos comparten su fascinación por la política-espectáculo y por vociferar sus posiciones radicalizadas de mano dura, convencidos de la existencia de un segmento de electores radicalizados y convencidos de que es necesario matar a todos los "negritos" que hagan falta mientras se mantenga la seguridad en los countrys.

Cada uno en su territorio sirve para presentar un candidato que eventualmente pueda sacarle votos a la derecha opositora y este extraño contexto es algo propicio para Arcioni. Es quizá su posibilidad de inmiscuirse en un armado de listas que. a priori, lo está expulsando.

Apoteosis de la catástrofe

La crisis de representatividad de la dirigencia política y su incapacidad para afrontar los problemas económico-sociales han sido y son fuertemente debatidas. No solo en nuestro país, sino en el mundo entero.

Se sabe que las preocupaciones cotidianas poco y nada son consideradas en la agenda de la política. Sin embargo, eso no impide que los armados políticos comiencen su derrotero. No hay política pública que no esté pensando hoy en las elecciones, ya sea en la ciudad de Buenos Aires o en la Nación -por poner los dos polos que cubren el arco político-. Sin embargo, poco importa lo que llamamos "realidad". Mucho menos en esta provincia, donde la catástrofe se escribe con mayúsculas: incendios que destruyeron a cientos de familias, deudas sin pagar y paritarias sin hablar, suba de sueldos desmedidos de la clase política, inflación brutal e insistencia con la impopular minería. Apenas temas intrascendentes como para que la política se distraiga en el juego que más le gusta.