Patagonia

El vínculo de Julio Strassera con Comodoro Rivadavia

El fiscal del "Nunca más" nació en esta ciudad, donde pasó parte de su infancia. Además, su desvinculación de YPF tuvo que ver con una situación generada en Comodoro Rivadavia.

La película "Argentina, 1985 trajo una vez más la figura de un hombre imprescindible de la historia de nuestro país. Fue el fiscal del Juicio a las Juntas y su alegato -que terminó con el vibrante "Nunca más"- debería estudiarse en los colegios, sobre todo en estos tiempos violentos en que la democracia atraviesa una prueba de fuego.

Julio César Strassera había nacido en Comodoro Rivadavia en 1932. Fue el azar. Su padre, contable de YPF, había sido enviado a esta ciudad, tentado por un ofrecimiento de 50 pesos más en su sueldo. Cuando el chico Strassera cumplió cuatro años, después de una dura vida en el sur ("Era el desierto, comíamos carne de oveja no había verduras, el viento soplaba a noventa kilómetros por hora", dijo alguna vez), la familia se instaló en Villa Ballester y Julio hizo el jardín de infantes en una escuela alemana, Hölsters Schule. Enseguida la familia volvió a mudarse a Palermo y Strassera completó los estudios en un colegio del Estado.

Los padres se separaron, Strassera vivió con su madre y fue a parar a un destino que, por entonces, se juzgaba casi infamante: pupilo en un colegio religioso. "Fue en sexto grado y en el colegio San José, del barrio de Balvanera. Pero no me recibí de bachiller allí, sino en el Nacional Sarmiento de la calle Libertad. En el San José estuve pupilo cuatro años. Compartíamos el dormitorio unos cuarenta chicos; era un colegio caro pero mi papá consiguió media beca para mí".

EL OTRO FISCAL

Trabajaba ya antes de ser bachiller. Su amistad con un escenógrafo del Teatro Colón que le enseñó a escuchar a Richard Wagner, lo acercó a la lírica y a la ópera. En alguna charla con algún periodista interesado por la música, Strassera decía dos cosas muy simpáticas: que había ingresado a la lírica al revés, primero por Wagner y después por el ‘bel canto' italiano, y que su fascinación por lo alemán provenía de sus antepasado. Su abuelo era genovés, pero Strassera estaba convencido de que sus ancestros eran Strasser, alemanes, y que al pasar a Italia, habían agregado una ‘a' al final.

Sus simpatías políticas ya estaban anidadas de muy joven en el radicalismo, al que seguiría fiel hasta el fin de sus días. Trabajó en un estudio jurídico, en YPF, en otra petrolera, Standard Oil donde de alguna manera forjó su carácter levantisco. Un día, en YPF, le hicieron redactar un memorándum dirigido a la filial de Comodoro Rivadavia. "Lo hice, mi jefe me tachó un "tuviera" y escribió "tendría". Le dije que: ‘Eso es una brutalidad. Ahora escríbalo usted' Agarré, renuncié y me mandé a mudar."

Entró tarde a la Facultad de Derecho, a los 25 años, sin saber bien por qué. Sus sueños iban por el lado de la ingeniería. Su primer trabajo en Tribunales fue como pinche de última categoría en el Juzgado Federal número 1 a cargo del juez Martín Insaurralde, al inicio de los prodigiosos años ‘60 y a sus 30 años. Se recibió a los 33, en 1965.

"De joven tuve una vocación de justiciero que salía a flote en las discusiones con mis amigos. Un fiscal tiene que tener cierta vocación por la verdad y la justicia", creía el fiscal al que una generación desconocía hasta esta película que desde el jueves se exhibe en el Cine Teatro Español de Comodoro Rivadavia y que es encarnado por Ricardo Darín.

Fuente: Infobae