Géneros

Violación y fallo misógino: "El pacto de silencio es una maniobra patriarcal y machista para proteger a los acusados"

Por Lola Sánchez.

El pasado 28 de marzo, luego de reiterados obstáculos y vicios judiciales, se cerró el juicio contra tres imputados por la violación grupal ocurrida en Playa Unión en 2012. Las juezas María Laura Martini, Ana Karina Breckle y Marcela Alejandra Pérez los absolvieron, con un tono aleccionador contra la víctima, las abogadas querellantes y los peritos. Quedó a la vista un fallo extremadamente misógino, que cuestiona la vida sexual de la víctima, mientras insiste en la fabulación de las testigos y la inocencia de los acusados. El psiquiatra Enrique Stola, uno de los peritos de la causa, dialogó con El Extremo Sur y fue categórico sobre la manera en que el juicio se llevó a cabo: "El silencio siempre protege a los abusadores". Remarcó que el "pacto de silencio entre jueces, defensores y acusados es una maniobra patriarcal y machista que tiene como objetivo proteger a los acusados; nunca protege a las víctimas".

Junto a sus imputados, los abogados defensores negaron cualquier evidencia que apuntara a un abuso sexual y se presentaron como portadores de una única verdad incuestionable (sin considerar el respeto por la víctima y los parámetros de perspectiva de género que deberían estar presentes en los tribunales), una visión compartida por las tres Juezas que finalmente votaron por la absolución de Luciano Mallemaci, Leandro Del Villar y Ezequiel Quintana.

La querella solicitó que el veredicto sea "autor penalmente responsable por abuso sexual simple en tres hechos en concurso real con sexo carnal agravado por la participación de más de dos personas y graves daños en la salud de la víctima" para Mallemaci y "responsables de abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por la participación de más de dos personas y graves daños a la salud" para Del Villar y Quintana.

Los tres imputados fueron acusados de abusar sexualmente de la denunciante el 22 de septiembre de 2012, en el interior de la habitación-quincho durante una fiesta por el Día de la Primavera, entre las 3:00 y 5:00 am. Según precisaron, la joven fue sometida sexualmente, estando totalmente desnuda e inconsciente, mientras uno de ellos alumbra con el celular y otro hacía de "campana" en la puerta. Cabe recordar que inicialmente eran seis los acusados: Valentino Viglione (dueño de la vivienda), Joaquín Pérez y Tomás Soriano fueron absueltos en instancias judiciales previas.

Humillación y exilio de la víctima

En sus alegatos, la abogada Verónica Heredia recuerda que, debido a lo sucedido durante la fiesta de la Primavera, la víctima "sufrió la burla, la humillación, hasta la culpabilizaron por los hechos, circunstancias que la obligaron a no concurrir a la escuela y finalmente a exiliarse de la ciudad de Puerto Madryn".

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Las amigas de la víctima fueron claves en el transcurso de los hechos, ya que la socorrieron luego de percibir lo que realmente estaba ocurriendo. La tranquilizaron, le contaron historias y la ayudaron a recomponerse. Más tarde, se reunieron para reconstruir los hechos que cada una vio y escuchó, lo que derivó en una serie de testimonios más tarde desacreditados tanto por los abogados defensores como por las magistradas: "Señoras juezas, esta joven es una sobreviviente, y sus amigas, su memoria", declaró la querella.

El relato inverosímil de Mallemaci

Luciano Mallemaci -uno de los más complicados-, es situado una y otra vez por múltiples testigos dentro de la habitación donde sucedió el abuso. En su versión, el imputado explica que discutió con la víctima porque la encontró con otro de los jóvenes, la insultó y se marchó. Heredia explicó que se trata de una visión inverosímil ya que no queda claro en qué momento se produce el abuso -si antes o después de esta discusión-, y en qué momento otro de los imputados comienza a impedir el ingreso a la puerta: "Mallemaci inventa esta versión porque una de las testigos persiste en su versión de lo que vio en esa habitación y quiere justificar su presencia en la habitación, en la cama y con la víctima".

La letrada cuestionó también información que aportó la defensa que no corresponden con los testimonios iniciales de los testigos, se trata de "información inexistente" pasada de abogado a abogado. De esta manera, Heredia argumenta que uno de los testimonios fue "arteramente modificado" para apoyar la presunción de inocencia de los imputados.

"Vinieron a este debate a averiguar la vida sexual de la víctima"

Uno de los puntos centrales del debate tras el fallo fue el cuestionamiento de las Juezas ante la decisión de la víctima de no declarar. Las magistradas sostuvieron que de hacerlo habría sido debidamente cuidada de acuerdo a los parámetros de protección de la mujer -una presunción que, a juzgar por el tratamiento de las testigos mujeres, no se materializa. Pusieron todo el peso del fallo final sobre esta decisión, argumentando que fue una estrategia de la querella para evitar el contrainterrogatorio.

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Verónica Heredia presentó tres razones sustanciales para sostener la decisión.

En primer lugar, recordó que la víctima "ya fue interrogada durante tres días, durante más de 3 horas cada día, por las defensas, la fiscalía y judicatura". La joven fue investigada, analizada y evaluada por medio de diversas herramientas psicológicas. El 9, 10 y 11 de diciembre de 2019, sin que la víctima contara todavía con asesoramiento jurídico y con perito de parte, fue sometida a entrevistas psicológicas por parte de las licenciadas propuestas en cada defensa, por el Ministerio Fiscal y por parte del Cuerpo Médico Forense.

"Según nos informaron todas las partes, la víctima fue interrogada, investigada, analizada y evaluada, de toda su vida, desde que nació hasta esa fecha; además de ser interrogada, investigada, analizada y evaluada en relación a los hechos denunciados", agrega Heredia en sus alegatos. Le realizaron entrevistas clínicas forenses semi dirigidas, el test de Rorschach, el inventario de Personalidad de Minnesota MMPI 2 de 567 preguntas, el test gráfico de la persona bajo la lluvia, el cuestionario desiderativo, el de escalas de sucesos de vida, y la escala de síntomas de estrés post traumático.

La segunda razón por la cual la querella desistió de la declaración de la víctima se debe a la manera en que fueron tratadas las testigos mujeres en el debate.

"Debimos pedir que sean tratados con respeto y dignidad. El Dr. Oneto llegó a afirmar que los testigos no tienen ningún derecho, que ‘las reglas del contra interrogatorio permiten ser agresivos con los testigos'", apunta Heredia.

"La madre, hermanas y amigas de la víctima fueron sometidas a preguntas confusas, engañosas, repetidas. Los abogados formulaban las mismas preguntas una y otra vez, afirmaban que habían dicho lo que no dijeron, se las confrontaba con dichos de cuando las testigos tenían 16 años y de los que ya habían dado explicaciones, una y otra vez, por más de 15 minutos en cada pregunta, pretendían que se les responda por si o por no cuando las preguntas estaban formuladas de tal manera que eran imposibles de responderlas, con varias negaciones o afirmaciones", agrega.

En tercer lugar, enfatizó que la defensa llegó al debate "a averiguar la vida sexual de la víctima. Y no es una conjetura, así lo dijeron". Se trata de una forma de revictimización usada en reiteradas ocasiones, en casos polémicos por los fallos misóginos a los que abordaron, como es el de Lucía Pérez, oportunamente traído a colación en este debate.

La abogada remarca que se opuso a una pregunta de la defensa sobre la relación sexoafectiva previa de uno de los imputados con la víctima. El abogado Francisco Oneto contestó: "Nosotros queremos saber cómo era la vida sexual posterior porque entendemos que una persona violada le cuesta reiniciar su vida sexual". "Es necesario saber cómo se desarrolló su vida sexual posterior porque es un indicio". Luego preguntó: "¿Es un pecado preguntar por la sexualidad?".

El Dr. Villar, por su parte, dijo: "Si no vamos a investigar hechos sexuales de M. dejemos sin efecto el debate porque a eso vinimos".

Un código penal del sigo pasado

El análisis de Heredia es contundente: "La defensa llegó a este juicio con el código penal del siglo pasado", y para ello cita la reforma de 1999 de la Ley 25.087, que obliga a dejar de indagar sobre la vida sexual de la víctima, en especial las mujeres y niñas, que destierra la honestidad como un bien jurídico a proteger. El paradigma actual en relación a los delitos sexuales protege la integridad sexual de las personas, "el derecho a la autonomía del cuerpo, a la autodeterminación de la propia sexualidad, a la libertad de decidir. Un nuevo paradigma donde se debe acreditar el consentimiento en cada tramo de cada acto sexual, un consentimiento unívoco; a que ‘no' es ‘no', que el ‘no sé' no es ‘sí', que el silencio no es ‘sí', a que ningún consentimiento previo sea el fundamento para dar por supuesto el consentimiento a otro acto que no sea al expresamente prestado".

Además, recordó la calificación de "desahogo sexual" del Fiscal Rivarola, expresión compartida por los abogados defensores y por uno de los imputados. "Este proceso es un hito en la provincia del Chubut, una de las razones es precisamente por esa expresión que solo en los ámbitos más retrógrados de la academia, en los lugares más rancios de la sociedad, se volverá a pronunciar. En los abusos sexuales el bien jurídico protegido no es la honestidad ni hay desahogo sexual, en los abusos sexuales se violenta la libertad de decidir sobre el propio cuerpo sexualmente y en quien lo violenta hay impotencia y despliegue de poder", sostuvo la letrada.

"Hace diez años que no se escucha a la víctima"

El Dr. Enrique Stola, psiquiatra y perito del caso, dialogó con El Extremo Sur y aportó su visión sobre el proceso judicial, enfatizando el camino que atravesó la sobreviviente para poder relatar lo sucedido. "Hace diez años que la voz de la víctima está presente y hace diez años que no se le escucha", sentenció.

"En diferentes momentos y períodos no se la escuchó porque hubo prejuicios de las personas adultas que no supieron contener a una niña de 16 años; si hubiesen sabido contenerla, el juicio se habría dado mucho antes. Hubo prejuicios del poder judicial, acciones de personas poderosas para que esto se escondiera", recordó. "Luego de la denuncia de Thelma Fardín se produce una explosión de casos; una gran cantidad de mujeres, niños, niñas y adolescentes (incluso varones) se atreven a denunciar públicamente lo que habían vivido". Stola expresó que en ese momento, en el cual la víctima de este caso puede volver a hablar sobre los hechos, "se le siguió obturando la palabra".

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Al llegar a la etapa del juicio oral, le recomendaron no dar testimonio ya que "su voz estaba a través de los informes psicológicos y psiquiátricos, a través de los testigos; su voz estaba presente. Pero estaba claro dado el accionar de las juezas, que no iban a recibir ningún tipo de protección ni de cuidado en el juicio. Por lo tanto, era mejor no someterse a las conductas agresivas y violentas de los machos defensores de los acusados".

"Todos estos temores quedan confirmados cuando ella usa su derecho a decir las últimas palabras en el juicio, que no iban a tener un efecto judicial, pero es su derecho. Es interrumpida por las juezas que no la dejan expresarse con libertad. Parece que estas juezas querían que la víctima hablara y que fuera una ‘buena víctima', que dijera algo así como ‘Señora Jueza, tengo confianza en ustedes, tengo confianza en la Justicia'. Pero la joven comenzó a decir cómo le habían jodido gran parte de los años de su vida, y había que evitar que hablara", agrega Stola.

De acuerdo al informe de una de las psicólogas que entrevistó a la víctima, "en la primera sesión relató el abuso de manera desafectivizada, con sentimientos de vergüenza y culpa, por el estigma social; durante 2 años no relata el hecho; empieza a trabajar qué es el consentimiento, empiezan a aparecer síntomas en su cuerpo; 6 años de trabajo intenso con ella, en su terapia, le llevó a la víctima poder decir ‘fui abusada'". Entre las secuelas del abuso, señalaron trastorno de sueño, angustia masiva, vivencias traumáticas, vivencias de vacío, de desamparo.

Para Stola, el fallo indicaría que se culpó a la víctima "porque no se sometió a la violencia institucional".

También remarcó el pedido de los abogados defensores para que el debate se desarrollara en el más puro secretismo. "Ese acuerdo que hubo entre fiscales, jueces y defensores, supongo, de que no se podía hablar con la prensa sobre lo que sucedía en el juicio, siempre con la excusa de que es para mantener la intimidad de la víctima", precisó. "Esto es una gran mentira. Yo ya lo denuncié en el caso de Thelma Fardín, en donde era claro que el silencio beneficiaba a Darthés. Acá el silencio benefició a los acusados. Este silencio es una maniobra absolutamente patriarcal y machista que tiene como objetivo proteger a los acusados. Nunca protege a las víctimas", explicó.

La mala víctima: las declaraciones impresentables de los defensores

La implementación de la perspectiva de género es una obligación para todos los miembros del tribunal, incluidos los abogados defensores. En este caso, los letrados deslegitimaron los reclamos en materia de género y escudriñaron sobre la vida sexual de la denunciante.

En su alegato inicial, el Dr. Guillermo Iglesias -en representación de Quintana-, dijo que la Fiscalía buscó "seducir al tribunal a través de la persuasión, no a través de la prueba, sin embargo, en el sistema acusatorio el único método viable para convencer al tribunal es a través del método racional que se funda en la prueba; los argumentos vienen después de la prueba".

El Dr. Francisco Oneto -defensor de Luciano Mallemaci- "cuestionó que la fiscalía se refiera a un grupo de jóvenes con privilegios y conductas transgresoras, ya que no se está para juzgar un modo de vida, sino para juzgar lo que ocurrió en ese momento". Destacó que la joven y Mallemaci sostenían un vínculo previo al abuso que conllevaba el mantenimiento de relaciones sexuales consentidas. Hecho que, bajo una lectura con perspectiva de género, no impediría un delito sexual posterior. Según la versión presentada por el abogado, fue la denunciante quién insistió en tener relaciones sexuales, algo a lo que Mallemaci se habría negado.

En esta línea, continuó el Dr. Roberto Rallín, que se dirigió al tribunal "manifestando que no venían a pedir justicia, sino que requerían evitar una injusticia".

Dijo que la investigación fue "guionada, forzada, direccionada con interrogatorios a testigos que fueron tomados en forma presionada, eran testigos muy jóvenes a los que el oficio del interrogador ha conducido para intentar generar un relato, recordando que es una causa que se inicia con una denuncia en las redes sociales y que el propio Ministerio Público toma para sí e impulsa", desprestigiando de esta manera la reconstrucción de los hechos que las y los testigos -diez años después, con la labor que eso conlleva- realizaron colectivamente.

Manifestó que su intención era probar que las consecuencias psíquicas a las que hacen referencia los acusadores (coincidentes con los síntomas de una víctima de abuso sexual) no se debían al delito propiamente dicho sino a una situación que la denunciante vivió con las amigas; "tienen que ver con todo el daño y la presión que ha generado el entorno social en una comunidad no tan grande y una edad en que la víctima no contaba con herramientas ni mecanismos de defensa psíquicos para afrontar toda una presión que se había vuelto una acusación en su contra".

Los abogados defensores apuntan a un cambio de roles, donde presentan a los acusados como "víctimas" de una estrategia malintencionada de la querella, la fiscalía y los movimientos feministas que en las distintas audiencias prestaron su apoyo a la denunciante.

El Dr. Martín Villar, por su parte, consideró a los alegatos de la querella como "una proclama política más que un alegato en una causa judicial", y además "reconoce la lucha, de todas las mujeres y la enaltece, sucede que no contra un inocente, porque condenar a un inocente es la primera falta de respeto a una víctima, la víctima tiene derecho a la verdad, no a que se condene a cualquiera por cualquier cosa, eso no satisface su derecho, es faltarle el respeto si es víctima".

Para sostener su relato de la pureza de la verdad y las leyes, el letrado leyó un pasaje de una fábula sobre la verdad y la mentira: "aún hoy la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no a la verdad desnuda". Un recurso burdo que utilizó para reforzar que los acusados llegaron al debate "con la sinceridad más plena". La estrategia es similar a la que utilizaron las tres juezas en su voto final: "Son las pruebas, no los jueces, las que condenan".

Con ironía, apuntó nuevamente contra la querella: "Admiró profundamente la capacidad de imaginación de los acusadores porque realmente han adivinado lo que supuestamente sucedió en un cuarto. No puede tampoco dejar de destacar la referencia del propio fiscal a que este es un caso trascendental para la provincia, no sabe que significará eso, será una presión al tribunal. Expresó que la investigación penal reparatoria estuvo plagada de irregularidades. Si es que la joven fue víctima de alguien, el primero que le ha faltado el respeto es el Ministerio Público Fiscal."

Se destituye a la víctima de su papel como tal, ignorando ferozmente los tratados a los que, en teoría, los miembros del tribunal suscriben. El abogado concluye que a diez años "de los supuestos hechos es imposible adquirir un grado de certeza, en el contexto en que está probado, en el que habrían sido los supuestos hechos". De esta manera, desconoce la dimensión profunda de la experiencia de las y los sobrevivientes, con un pregunta que termina de coronar la misoginia del debate: "¿Cómo saben que era víctima?".

La declaración de uno de los imputados: "La única víctima soy yo"

Uno de los más complicados, Luciano Mallemaci, brindó su declaración expresando una y otra vez que él era una víctima más del proceso. Absolutamente seguro de su inocencia, y al igual que sus pares, consciente de su impunidad.

"El señor fiscal sabe que yo soy inocente y de igual forma decidió meterme en este proceso porque él sabía que metiéndome a mí iba a lograr ciertas cosas. Pero yo estoy muy injustamente en este proceso", opinó y agregó: "Tuve que bancarme tres años de locuras", explayándose sobre las situaciones que vivió tras ser "escrachado". "Tuve que afrontar un montón de situaciones de chicas que me venían a agredir, yo siempre traté de hablar pacíficamente, pero es muy difícil, ellas te dicen que no creen en nada, te dicen que te quieren ver muerto. Que ellas creen por la condena por mano propia, hacen juicio de valor. Yo nunca decidí bajar los brazos".

Comentó que uno de los abogados a los que acudió le sugirió que aceptara el juicio abreviado porque "las causas de género hoy están complicadas, la balanza está inclinada para ese lado". El acusado expresó que al enterarse que dicha posibilidad fue rechazada, sintió que "Dios me había iluminado; era la posibilidad de demostrar mi inocencia".

Insistió en que el escrache de la víctima era "falso" y que "sabe muy bien" que él es inocente. "Yo creo que fui la única persona que vino con la verdad a este debate", dijo, y en línea con el discurso misógino de los abogados defensores expreso: "Esa noche la víctima fui yo".

La urgencia de una reforma judicial feminista

Pese a la sentencia desfavorable, el Dr. Stola dijo que "ha sido positivo para la víctima que el juicio pueda desarrollarse, porque ella quería que esto sucediera, aunque muchos progresistas dijeron que había que llegar a un arreglo y evitar el juicio".

"En 2012 cuando circuló en el pueblo y en las redes que la denunciante había sufrido una agresión sexual, no hubo adultos que contuvieran esa situación. ¿Qué podía hacer una joven de 16 años que había estado alcoholizada y agredida sexualmente? Hizo lo que pudo. A pesar de que su vida cambió drásticamente, trató de rehacerla en otro lugar, seguir sus estudios, finalizar sus estudios universitarios con mucho éxito, trabajar. Esto es lo único que podía hacer. Cuando el contexto social lo permitió -por la lucha de las compañeras feministas- ahí entonces el juicio pudo llevarse adelante", relató el psiquiatra.

Stola considera que "esto es muy reparador para la víctima, más allá del resultado, la sobreviviente sabe que hace pocos días fue víctima de la violencia judicial, sabe que está siendo apoyada por una innumerable cantidad de sobrevivientes, mujeres y grupos en todo el país, que están ahí haciendo fuerza para que las instancias superiores tengan una mirada con perspectiva de género y puedan entender lo que pasa con las mujeres, niños, niñas y adolescentes que son víctimas de agresiones sexuales".

Stola aportó definiciones sobre la dimensión estructural de los delitos sexuales: "Nuestras sociedades están cruzadas por las agresiones sexuales, más allá de que cada vez que hay un caso que cobra trascendencia millones de personas se golpeen el pecho y digan ‘esto no puede ser'. Como sociedad nos tenemos que hacer cargo de que esos personajes son productos nuestros y tenemos instituciones como el Poder Judicial que desde la creación de los Estados-Nación cumple un rol -hoy resquebrajado gracias a la lucha feminista- que es garantizar la supremacía masculina, blanca y la dominación de clase."

Consultado sobre los escraches y la necesidad de justicia fuera del ámbito legal, opinó: "La justicia por mano propia no existe. Es revancha. No creo tampoco en la existencia de la justicia. La justicia en cada momento histórico tiene una entidad regulatoria en las sociedades. Se supone que hay instancias de regulación. Esto requiere una adecuada estrategia judicial y política", precisó. "En el campo de lo social, es lo que permite que se produzcan actos justos. Para nada acuerdo con las visiones punitivistas, que hay que dar más años, castigar a los agresores sexuales, hay que mantener el respeto por los derechos de cada una de las personas acusadas, significa también darles posibilidades de psico-educación, reflexión sobre el tema. Tenemos que tener confianza no en la justicia sino en la estrategia judicial que se está llevando a cabo, confianza en la movilización de las compañeras feministas y movimientos sociales que son quienes que están permitiendo que el poder judicial cambie", concluyó.

Se trata, finalmente, de un fallo que espera ser revertido gracias a la potencia social de los movimientos feministas y el repudio de toda una sociedad ante la clara muestra de complicidad con los más poderosos.