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El "comité de acción" que organiza bloqueos y huelgas en Francia

La «Red por la Huelga General» se viene reuniendo hace solo un mes. Varios medios la señalan como la responsable de organizar la solidaridad con los bloqueos de los huelguistas, lo que le está poniendo un freno a la política represiva de Macron y su intento de acabar con las paralizaciones en sectores estratégicos, como las refinerías, el transporte o la recolección de residuos. Publicamos aquí una crónica del periódico italiano Il Fatto Quotidiano.

Los medios franceses han venido destacando el rol de la «Red por la Huelga General» en su llamado a extender las paralizaciones y a poner de pie comités de acción en todo el país.

Como señalaba este lunes el diario Le Monde, esta organización fue aún más allá y está organizando la solidaridad activa con los piquetes y bloqueos allí donde hay huelga y el Gobierno la quiere quebrar con su política de requisiciones (como se llama a la normativa que obliga a los trabajadores a volver a su puesto bajo amenaza de prisión o multas).

Esto ya lo había señalado también el sitio Mediapart al referisrte a la solidaridad que impidió que la policía avance sobre la refinería más grande del país en Normandía, que se encuentra en huelga y a cuyo llamado respondió la Red por la Huelga General despachando micros con activistas (entre ellos trabajadores, estudiantes, la actriz Adèle Haenel y el filósofo Frédéric Lordon) desde París para fortalecer los piquetes y bloqueos.

La Red por la Huelga General votó en la reunión previa un llamamiento a constituir comités de acción a los sindicatos combativos, interprofesionales, y otras organizaciones, con el espíritu de imponer la extensión de la huelga al conjunto de los sindicatos y organizaciones estudiantiles.

El diario Le Monde destacaba también hace una semana el rol que juega en esta Red la izquierda y los activistas de la organización Revolution Permanente.

Publicamos a continuación una crónica aparecida este martes en el periódico italiano Il Fatto Quotidiano que bajo el título «Desde el comité de acción que organiza bloqueos y huelgas salvajes: 'Así nos preparamos para resistir de nuevo a Macron'», cuenta cómo es la organización por dentro.

Nadine abre la puerta de hierro de lo que una vez fue el hall a la estación de trenes Charonne, en París, y se queda helada con lo que ve. Esperaba gente, pero no tanta. La reunión del comité de acción de la «Red de Huelga General» comenzó hace menos de media hora y ya no hay asiento. Marion, en la primera fila, mira su celular y tuitea en vivo desde la cuenta oficial del grupo: «Somos 150».

Nadine, que trabaja como conductora de autobús en la periferia parisina y está en huelga permanente desde el 7 de marzo, se queda parada en la puerta para escuchar a sus compañeros y se anota para hacer una intervención. En París son más de las 7 de la tarde de un largo día de huelgas, protestas «salvajes» y bloqueos. La mayoría pasó la mañana bloqueando camiones a la entrada de una planta incineradora de residuos. Eso pasó muy temprano, recién acababa de amanecer y ahora ya hay que pensar en la siguiente acción y, sobre todo, prepararse para el décimo día de huelga general [que se realizó este martes, NdR]. El clima es de fortaleza: la última manifestación multitudinaria ha levantado la moral y la cada vez más dura represión policial ha desatado una nueva ola de indignación. Pero mantener el ritmo, después de casi tres meses, es difícil y los militantes están cada vez más cansados. «Por eso estamos aquí esta noche, porque ahora tenemos que organizarnos para resistir», dice Laura en la apertura de la reunión. «No podemos darnos el lujo de desperdiciar energía». Y estallan los aplausos.

El público es heterogéneo: sentados a la tenue luz del club Flèche d'or , llamado así porque desde aquí partían los históricos trenes Londres-París, hay rostros de todas las edades. Y sobre todo diferentes profesiones: ferroviarios, docentes, enfermeros, bibliotecarios, trabajadores públicos. La reunión no es abierta a todos: la convocatoria se hace online, pero sólo después de una breve entrevista por correo electrónico fue posible conocer la dirección. Quién eres, qué trabajo haces y en qué zona vives: el propósito de la reunión es operativo y solo se admiten aquellos que pueden dar una mano concreta. También porque el movimiento está en una encrucijada. «Soy trabajadora ferroviaria en la estación Paris Nord«, comienza Laura. «Esta noche estamos aquí para coordinar y hacer una especie de estado mayor de la actividad en la región parisina. Desde hace unos días, vemos que hay un cambio en la movilización. Tras una fase muy controlada [por las direcciones sindicales, NdE], ahora hay muchas acciones espontáneas. Y también se están sumando los más jóvenes, algo que no ocurría hasta hace poco y que está aportando fuerza a todos los trabajadores. No sólo salen a la calle por las pensiones, sino también por los salarios, las condiciones de vida y contra este sistema político. Tener a la juventud indignada de nuestro lado es muy importante«. Laura le grita al micrófono: quiere que la escuchen bien, pero sobre todo convencer hasta al más desmoralizado. Es agotador, dice, pero ante «un gobierno tan débil», «debemos y podemos organizarnos». Porque es ahora o nunca. «La diferencia la está haciendo la unidad entre varios trabajadores. No estamos solos». Y empieza a enumerar las últimas acciones: el viernes pasado, por ejemplo, se llenaron dos autobuses para llegar a la refinería de Gonfreville-l'Orcher en Normandía y 200 activistas apoyaron a los trabajadores a los que el Gobierno había ordenado volver al trabajo. «El lunes por la mañana nos paramos frente al incinerador [de basura, NdR] en Ivry«, a las puertas de París, «y gracias a la presencia masiva de manifestantes bloqueamos los camiones». El problema, cierra Laura, «ahora es poder extender las huelgas. Para ello necesitamos muchos comités como el de esta noche».

Empieza a girar el micrófono y se turnan para hablar. No todos se conocen: el objetivo era involucrar a diferentes sectores y abrir un diálogo. Entre los principales organizadores de la reunión se encuentra un pequeño partido de extrema izquierda (Revolución Permanente) y su líder, Anasse Kazib, quien también es trabajador ferroviario y sindicalista de Sud Rail. «Tenemos que lograr que otras personas hagan huelga», dice. «Y para ello necesitamos ampliar nuestras consignas, que también deben abarcar la inflación y los salarios«. Kazib está preocupado por la moral de los huelguistas: «Es fin de mes, empiezan a llegar los sueldos y no hay suficiente dinero para pagar el alquiler o comer. Así es como quieren que nos rindamos. Necesitamos recaudar fondos para sostener la huelga y ayudar a nuestros compañeros». También lo escuchaba, camuflada entre la multitud, la actriz dos veces ganadora del premio César, Adèle Hanael: estuvo con ellos el viernes en el piquete solidario con los trabajadores de la refinería de Normandía, y volvió esta noche para la reunión del comité organizador. No habla, pero al final de la noche acepta hacer un video para recaudar dinero para el fondo de huelga que se lanza online.

Vuelve a sonar el micrófono y toma la palabra un técnico de TGV [tren de alta velocidad, NdR] que lleva diez días en huelga salvaje, es decir, no respeta los turnos solicitados por la empresa para garantizar un servicio mínimo. Viste overol y dice que todos los días, junto con sus compañeros, colocan la bandera de protesta en el techo de la oficina y todas las noches la bajan. «Es un símbolo, pero es importante. Estamos conmocionados porque uno de nuestros compañeros perdió un ojo durante la última manifestación. Trabajo allí desde los 15 años y él fue el primero en recibirme. Todos estamos conmocionados por lo que le pasó. Les prometo que en las próximas horas no habrá un solo tren que salga y lo haremos por nuestro compañero». También llega el turno de Nadine. «Llevo casi un mes en huelga. Todos los días salgo de casa y no sé en qué acción de protesta terminaré. Tengan en cuenta que esta espontaneidad es esencial porque los está desorientando. Por lo demás, hay que tener en cuenta el esfuerzo que significa. Sabemos que esto es así y no nos podemos asustar ahora".

Preocupa especialmente la respuesta del gobierno contra las marchas y bloqueos. «Es una estrategia muy poderosa», dice Gabriel , quien se presenta como un ecologista radical. «Saben que si te golpean durante una protesta, será difícil que regreses a las calles. Porque hay heridas físicas, pero también psicológicas». Las imágenes de lo sucedido en la manifestación del 26 de marzo contra el megaembalse de Sainte-Soline las ha visto todo el mundo. Y las últimas noticias hablan de dos militantes hospitalizados que se encuentran entre la vida y la muerte. «Algunos dicen que marcó un punto de inflexión para la policía. Yo digo que es la reanudación de una forma de actuar que siempre han tenido». Pero es precisamente la represión policial la se ha convertido en un nuevo eje dentro del movimiento. Lo dice Stéphane, que habla en nombre de los estudiantes y recoge las palabras de sus compañeros: «Sepan que en estas horas ha habido asambleas muy concurridas tanto en las universidades como en los liceos. Están de nuestro lado y la indignación por el comportamiento de la policía no ha hecho más que reforzar su motivación». Entre tanto, ya se ha organizado una red [para defender legalmente a los manifestantes, NdR]: Joshua es abogado y ha creado un colectivo, con una línea telefónica de emergencia para quienes necesiten defensa legal. «Llámenos si nos necesitan», dice antes de volver a su asiento.

Han pasado casi tres horas y aún no ha salido nadie. El cierre sigue en manos de Laura: «Sabíamos que Macron y su Policía iban a reaccionar. Ahora la pregunta es: ¿estamos listos para reaccionar nosotros y oponernos a un gobierno que nunca ha sido tan débil?». Todos aplauden: no es fácil, pero quien haya llegado hasta aquí lo intentará. Mientras tanto, voltea la hoja para anotar los números de celular: se crearán pequeños comités divididos por área y ya serán contactados en las próximas horas por los bloqueos. Antes de que se vayan todos, Kazib y hace una moción: hay que hacer un video en apoyo de Mehdi, [un joven inmigrante que participó y habló en la marcha contra la ley de inmigración el sábado pasado, NsR] y fue atacado violentamente en las redes sociales por la extrema derecha.

Finalmente, el salón se levanta y entona uno de los coros de la procesión «pour la grève generale». Todavía es solo el comienzo, lo juran.

Fuente: La Izquierda Diario