El mundo

Un médico argentino de 82 años navega hacia Gaza para romper el cerco israelí

Ya estuvo en 2009 tras una ofensiva israelí y fue un antes y un después. Por eso, hoy, en plena escalada en Medio Oriente, se niega a quedarse en la comodidad de la jubilación en Mar del Plata mientras escucha las noticias de los bombardeos y las muertes masivas de palestinos.

Por Leticia Martínez

Una mochila con una muda de ropa y un celular, son las únicas pertenencias con las que Carlos Trotta, de 82 años, se suma a la llamada Flotilla de la Libertad que busca llevar ayuda humanitaria a Gaza. Los miembros de las embarcaciones no llevan siquiera cubiertos ni nada cortante, pero además, como no saben cómo terminará su viaje, tampoco llevan cosas de valor por si los tienen que abandonar en caso de ser obligados a desembarcar en un puerto israelí, como ya ha sucedido. Este domingo, Carlos será el único argentino que será parte de una nueva embarcación con cientos de activistas de todo el mundo, que saldrán desde Turquía con el objetivo de llevar a territorio gazatí 5.500 toneladas, entre alimentos y productos de necesidades básicas, en medio de la ofensiva masiva israelí, donde fueron asesinados alrededor de 34 mil palestinos y donde denuncian que la hambruna puede ampliar ese número.

"Esto es absolutamente humanitario, de ser humano a ser humano", explicó a El Destape, el médico cirujano al contar que lo único que quieren es llevar ayuda a los palestinos de Gaza. Carlos remarca lo de la asistencia porque sostiene que intentan instalar que la Flotilla de la Libertad tiene vínculos con Hamas y, con ese argumento, ya ha sucedido que les impiden desembarcar y entregar la ayuda. El caso más emblemático fue el del embarque Mavi Marmara en el 2010, cuando las fuerzas israelíes los interceptaron y asesinaron a 10 activistas e hirieron a decenas. "Estoy seguro que la flotilla iría a ayudar a los israelíes, pero en este momento los que la están pasando absolutamente mal, en una forma indigna, es el pueblo palestino", agregó Trotta.

En entrevista con El Destape, Carlos contó que estuvo en Gaza en el 2009 cuando no conocía demasiado sobre el tema y que ese viaje lo marcó. El marplatense, que es miembro de Médicos Sin Fronteras aunque ya no forma parte de sus misiones, estuvo en varios países con conflictos como Siria, Yemen o Haití. En esta oportunidad, cuando se le consulta por qué en lugar de disfrutar de su jubilación decide irse a una guerra, además de bromear sobre las pensiones, respondió: "El juramento hipocrático nos dice que toda persona herida merece ser atendida más allá de las ideas políticas, culturales o religiosas que uno pueda tener. ¿Qué voy a hacer si veo una persona herida? ¿Si veo que está siendo atacada? ¿Si veo que está siendo bombardeada en un hospital? Estoy sano, es lo mejor que puedo hacer con mi salud ya que he tenido la oportunidad de llegar a mis 82 años bien. ¿Qué querés que haga? ¿Que me quede pescando en Mar del Plata?".

- La primera pregunta obvia es: ¿por qué y cómo decidió sumarse a la Flotilla de la Libertad?

- En mi caso es una pregunta que ha surgido muchas veces, incluso por parte de colegas que me preguntan por qué y la respuesta que me parece mejor refleja mi situación es devolverles la pregunta y decirles, sobre todo a mis colegas médicos o trabajadores de la salud, ¿por qué no? Obviamente yo creo que dentro de la tarea que nosotros hacemos, en mi caso como médico cirujano, está implícito este tipo de acompañamiento. Yo no diría de ayuda, tampoco me gusta mucho esa palabra, pero sí acompañar a alguien que la está pasando mal y, si podemos brindar además algún tipo de apoyo técnico, por supuesto eso es importante.

De modo que, ¿por qué y por qué no? Estamos viendo por televisión, en vivo y en directo, lo que está pasando en Gaza, que ha sido catalogado por los organismos internacionales como un verdadero genocidio que se lleva a cabo con las armas y, ahora, a través del hambre, lo cual es absolutamente intolerable. Entonces es absurdo que alguien pretenda preguntar por qué, porque la respuesta es evidente. Existe un drama y el secretario de Naciones Unidas, Antonio Guterres, lo dijo muy claramente: "No estamos solamente en presencia de una crisis humanitaria, sino de una crisis de humanidad". De eso se trata.

- ¿Hay temor de lo que pueda suceder, especialmente por lo que ha pasado? ¿Cómo se preparan?

- La respuesta de la Flotilla de la Libertad de ahora intenta, por un lado, superar el bloqueo al que está sometido Gaza y, fundamentalmente, acercar ayuda concreta en la forma de cinco mil quinientas toneladas de medicamentos, alimentos, equipos electrógenos. En fin, todas las necesidades para situaciones críticas como estas. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Si dejan entrar o no la ayuda humanitaria? Tengo la misma información que manejamos todos. ¿Qué es lo que va a pasar con la flotilla? Las posibilidades son muchas y todas están barajadas.

Tenemos absolutamente prohibido llevar algo cortante. Nada, ni siquiera una pequeña tijerita o los alicates. Es para que quede claro que no hay ningún arma ni nada por el estilo, digo, por otras cosas que han sucedido en el pasado. No podemos llevar ni siquiera cubiertos, tenedores, cuchillos. Comeremos con las manos, no sé cómo nos arreglaremos. La otra cosa es que ya ha empezado la propaganda, según tengo entendido, y es en el sentido de siempre: dicen que la Flotilla de la Libertad en realidad quiere ayudar a Hamas, que la Flotilla y los activistas son antisemitas, lo cual es absolutamente absurdo. Y es ya, a esta altura de los acontecimientos, un argumento que ha perdido toda validez. Esto es absolutamente humanitario, de ser humano a ser humano y, si ocurriera en el día de mañana que los israelíes estuvieran pasando una cosa así, estoy seguro que la flotilla iría a ayudar a los israelíes, pero en este momento los que la están pasando absolutamente mal, en una forma indigna, es el pueblo palestino.

- Usted ya estuvo en Gaza, ¿cómo fue esa experiencia?

- Es otra de las razones por las cuales tengo intenciones de volver. Estuve en el 2009, enero y febrero del 2009, cuando se estaba llevando a cabo una incursión israelí que le dieron el nombre de operación Plomo Fundido. En ese entonces, no con la magnitud de ahora, pero en ese entonces murieron 1400 palestinos, de los cuales 300 eran niños. Estuve trabajando en el Hospital Al Shifa, que en este momento creo que está totalmente destruido. Era un enorme hospital de 400 camas, en donde se trabajaba 24 horas los 7 días de la semana.

Era una persona que no tenía mucha información realmente sobre el tema palestino, como creo que la mayor parte de nuestra gente que no tiene información clara, o peor todavía, no solamente no está informado sino que está falsamente informado. Simplemente cuando veía por televisión en diciembre del 2008 lo que estaba pasando llamé a la sede del médico cirujano ahí en Buenos Aires y les pregunté si estaba necesitando un cirujano vascular, me dijeron que sí, así que inmediatamente me mandaron para allá. Tuvimos un poco de dificultades para entrar, pero finalmente pudimos hacerlo y ahí me cayó la ficha. Me encontré con una realidad que no conocía y la misma gravedad aumentada que se ve ahora, por eso cuando quieren poner el eje en el 7 de octubre o que empezó el 7 de octubre (con el ataque de Hamas a Israel), no es así ya que antes hubo bombardeos y todo lo demás. Bombardeos que, por otra parte, ni siquiera respetan el derecho internacional o las reglas mismas de la guerra porque la guerra, con toda su brutalidad, tiene reglas y no se puede bombardear hospitales, ambulancias, pacientes, personal de salud, periodistas. Hay una enorme cantidad de periodistas que han sido asesinados, creo que cerca de 100.

Fui testigo, lo vi personalmente en 2009. Incluso muchísimo antes del bloqueo absoluto y total, la gente de Gaza no puede moverse por ningún lado. La conexión de Gaza está rodeada por todos lados por Israel con un muro que tiene alrededor de 700 kilómetros de largo, con una estructura de varios metros con torres de vigilancia cada poca distancia. También es cierto que Gaza podría comunicarse con Egipto a través de Rafah y eso está cerrado o se abre en cuentagotas. Es una prisión a cielo abierto y yo creo que es peor que una prisión porque en una cárcel de todas maneras el trato es muy cruel, pero cada tanto le dan un poco de agua o pan, algo que no pasa en Palestina. Además en una prisión hay generalmente gente que ha infligido la ley, que no es el caso del pueblo palestino porque estamos hablando del pueblo palestino, no estamos hablando de ninguna facción armada.

- Usted que ha estado en otros conflictos como Yemen, Siria o Haití, ¿es comparable a lo que se ve de Gaza?

- En Gaza han tenido que amputar chicos sin anestesia y eso es terrible. No se trata solamente de tener que dejar amputado a un niño, sino que después hay que decirles que ya no tienen familia, ni papá, ni mamá, ni hermanos, ni nada. Es muy cruel. Imaginemos cuál es el futuro de los que eventualmente sobrevivan a la guerra, las cicatrices psicológicas, mentales. Aparte, por supuesto, de las físicas que quedan para siempre. Además, va a quedar un rencor que es muy difícil de borrar. Es difícil entender cómo somos los seres humanos, que nos estamos embarcando en este tipo de conflictos y que se están naturalizando porque estamos presenciando en vivo y en directo lo que está sucediendo y cada vez nos vamos rodeando de un cayo ético y moral peor.

Fuente: El Destape