Editorial

PAE y los Dragones, un monstruo bifronte

Director

EES 116.

 

El escenario de conflicto que se proyecta desde Cerro Dragón al país es de una gran complejidad social y económica, difícil de comprender íntegramente para quien está afuera de la Cuenca del Golfo San Jorge. Pone a prueba los mecanismos institucionales y a la misma democracia.  Es evidente que interpela directamente a la clase política, porque los hechos "vandálicos" son solamente el punto más visible de una tormenta de fondo.

 

Por encima de las operaciones del lobby empresario y de algunos sectores marginales de la política chubutense, la cuestión laboral está en el centro del conflicto, y debe ser atendida con todas las garantías. El diálogo debe convertirse en la herramienta obligatoria para desatar el nudo, dentro de una sociedad que, como la argentina, rechaza cualquier modo directo o indirecto de represión después de la última dictadura.

 

Pan American Energy forma parte del grupo de los grandes ganadores del sector energético en Argentina, y sin embargo ha preferido actuar con reticencia, enviando representantes que no representan a nadie para negociar nada, jugando a la exasperación y el desgaste. Está entre el cinismo y la más especuladora de las actitudes. Marcelo Guinle remarcó en el

Senado que "PAE tiene altos niveles de rentabilidad, por lo que no puede aducir problemas de costos".

 

Por si fuera poco, la operadora anunció la rescisión de contratos a Contreras Hnos. y Scanska, con la nítida intencionalidad de "tirar más leña al fuego", como sintetizó el mismo Martín Buzzi.

 

La historia es reciente pero merece ser recordada. Sin ningún tipo de debate público pero con el aval de Mario Das Neves y el guiño de Néstor Kirchner, Pan American Energy logró renovar la concesión de Cerro Dragón hasta 2027, con opción de extenderla hasta 2047. Consumado el acuerdo, las promesas sociales terminaron en el bidet. Lo concreto es que el yacimiento, aunque maduro, genera enormes ganancias mediante la técnica de la recuperación secundaria, y produce casi un quinto del petróleo del país. ¿Qué ganó Chubut a través de la "eterna" prórroga concedida por Das Neves? Un más que módico plus del 3% de regalías por encima del 12%  fijado a nivel nacional. Suena muy poco para tanta limosna.

 

La historia del yacimiento muestra un camino siempre enfrentado a los intereses nacionales. Ya en 1958 había sido entregado por Frondizi a la estadounidense American Oil Company (Amoco). En 1997 los americanos vendieron el 40 % de sus acciones a Bulgheroni y en 1999 apareció British Petroleum. Los chinos fueron los últimos en llegar.

Las fuerzas sociales suelen actuar imprevisiblemente, aún dentro de un formato controlado de democracia y dominado por grupos económicos sin límites ni fronteras, que cuidan el detalle de su propia rentabilidad y se especializan en ganar fortunas para pagar centavos.

Cuando el Estado quiere hacer tronar el escarmiento o se escucha el grito de los ciudadanos -sean estos sindicalistas por fuera o por dentro de la norma, movilizados por la tragedia o el abuso, utópicos o luchadores pragmáticos que quieren su "pedazo"- las grandes compañías reaccionan como si algún plebeyo hubiera puesto sus sucias manos sobre Mozart u orinado en una catedral renacentista. Así reaccionó PAE ante la toma violenta del yacimiento, pero quienes viven en Comodoro o Caleta Olivia saben bien que este no es un combate entre UNICEF y los talibanes.

 

El problema es que la Justicia es lenta y los empresarios son muy rápidos. El Estado provincial, que viene recomponiéndose después de la ola neoliberal, enfrenta al mismo tiempo a los tanques de la industria energética y a la cabeza de Goliath, que desde Buenos Aires es doblemente centralista: en la economía y en la política.

 

La empresa "británico-chino-y un poco argentina" está dejando de lado definitivamente cualquier concesión a la seducción demagógica en medios de comunicación y escuelas -incluyendo la entrega de mochilas con su logo- y su proclamada vocación para la responsabilidad comunitaria o la ecología. Ahora muestra su rostro más pragmático y su culto descarnado a la religión de la ganancia con el menor costo.

 

La estrategia empresaria incluye el retiro de una generación de sus propios gestores y ejecutivos, que tenían una percepción básica de lo regional y un conocimiento cara a cara de actores sociales y políticos. Ahora, en PAE empiezan a verse personajes y conductas muy diferentes. Los rasgos de los "novísimos" van desde la incapacidad para decidir -real o fingida-, el desprecio por las normas de convivencia, el condicionamiento del diálogo a su propia conveniencia y el destrato que exaspera por igual a políticos y gremialistas. Al menos a aquellos que no están sujetos al régimen de sueldo y cadena, claro está.

 

En la huelga de los Dragones se están jugando muchas más cosas que una simple reincorporación de los despedidos. Por un lado, resulta evidente la ambición de la operadora de ordenar y domesticar a los trabajadores que ingresan al yacimiento.  Hace tiempo que PAE busca el disciplinamiento absoluto. Hasta ahora no lo había logrado con los Dragones pero tampoco con la totalidad de los trabajadores petroleros convencionales, que son funcionales y ambiciosos pero también díscolos.

 

En su rol de petrolera "estrella" del país, seguramente no dejará pasar un conflicto de estas características para sacar más y más ventajas complementarias a las que ya disfruta. Para la compañía -y hay que preguntarse si el gobierno nacional está dando señales para convertir esta modalidad en patrón de conducta para todas las operadoras, incluyendo YPF- "paz social" significa solamente obediencia. De la casa a PAE y del yacimiento a la casa;  ninguna otra cosa.

 

Por esa razón, intentará imponer nuevas reglas del juego, claras y duras. El objetivo es evitar todo tipo de paros y tomas como las que se vienen produciendo en los últimos años. Con ese fin presiona a la Justicia y a la clase política, buscando instrumentalizarlos para sus propios fines. Hasta ahora, Buzzi -con el respaldo evidente de Guinle- ha evitado convertirse en defensor de los intereses empresarios, y ha cerrado el círculo sobre la empresa, procurando equilibrar las cargas y las consecuencias del conflicto.

 

Los Dragones son los mismos de siempre. Desde el origen fueron parias en los yacimientos, y se abrieron camino a codazos. Nunca nadie les puso una silla en la mesa de las negociaciones, sino que fueron a reclamar de guapos. Aprendieron mirando a los petroleros privados, que hace unos años reventaron Termap para dejarle muy claro el mensaje de entonces a los españoles de Repsol.

 

Los Dragones se pasaron varios pueblos, como dicen en España. Emocionados, entonados o con la mirada nublada, se "vengaron" destruyendo objetos de las calamidades del capitalismo. Para darles una coartada simbólica, podemos asociarlos con los socialistas ludditas, aquellos obreros que en tiempos de la Revolución Industrial británica destruían sistemáticamente las máquinas que los esclavizaban y al fin terminaban "quitándoles" el empleo.

 

Todo hace pensar que en el "teatro de operaciones" existió una medición de fuerzas casi militar ante el desembarco anunciado de Gendarmería. Para desalojarlos hubiera hecho falta un duro operativo que tenía grandes chances de producir un final con sangre derramada.

 

Algunos testimonios de obreros aseguran que los Dragones estaban preparados para un enfrentamiento directo, y que se habían cavado fosos para evitar la llegada de los gendarmes -al mejor estilo medieval -, aunque también contaban con escudos de metal, bombas molotov y armas de fuego.

 

Recién instalado en la opinión pública el nuevo marco regulatorio minero-petrolero, estalló el conflicto de Cerro Dragón. La realidad no es monográfica, más bien suele reunir aquellas cuestiones que algunos se empeñan en mantener separadas.

 

Chubut es, por historia, una provincia minera. Desde hace más de un siglo, la explotación del petróleo ha sido su base productiva real y -casi- su monocultivo.  La realidad económica de la Cuenca del Golfo San Jorge está ligada a los hidrocarburos desde comienzos del siglo XX. Desde allí irradia riqueza y conflicto desde Comodoro Rivadavia a Cañadón Seco, y cada pozo es un objeto preciado que produce riqueza y desavenencias por su reparto.

 

La violencia como modo de resolución de conflictos está instalada en la región desde el mismo descubrimiento del petróleo. Huelgas inmensas quedaron documentadas desde las décadas de 1910 y 1920, y el legendario general Mosconi no sólo persiguió con saña a los trabajadores extranjeros, sino que se dio el lujo de despedir a Asencio Abeijón. Ahora se lo agradecemos póstuma e irónicamente, porque don Asencio dejó de ser petrolero y se convirtió en el mayor cronista de la Patagonia.

 

Los Dragones no inventaron nada. Son una consecuencia de la  historia gremial argentina, poblada de héroes como Agustín Tosco y de burócratas como Augusto Vandor.

 

PAE tampoco inventó nada. Su lógica es la del capitalismo a destajo, y su política social y laboral está lejos de la que emplea Statoil, la petrolera noruega.

 

Los Dragones y Pan American Energy dejan en evidencia que existe un modelo sindical y empresario que es inviable con las reglas actuales.

 

Cuidado con aquellos que "cuando se les pregunta por un remedio, recomiendan una soga", escribió Lord Byron en defensa de los ludditas.

 

La democracia es la única medida de las cosas. La ley no puede atrapar solamente a los bichos chicos.